Rosario Murillo anuncia más “árboles de la vida”, mientras asegura que es para “quienes no les gusta la vida”
En clara provocación a sus críticos, la vicedictadora de Nicaragua, Rosario Murillo, anunció este mediodía a través de sus medios oficialistas, que van a instalar cuatro de los llamados “arboles de la vida”, también conocidos popularmente entre a población como “Chayopalos”, según ella, para alegría de quienes no les gusta la vida.
“El compañero Salvador Mansell (director de Enatrel), nos informa que este fin de semana se estarán instalando cuatro árboles de la vida, para que celebren los que no les gusta ni la vida ni la paz, ni la luz. Cuatro nuevos árboles de la vida aquí en Managua, en distintas rotondas, que son: Ticuantepe, Güegüense, la Virgen y Rigoberto López Pérez. Alégrense entonces todos aquellos amargados que no entienden que la paz vence porque el amor vence, porque la luz de Dios ilumina nuestros pasos”, dijo Murillo.
Se burló de sus críticos: “Cuatro árboles de la vida que tanto gustan a los enemigos de la paz, con lo que tanto se ensañan, pero el bien triunfa. No pudieron y no podrán porque nada puede el odio contra el amor”, continuó la segunda de la dictadura sandinista.
Hasta la fecha, Rosario Murillo ha mandado a instalar 164 árboles de lata en todo el país, cuyos costos de fabricación, instalación, iluminación y mantenimiento siguen siendo un secreto dentro del gobierno. Según una investigación realizada por el diario La Prensa de Nicaragua, en 2015, que la construcción e instalación de 134 de los llamados “Chayopalos” había generado un gasto de más de 3.3 millones de dólares, y que estos eran ensamblados en Enatrel, en coordinación con la alcaldía de Managua, que cada estructura de estas rondaba los 25 mil dólares en ese tiempo, lo que sugiere que en la actualidad su costo puede ser más elevado.
Estas estructuras metálicas comenzaron a “sembrarse” en 2013, por órdenes e iniciativa de Murillo en diferentes puntos de la capital. Su altura es de entre 15 a 20 metros, por las noches una serie de luces predominan sobre las luminarias de Managua y se asocian al símbolo de poder que mantiene la primera dama de Nicaragua.
Durante la explosión cívica de la población nicaragüense en 2018, la mayoría de estos “árboles de la vida” fueron derribados por la ira de los manifestantes antigubernamentales, como una forma de protestar contra la represión de la dictadura sandinista que dejó a más de 355 personas asesinadas y miles de apresados y exiliados.