Expreso político que no soportaba torturas se tiró al suelo y pidió que lo mataran
Torturado con golpes y asfixias en barriles con agua y con bolsas plásticas. Capturado dos veces, tratado como criminal y cuando estaba a punto de ser liberado, le pusieron droga en su celda. Con traumas que en un mes no ha podido olvidar, así vive Carlos Bonilla, un excarcelado político que lucha por adaptarse a su nueva realidad como inmigrante sin patria en Estados Unidos.
“Es difícil venir a un país completamente desconocido para todos nosotros, no sabíamos qué nos esperaba al salir de la celda, ahora que estoy acá toca adaptarse al cambio de vida, algo que muchos de nosotros quizás no esperábamos o no deseábamos”, dijo Bonilla a 100% Noticias.
Ahora, a poco más de un mes de haber sido liberado, pero también obligado al destierro, no solo lo persiguen los fantasmas de las torturas y del injusto encierro, sino que también ha sido sometido a varios chequeos, pues algunos excarcelados dieron positivo a tuberculosis, aunque afortunadamente no fue su caso.
Primer encarcelamiento
En el año 2018, Carlos Bonilla fue apresado el 23 de julio. Lo torturaron en El Chipote viejo: “cuando me capturan paramilitares me empezaron a golpear, en el carro me iban golpeando, yo me desmayé. Cuando me desperté estaba en El Chipote, me tenían unas personas encapuchadas, con los brazos abiertos y con nudillos me daban fuerte”.
Recuerda que le preguntaban dónde estaban las armas, quiénes eran los que se mantenían en en las barricadas con él y cosas que asegura él desconocía.
Lea más: Exprisioneros nicaragüenses viajan a Ginebra para denunciar ataques de Ortega
“Ellos me ponían bolsas en la cara para asfixiarme, también en barriles de agua, una mujer medio calentó una plancha de esas de planchar ropa y me la puso en el abdomen y se ponía a reír. Eso es lo que querés me decía, solo así querés hablar”, relató.
Bonilla confiesa que la situación era tan difícil que llegó un momento en el que “yo me tiré al suelo y le dije mátenme si me van a matar, pero yo no hice nada. Ellos lo que dijeron fue este hijo de p… quiere ser un mártir, vayan a meterlo a la celda y ahí vamos a ver qué le metemos, hablando de qué delito”.
Lo llevaron a juicio acusado del asesinato de un policía y pidieron 130 años de cárcel, pero la condena quedó en 90, “pero gracias a Dios solo estuve 11 meses preso aproximadamente”,
Del exilio a la cárcel
El 6 septiembre del 2019 salió al exilio en Costa Rica, pero el 8 de enero del 2020 regresó a Managua, porque su hija cumpliría 10 años, sin embargo, todo fue en vano, pues lo secuestraron el 18.
“Mi hija iba a cumplir años el 20 de enero y no me lo quería perder, es mi única hija, sin embargo 10 días después alguien me vio o alguien me dio seguimiento y fui recapturado en el sector del semáforo de la Sandack del Iván Montenegro. Iba en un taxi en horas de la mañana cuando fui recapturado. Se cruzaron unas camionetas civiles, nunca se identificaron, apuntaron con armas, me bajaron del taxi, me amarraron con los cordones de los zapatos”, recuerda.
Le preguntaron por qué había vuelto y con quién estaba organizado, además querían saber dónde iban a ejecutar las acciones. “Yo les dije mi hija está de cumpleaños y pueden verificarlo con la partida de nacimiento, pero ellos nunca me creyeron, ellos están traumados, piensan que cualquier movimiento de uno son acciones contra el gobierno, están atemorizados”, recalcó.
Le “sembraron” droga en el penal
En la segunda captura no hubo tortura física, pero sí psicológica, como aislamiento, pues lo mandaron a una celda pequeñita donde estaba solo y nadie se acercaba, solo los altos mandos, pasaban poca comida y al principio a su familia le dijeron que él no estaba allí.
En esta segunda captura lo acusan del delito de portación ilegal de armas y le dan un año de cárcel y una multa de 2500 córdobas. El 19 de enero 2021, cuando le faltaban dos días para salir, en el sistema penitenciario de máxima seguridad el director Roberto Guevara llegó con un custodio llamado Juan y otros subordinados a una requisa y le pusieron cinco gramos de cocaína y fue condenado nuevamente a 10 años de prisión por el delito de tráfico de estupefaciente.
Él, al igual que otros excarcelados reconoce a Guevara como el gran torturador de La Modelo, un hombre que los trató sin piedad alguna.
Hacia adelante
Bonilla confiesa que aún no asimila su nueva vida, “hay días que no me doy cuenta qué día es, porque uno aprende a vivir de esa manera, perder la noción del tiempo en esos lugares, no es fácil, dice uno ya estás afuera es necesario que cambies, pero 3 años vividos ahí adentro no se borran en un día, tres días, no sé cuánto tiempo”.
Él afirma que urgen de permisos laborales para poder comer y vivir, anhela poder reunirse con su hija y sus hermanos.
Bonilla considera que “la dictadura no va a salir de una manera pacífica, desgraciadamente hay que decirlo, sabemos lo que es Ortega, sabemos lo que es su círculo, ellos se atienen a las armas y desgraciadamente hay que decir va a tener que haber un gran derramamiento de sangre, ya llevamos casi 5 años, miramos todo lo que ha venido haciendo, siempre buscando como que las cosas salgan a su manera”.
“El pueblo está callado, está con miedo, pero está firme, pendiente, ellos mismos avisan, ellos mismos son los que se encargan de sacar las noticias hacia fuera de lo que se está viviendo, de cómo está la canasta básica, el salario mínimo, más allá de lo político, lo económico también está muy mal en nuestro país. Todo eso es un factor que a Ortega lo viene enterrando cada día más, con sus acciones, las que nos están dando la razón a nosotros del por qué salimos a protestar en el 2018”, concluyó.