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Memoria, olvido y perdón

Febrero 13, 2021 12:30 PM
Memoria, olvido y perdón
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Oscar René Vargas

 La lucha del hombre contra el poder es la lucha de la memoria contra el olvido.
-Milán Kundera.

1.    Olvido y perdón. Dos palabras que no parecen encontrar su camino en los rituales de la memoria política actual. El olvido tal vez no alivie, pero une, rescata. Esa es la meta que persigue el régimen Ortega-Murillo: recibir perdón y olvido. Ese será el juego del régimen en el diálogo con los poderes fácticos o en el proceso electoral.

2.    Es el argumento central de muchos miembros de los poderes fácticos para olvidar y perdonar, es con el fin de evitar futuras confrontaciones innecesarias, proponen perdonar a quienes realizaron actos ilegales y ordenaron la matanza de los ciudadanos “de a pie”.

3.    Al igual que los individuos, las sociedades no olvidan por un acto de voluntad política o una decisión jurídica. Existe una memoria voluntaria, lo que queremos recordar; y otra involuntaria, lo que recordamos a pesar de lo perturbador y ruin que sea. La memoria social sigue los mismos procedimientos.

4.    Al igual que un actor en una obra de teatro, el régimen Ortega-Murillo aprendió a adoptar diversos papeles a cada instante. El régimen ha adoptado la plasticidad de los actores de teatro, que puede moldear su rostro según la emoción exigida, y es capaz de adaptar su máscara a la situación.

5.    Los individuos y las sociedades somos memoria, en ese sentido somos pasado. El régimen quisiera que se perdiera la memoria y se abandonaran principios y valores éticos, para facilitarles una salida. Buena parte de los poderes fácticos no gira en torno a lo que hacen o dicen, sino a lo que no se hace o se calla.

6.    Los poderes fácticos creen que la “salida al suave” es la mejor medicina para anestesiar a los ciudadanos “de a pie”. Los acuerdos políticos no constituyen una muestra de tolerancia, sino una contraofensiva en busca del perdón y del olvido de los crímenes de lesa humanidad.

7.    La propaganda y la manipulación del régimen tratan de anestesiar la memoria de los ciudadanos para conseguir el olvido o, al menos la condescendencia de los actos represivos de los miembros de los aparatos policiales y paramilitares. Los traumas y las heridas provocadas por el régimen quieren que sean parte de una historia que queda en el olvido.

8.    Los represores y una buena parte de los corruptos quieren lo mismo, unos con el objetivo de seguir impunes y otros con la finalidad de recuperar el poder perdido desde abril 2018. La lucha contra el olvido no puede terminar como una gran farsa ni enmarañarse/embrollarse en una tragicomedia.

9.    Pero no solo las personas, también las sociedades caen en esa vana ilusión del renacimiento por voluntad, en olvidar por decreto. Para muchas personas o para los poderes fácticos la memoria pesa, por eso se les antoja quitar lastres y desechar recuerdos, olvidar.

10.    Olvidar el pasado reciente siempre será más atractivo para el poder que cargar con el lastre de la estrategia de “vamos con todo”. Se olvidan que la historia no es una película que empieza cuando se inician una negociación política.

11.    En la lógica del régimen Ortega-Murillo y de sectores de los poderes fácticos, la negociación es entendida como renuncia a la verdad. Es decir, son como arreglos políticos a espaldas de la opinión pública, en lo oscurito.

12.    La negociación es vista, por los poderes fácticos, como un comercio vergonzoso en el que la fórmula cínica pudiera ser: “acepto lo que me pides y me debes una; aceptas lo que te pido y te debo una”.

13.    Acallar la memoria en busca de la paz “a cualquier precio”, puede ser resultado de una mezcolanza de influencias, desde las creencias religiosas hasta las personales. El olvido también puede implicar que el régimen y sus aliados pesen y obliguen más que la razón.

14.    La historia de la política tradicional está plagada de esas circunstancias, donde los deseos de quienes vindican la memoria como elemento esencial para transformar el presente se topan con los poderes fácticos que buscan sepultarla para aquietar el pasado.

15.    El régimen Ortega-Murillo quiere que se olvide la represión, los heridos y los muertos. Proponen el desdén por la memoria colectiva. ¿Debe una sociedad, para garantizar su funcionamiento, construirse sobre el olvido?

16.    El olvido como bastión del poder es un negocio redondo para el régimen. La culpa no existe, borrón y cuenta nueva reclaman sectores de los poderes fácticos. La historia no es importante, no hay verdad absoluta reclaman otros grupos de poder. Salvaguardar las razones de Estado es motivo suficiente para amortajar/envolver la memoria, apelan los políticos tradicionales.

17.    Parecería que “dejar en paz” la memoria, así como fomentar la no-opinión y el olvido de la sociedad es una de las metas del “aterrizaje al suave” que los poderes fácticos se proponen implementar. Los represores de la memoria, el régimen y algunos miembros de los poderes fácticos, quieren borrar las huellas de sus actos y facilitar el olvido del pasado reciente.

18.    La impunidad es otro factor que siempre va unido al olvido. Si quieres que la gente olvide un hecho lo que hace el régimen es que no haya culpables; por eso, 34 meses después, no hay culpables de los asesinatos de más de 300 ciudadanos, de cientos de desaparecidos y miles de heridos.

19.    La memoria colectiva no le conviene al régimen. La memoria colectiva cuestiona las redes políticas tradicionales, evidencian los subterfugios del poder y los secretos de la impunidad. Por eso, el régimen fomenta el olvido, impulsando el pensamiento cero, falsificando la memoria, desechando el pasado, y aceptando el olvido. Las élites quieren socializar el olvido.

20.    Lo que prima, en los poderes fácticos, es el interés personal, la indiferencia, la ignorancia, la cerrazón. Los que apoyan la represión se apoyan en la mentira y la comodidad.

21.    De la desmemoria nace la ignorancia, de la ignorancia renace la tolerancia hacia la violencia autoritaria, y en la tolerancia vuelve a retoñar la represión. El régimen Ortega-Murillo quiere transformar a Nicaragua en un país sin memoria.

22.    No podemos olvidar que la memoria es el vínculo fundamental con el pasado, igual que la esperanza es el gozne que nos une al futuro. La lucha por el futuro sólo existe si el ejercicio de la memoria le imprime valor al pasado.

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