El régimen y sus asociados
1. La represión y violencia a cargo del estado contra la población señala, cada día, la tesis de que el régimen Ortega-Murillo declaró la guerra al pueblo. En su estrategia para ganarla está combinando todas las formas de lucha. Se inventó al pueblo como enemigo y descarga su furia.
2. Políticamente estigmatiza, censura y veta a sus adversarios; mediáticamente controla la matriz informativa para desvirtuar y cambiar la noción de lo que ocurre; militarmente las fuerzas armadas (policías, paramilitares) disparan contra civiles desarmados a los que trata como enemigos combatientes, siguiendo la doctrina del enemigo interno.
3. El régimen ha usado su poder para destruir la legitimidad del movimiento social en su contra, es consciente que la protesta pacífica es imparable porque es justa, autónoma y popular y teme a un nuevo tsunami social por no tener las respuestas efectivas. La gente no quiere normas, leyes, decretos, ni anuncios, reclama garantías para la superación de graves carencias y necesidades que afectan el ciclo vital de cualquier ser humano, pero también evoca cambios en estructuras que impiden vivir con dignidad, democracia y existencia política.
4. El régimen y sus aliados quizá no esperaban que sus actuaciones desencadenaran en una tragedia tan significativa como abril 2018, en su arrogancia estaban convencidos que todo lo que hacían lo aceptaba el pueblo, nunca pensaron que todo terminaría en el horror que provocaron, su interés de poder no logran separarlo de su obsesión de poder.
5. Oficialmente las mismas instituciones controladas por el régimen anuncian que la pobreza está en aumento, que quienes comían tres veces al día ahora solo comen dos veces y que varios miles en miseria no tienen seguro un solo bocado. La desnutrición aumenta y por falta de agua potable se pierden vidas. No hay empleo para jóvenes; la deserción escolar crece; la informalidad es un rebusque diario; las jubilaciones están en riesgo, la seguridad social ya ni siquiera es sueño.
6. Para los adultos mayores no hay políticas. Los asesinatos selectivos de los líderes sociales en el campo se mantienen. Los indicadores ratifican que lo que crece sin parar son las fortunas del 1 por ciento de población, “la gente de bien”, los miembros de la nueva y vieja oligarquía.
7. En los campos sigue la represión, las ciudades están empobrecidas por la desigualdad económica y social impulsada por políticas de privatización y olvidos que tienen bloqueada la vida digna y quieren sostener la costumbre de la obediencia de “los de abajo” y sin siquiera derecho a reclamar derechos.
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8. Al dictador no parece importarle que haya desangre, dolor y rabia, su indolencia le impide ver que las ciudades pierden su encanto, ni que el mundo mira y trata con recelo al país. Lo que ocurre en el presente dejará marcas indelebles, derrota la esperanza, rompe la confianza.
9. En síntesis, la coyuntura actual retrata la miseria humana, con policías y paramilitares reprimiendo y disparándole al pueblo y las élites en banquetes brindando por un “orteguismo con o sin Ortega”.
10. El régimen y sus asociados se esfuerzan por demostrar que solo les interesa ganar, de ahí que hacen lo imposible para mantener todo tipo de represión, sin ella ese poder, deja de existir.