Una de las cinco víctimas hondureñas en Texas era residente legal en EEUU
El consulado hondureño en Houston (Texas) "está trabajando junto a las familias para apoyarlos en lo que sea necesario"
Una de las cinco víctimas hondureñas asesinadas en Cleveland (Texas) este fin de semana era residente permanente en EE.UU., pese a que el gobernador del estado, el republicano Greg Abbott, las había tachado a todas de "inmigrantes ilegales".
Fuentes de la Embajada de Honduras en Estados Unidos confirmaron a EFE que Diana Velásquez tenía residencia permanente en el país, mientras que el resto eran indocumentados.
La legación diplomática añadió que el consulado hondureño en Houston (Texas) "está trabajando junto a las familias para apoyarlos en lo que sea necesario".
El gobernador texano anunció el domingo una recompensa de 50.000 dólares por información que conduzca a la captura del "criminal que mató a cinco inmigrantes ilegales", un comentario criticado por activistas por estigmatizar a las víctimas.
Las autoridades estadounidenses buscan todavía al autor de la matanza, identificado como Francisco Oropesa, de 38 años y nacionalidad mexicana.
El viernes por la noche, Oropesa estaba disparando en el jardín de su casa con un fusil AR-15 cuando uno de sus vecinos se le acercó y le pidió que dejara de hacer ruido porque era muy tarde y la familia, incluidos unos niños, no podía conciliar el sueño.
Oropesa respondió irrumpiendo en la vivienda de sus vecinos para dispararles en el cuello y la cabeza, como si se tratara de una "ejecución", según ha descrito la oficina del alguacil.
Dentro de la vivienda había diez personas y cinco perdieron la vida. Los fallecidos son Daniel Enrique Lazo, de 9 años; Sonia Argentina Guzmán, de 25 años; Diana Velásquez Alvarado, de 21 años; Obdulia Molina Rivera, de 31 años, y José Jonathan Cáceres, de 18 años.
Wilson García, superviviente de la masacre que perdió a su hijo y a su esposa, declaró este lunes ante la prensa que la escena "fue horrible" y que ahora se siente como estar muerto en vida.
Según relató, las víctimas murieron protegiendo de las balas a sus dos otros hijos, de un año y medio y de un mes, respectivamente.
García tuvo que escapar por la ventana y el agresor fue tras él, pero no lo encontró dado que se escondió entre unos pinos.
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