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A un año del destierro se mezclan la alegría de la libertad y la nostalgia de regresar a Nicaragua

La mayoría de los presos políticos desterrados de Nicaragua en un avión hacia Estados Unidos, no sabían inglés. El proceso de adaptación ha sido un reto y a esto se suman las enfermedades y traumas que cargan por la injusta cárcel, separación de sus familias y destierro abrupto

Febrero 09, 2024 08:00 AM
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Carlos Bonilla fue dos veces preso político y junto a 221 personas más fue llevado a un avión y expulsado a Estados Unidos. El régimen nicaragüense lo despojó de su nacionalidad. Pero Carlos sabe que ser nacional de Nicaragua fue un regalo de Dios y no la concesión de un dictador. 

“Es un año duro yo llegué a Estados Unidos con problemas de salud, una afección en la piel que adquirí en la cárcel y estoy tratándome. No recibo un abrazo de mi familia desde el año 2020. Reunirme con mi familia no ha sido posible”, dijo Bonilla a 100% Noticias.

Añadió que el proceso de adaptación ha sido lento.  “Me tomó varios meses caer en cuenta que ya no estaba preso, yo caminaba en la calle con miedo, miraba vehículos con miedo, hoy pues intento sobrellevar las cosas”, comentó Bonilla, quien antes se dedicó a brindar servicios generales como electricidad y ahora en Estados Unidos trabaja en un restaurante. 

En abril de 2020, Denis García Jirón de 33 años, originario del municipio de Nindirí, Masaya, fue declarado culpable por los delitos de “fabricación, tráfico, tenencia y uso de armas restringidas o artefactos explosivos en perjuicio del Estado de Nicaragua”.

Hoy día trabaja en una empresa avícola, pero en Nicaragua siguen sus sueños, uno de ellos es la  clínica veterinaria que logró fundar pero que no vio crecer. 

Excarcelados desterrados: Ester González, Carlos Bonilla, Julia Hernández, Martha Ubilla y María Esperanza Sánchez con familiares.

“Mi vida cambió  en todos los aspectos, me quitaron la nacionalidad que por derecho divino Dios me había concedido y considero totalmente inválido que un ser tan degenerado como Ortega y sus jueces corruptos nos hayan quitado la nacionalidad al día siguiente, pero tratamos de sobrevivir porque somos gente luchadora, que le hemos demostrado al mundo que nosotros los azul y blanco donde vayamos, vamos a surgir de las cenizas”, comentó García a 100 % Noticias. 

García hoy se alegra de su libertad

“Es triste lo que voy a decir pero prefiero estar aquí en Estados Unidos que estar preso. Tengo libertad de expresión, tengo una noción diferente de lo que es la democracia y a mí me da mucho pesar la gente que trabaja día a día y tienen la ley del bozal, no pueden expresarse en absoluto". 

Los desterrados enfrentaron dos retos, el primero fue el idioma, la gran mayoría no hablaba inglés, y el segundo gran reto fue reunirse con los suyos. 

“Pues me puse a estudiar inglés y pude con eso. Lo más triste en este país es vivir solo, yo gracias a Dios pude traer a mi familia en junio del año pasado, traje a la madre de mis hijos mayores por medio de una amistad estadounidense a través del Parole Humanitario”, relató el excarcelado político.

Añadió que poco a poco sale adelante con el apoyo de su familia. “Hemos estado reconstruyéndonos poco a poco como familia, como pareja, como padre. Aunque a mí, más me indigna, que estudié, me esforcé por mi beca, Me desvelé  día y  noche, para llegar a ser veterinario, nunca le robé a nadie, nunca le quedé mal a nadie. Pero aquí estamos saliendo adelante”, indicó.

Personal estadounidense involucrado en la operación Guardabarranco, el vuelo de la libertad 9 febrero 2023.

En Nicaragua María Esperanza Sánchez era gestora de crédito para una cooperativa, luego fue presa  política por tres años y dos semanas, ahora es una desterrada resiliente. 

“Le doy gracias a Dios porque estoy libre y estoy con dos de mis hijos, pero me falta uno, pero por otro lado extraño mucho mi gente, mi casa, mi familia, son sentimientos encontrados porque hay días que yo amanezco con tristeza porque yo quisiera regresar y no puedo”, lamenta Sánchez. 

Lamenta también que en Nicaragua su hija fue afectada. “Fue a raíz del estrés de mi encierro, ella resultó con hernias en la columna y una mala operación la dejó con discapacidad. Confío en que vamos a poder estar juntas de nuevo”, dijo Esperanza. 

Esther González

La vida de María Esther González se detuvo cuando previo a la farsa electoral presidencial del 2021, fue secuestrada y convertida en presa política por trabajar para una empresa encuestadora que estaba haciendo un sondeo de opinión.

“Ha sido bien estresante porque a mi edad y con enfermedades crónicas, prácticamente no he podido tener un trabajo. He sobrevivido del finiquito, que me dieron de mis prestaciones pero para poder verme mi salud se requiere de mucha plata. Desde que me mandaron a este país apenas recientemente conseguí un seguro a finales del año pasado. Estoy sola en este país, sin ningún familiar, solo con compañeros que realmente vinieron en la misma condición que yo”.

Julia Hernández 

La jueza sandinista Irma Oralia Laguna condenó a una pena de 18 años de cárcel y una multa de más de 50 mil córdobas a la activista y presa política Julia Christina Hernández Arévalo, originaria de Masaya.

La activista fue declarada culpable por los delitos de tráfico de drogas y posesión ilegal de armas y municiones en un juicio donde las pruebas no coincidían, ahora cumplió un año en el destierro. 

“Podría decirse es un destierro muy triste porque realmente nosotros nunca deseamos salir de nuestro país. Nosotros pensábamos seguir luchando contra la dictadura y nuestro país, pero hoy en día nos encontramos lejos de nuestra patria, lejos de nuestras familias, lejos de los que amamos, es algo muy doloroso”.

Entre las cosas que más lamenta la activista es no tener cerca a su hijo de 13 años, a quien el régimen no le permitió un pasaporte. 

“Pero sabemos que debemos de luchar para seguir adelante y echar lo más que podamos para poder apoyar a nuestros familiares, ya que Nicaragua no hay trabajo, nuestros familiares sufren hambre y lo que ganas aquí lo envías para ayudar”, comentó Hernández. 

“No le puedo decir que vivimos felices aquí, trabajamos para no volvernos locos, estamos libres, pero la mente de nosotros está en Nicaragua, en mi casa, con mi familia". 

Martha Ubilla

Martha Ubilla sí lamenta el destierro, “yo hubiese querido estar libre en mi país, en mi tierra, aquí siento que estoy sufriendo el doble. Pero espero que mi país sea libre en algún momento”, comenta Ubilla.

Martha del Socorro Ubilla estaba siendo víctima de actos de amenazas, hostigamientos y vigilancia, por parte de agentes estatales y paraestatales, desde que sus hijos Marlon Castellón Ubilla y Marvin Castellón Ubilla fueron encarcelados por haber participado en las protestas antigubernamentales, primero en 2018 y luego en 2020.

En julio de 2018 Martha Ubilla estuvo detenida durante 15 días en la Dirección de Auxilio Judicial, conocida como El Chipote viejo, donde “habría sufrido violencia física y psicológica”, según su relato brindado a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).

Con 60 años no tiene trabajo y no logró reunirse con toda su familia. Una de sus hijas continúa en Nicaragua. 

“Yo quiero irme a mi país, en cuanto digan que ya puedo entrar al país, tengo la fe en que en algún momento vamos a liberar Nicaragua yo tengo la fe. Yo no pierdo la esperanza. Vivo en un apartamento pero a mí no me interesan las riquezas que haya en este país, ni las cosas bonitas, yo estoy acostumbrada a mi tierra. Y creo que él Ortega y Murillo nos están matando en castigo".

De los 222 presos políticos desterrados, uno perdió la vida. Se trata de Michael Healy, quien murió producto de un infarto en el corazón el pasado 25 de enero 2024 cuando se encontraba en gira de trabajo en Panamá. Apenas unos 150 de los desterrados han logrado tramitar su asilo y están esperan que les resuelvan en Estados Unidos.

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