La estrategia política de apaciguamiento
La política de apaciguamiento (del término inglés: policy of appeasement) es el nombre como se ha conocido a una política conciliadora. Política para establecer una tregua donde hay un enfrentamiento sociopolítico; es decir, se busca que ninguna de las dos partes quede derrota ni ofendida. El apaciguar se refiere a la acción de tranquilizar sin incitar a cualquier tipo de protesta.
La política de apaciguamiento se hizo evidente a partir de los acuerdos de marzo 2019, por medio de los cuales le daban al régimen Ortega-Murillo 90 días para liberar a todos los presos políticos, fortalecer los derechos y garantías de los ciudadanos, permitir elecciones transparentes y sufragio efectivo.
Al mismo tiempo, con la política de apaciguamiento se inició la subordinación y cooptación de los líderes sociales, surgidos en abril 2018, al liderazgo de los representantes políticos del gran capital a través de seminarios, conferencias, retiros de estudio, etcétera. A partir de la implementación de la política de apaciguamiento el pueblo y los empresarios tienen agendas distintas.
La política de apaciguamiento sociopolítica implementada por los representantes de los grandes empresarios, creó en la opinión pública nacional e internacional la idea que unas elecciones con Ortega-Murillo en el poder es necesaria para evitar más destrucción económica, la famosa “salida al suave”. Las elecciones con Ortega en el poder han sido irregulares y fraudulentas.
La persistencia de los fraudes puede deberse a dos factores: la cultura de la clase política tradicional, asumida como propia por la nueva clase, que no está dispuesta a arriesgar el poder y mucho menos a aceptar la derrota y el segundo factor es la voluntad política de Ortega de no ceder el poder concertada con los partidos comparsas.
Esta política ha sido parcialmente eficaz porque la gran mayoría de las personas no quieren verse envueltas en una nueva edición de guerra civil como la de los años ochenta del siglo pasado. Al mismo tiempo, el régimen ganó tiempo y evitó la implementación de nuevas sanciones.
A pesar de la política de apaciguamiento, Ortega ambicioso e insaciable planteó nuevas exigencias y se negó a ceder un ápice. Hasta la fecha, siguen 139 presos políticos en las cárceles, se mantiene la represión y no hay libertad de expresión o de movilización.
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Gracias a las concesiones que se le hicieron al régimen Ortega-Murillo, ha logrado recuperar parte del terreno político perdido. Por ejemplo, ha incrementado el número de policías, rearmado a los órganos represivos, hay más represión y es selectiva.
Las concesiones hechas por los artífices del apaciguamiento hicieron más fuerte a Ortega y más seguro de sí mismo, arrogante y altanero.
Después de junio 2019, cuando violó los acuerdos de marzo, las elites empresariales no hicieron nada más que expresar su esperanza que Ortega acabaría por volverse sensato. Ellos declaran en contra del régimen sólo cuando se ven presionados por la opinión pública.
El régimen Ortega-Murillo sólo se sentará a buscar una solución a la crisis sociopolítica si alguien lo obliga a hacerlo, ya sea la movilización de la calle o la presión internacional o la combinación de ambas acciones; nunca lo hará por voluntad propia.
El principal factor resultante de la política de apaciguamiento ha sido el fracaso de las negociaciones por la falta de voluntad del régimen. El factor auxiliar fue la ingenuidad del gran capital de creer en la palabra del dictador; mientras Ortega los veía como aliados inservibles en la nueva coyuntura post abril 2018.
Los artífices del apaciguamiento siguen pensando que tarde o temprano Ortega acabará cumpliendo aquello que desean más fervientemente: las elecciones como la salida al suave, ya que están en contra de las movilizaciones sociales, del paro nacional o de cualquier tipo de acciones que reactive la independencia política de los movimientos sociales.
Dichosamente existen personas que no aceptan la política de apaciguamiento, ya que esa política nos llevará a un conflicto armado por el empecinamiento de Ortega de permanecer en el poder indefinidamente.
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La opinión publica comienza a darse cuenta de que ya se han hecho suficientes concesiones al dictador, la concesión táctica se ha transformado en estratégica en favor de Ortega-Murillo. Sin embargo, los partidarios del apaciguamiento siguen interesados en una “salida al suave”.
Muchos nos oponemos a la política de apaciguamiento porque es contraproducente en dos sentidos. En primer lugar, proporciona tiempo al régimen. En segundo lugar, se ha sobrestimado la fortaleza del régimen al no tomar en cuenta que su talón de Aquiles lo debilita más y más. No referimos a la combinación de la recesión económica con la enorme crisis social.
Solamente la movilización social en las calles puede evitar que se renueve el pacto Ortega-Gran Capital y que se pueda derrotar a la dictadura, sólo la movilización social puede presionar a la comunidad internacional a que obligue al dictador a negociar seriamente su salida y, por último, evitar, más adelante, un nuevo conflicto armado.
San José/Costa Rica, 06 de noviembre de 2019.