Rosario Murillo culpa a la embajada de EEUU e Iglesia Católica de la rebelión de 2018

Lejos de mostrar arrepentimiento por la brutal represión de 2018 en contra de la población nicaragüense, Rosario Murillo, se victimizó en su alocución de este 18 de abril. Afirmó que desde "hace seis años" que empezó el asedio ha aprendido a "dormir con los ojos abiertos" tras responsabilizar a la embajada estadounidense, sectores de la iglesia católica y la empresa privada de la falsa narrativa de un intento de "golpe de Estado".

“Clamaban como vampiros por sangre con la saña de los que esconden veneno detrás de la manipulación con los mensajes bíblicos y la estupidez de sus propias cobardías, sobornar por miedo, aplastar por miedo”, dijo. 

“Hace seis años sacaban las uñas, sacaban las garras, se quitaban las máscaras”, remarcó. 

Según Murillo, los ataques tenían como objetivo “representar a los mismos traidores que a través de la historia vendieron la patria y cumplieron misiones de servirles lacayos y esclavos de los imperialistas de la tierra”.

Asimismo, Murillo reprochó a los nicaragüenses que utilizan la bandera para conmemorar la lucha de hace seis años y dijo qu este símbolo es para los nicaragüenses, pero que no le pertenece a los vende patrias. 

De acuerdo  con Murillo, todos los que se  opusieron a su régimen recibieron una merecida lección.

“La lección que les seguimos dando a todos esos apátridas porque quienes siembran ventarrones cosechan tempestades”.

Sin mencionar sus nombres Rosario Murillo acusó a los líderes religiosos, que en su mayoría han sido desterrados de suelo nicaragüense, de tener “caras de buena gente” y “sonrisas hipócritas” con las que supuestamente habían pretendido engañar.

“Hace ya seis años y los retorcidos, los malvados, los discípulos de Satanás, los maltrechos, los malignos, los falsos se quitaban las máscaras de buena gente, las sonrisas hipócritas con las que habían pretendido engañar a todos, pero como dice Sandino con el tiempo no se puede engañar a nadie hace ya seis años rebrota”.

“Y se fueron y se siguen yendo, los cuantitos puchos decrépitos y disminuidos que por ahí suenan”, tras señalar que ahora estos se encuentran en el extranjero donde “no son nadie”. 

Burla a la sangre derramada

En el sexto aniversario del alzamiento social del 18 de abril de 2018, el régimen de Daniel Ortega, en un acto de burla y afrenta a la memoria de las víctimas y la lucha por la democracia, decretó el 19 de abril como "Día Nacional de la Paz". Esta imposición busca reescribir la historia y minimizar las graves violaciones a los derechos humanos cometidas durante las protestas de 2018.

Desde las primeras horas de este jueves 18 de abril, las fuerzas policiales tomaron las calles de las principales ciudades nicaragüenses con el objetivo de intimidar y reprimir cualquier muestra de conmemoración o protesta. Esta acción represiva evidencia el profundo temor del régimen a la memoria popular y su afán por silenciar cualquier disidencia.

"Esta mañana cuando los compañeros nos comentaban la alegría, al paso de las dianas, la alegría al izar las banderas gloriosas y victoriosas de Nicaragua, de Frente Sandinista de la Revolución, de la bandera de Sandino, nos sentíamos orgullosos de ser nicargüense, de verdad, nos sentíamos conmovidos porque este es un pueblo de batalla", refirió Murillo.

La represión a las protestas de 2018 dejaron un saldo trágico de al menos 355 muertos según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). Organismos nicaragüenses elevan la cifra a 684, mientras que el propio Ortega reconoce "más de 300" víctimas. Sin embargo, el régimen sigue negando su responsabilidad en la masacre y la califica como un intento de golpe de Estado.