Pablo Cuevas “El criminal confesó, no hay nada más que probar”, luego que Daniel Ortega reconoció muerte de más de 300 nicaragüenses en 2018
Desde abril 2018 y por primera vez, el régimen de Daniel Ortega, quien usurpa la presidencia de Nicaragua, admitió que la represión gubernamental dejó más de 300 muertos y heridos en el país.
“Y fue un Golpe de Estado sangriento, más de 300 muertos produjo ese intento de Golpe de Estado, ni condenados a pena perpetua pueden saldar el daño que le produjeron a Nicaragua, a las Familias, los golpistas, los terroristas”, expresó Ortega durante la Sesión Inaugural de la XXXIX Legislatura 2023.
Al mismo tiempo, el dictador reconoció que con el uso de las armas lograron sofocar las protestas sociales “Al final, no había más que restaurar el orden, y para restaurar el orden lógicamente estaba la Policía, con la Policía Voluntaria (Paramilitares), y el Ejército resguardando las áreas estratégicas, y se logró derrotar el Golpe”.
Al respecto, el abogado y representante de la Defensoría Nicaragüense de los Derechos Humanos, Pablo Cuevas, expresó los organismos de DDHH en Nicaragua junto al Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) lograron documentar ampliamente los asesinatos cometidos por la dictadura Ortega-Murillo, por lo cual dichas pruebas son difícil de desvirtuar.
“Estamos hablando de personas asesinadas de un balazo en la cabeza o por francotiradores del gobierno como la policía, paramilitares, incluso miembros de la juventud sandinista en ese momento. Efectivamente documentamos el accionar del gobierno a través de sus huestes asesinas en contra de las víctimas y presentado por GIEI de manera oportuna y profesional”, manifestó.
A pesar que Ortega intentó desvirtuar las denuncias, el defensor de DDHH señaló que los casos evidencian el genocidio “los criminales que desgobiernan Nicaragua trataron de acallar las voces, de minimizar las pruebas y las denuncias, no pudieron”.
Sobre las declaraciones de Ortega, Cuevas aseguró que al dictador no ya no le interesan los señalamientos, ni recriminaciones de la sociedad y organizaciones de derechos humanos.
“Admite que sí hubo más de 300 personas asesinadas. Ya no le interesa la crítica, no le interesa mantener una imagen impecable porque está reteniendo el poder por medio de las armas y ese es el lenguaje que él habla y por eso se siente fuerte, como diríamos en buen nicaragüense, le vale la opinión pública (...) su afirmación es calculada producto de que no tiene que mantene una imagen verdad, acepta de manera fría que provocó genocidio, este es un hecho histórico porque a confesión de parte relevo de prueba. El criminal confesó, no hay nada más que probar”.
La activista política Alexa zamora también coincide en que Ortega reconoce el asesinato de más de 300 personas “en los últimos años se ha negado a reconocer los asesinatos y diciendo qué son muertes de civiles, también es lamentable que deja entrever que no hay ningún tipo de voluntad política o indicio de voluntad política sobre la libertad de los presos políticos”.
Juan Carlos Arce del Colectivo de Derechos Humanos Nicaragua Nunca más, manifestó que el reconocimiento por parte de Daniel Ortega del número de víctimas, no solo contradice su propia narrativa sino que revela las inconsistencias del discurso.
“Para los organismos de DDHH lo que diga Ortega no brinda legitimidad al registro que venimos haciendo las organizaciones, la legitimidad la brindan las víctimas. Ortega y sus fuerzas represivas son los principales perpetradores y no tenemos la expectativa que el perpetrador reconozca sus crímenes, aspiramos a que sea sancionado y pague por los crímenes cometidos”.
Arce también señala que la comparación que hace Daniel Ortega con la situación de Brasil es totalmente diferente “En Brasil hasta el momento no han habido muertos. En ninguna de las crisis políticas de la región el número de víctimas supera el número de fallecidos en Nicaragua como resultado de la represión a las protestas de 2018. Ortega es el más mortífero de la región en materia de represión, exhibiendo niveles de respuesta propia de las peores Dictaduras de la historia y de los carteles del narcotráfico al atacar a familiares de sus blancos políticos. Una acción propia del crimen organizado”.