Efecto de la migración en Nicaragua: “siete de cada 10 cortadores de café son mujeres”
Cuando el esposo de Mayra Castellón la abandonó a ella y a sus hijos menores de edad decidió que seguiría los pasos de su madre y de su abuela “viejas finqueras”, compartiendo el mismo amor por la tierra y fieles a sus raíces campesinas en Nicaragua.
“A las mujeres Dios no las creó para vivir limpiando en la casa, también podemos trabajar y sacar adelante a nuestras familia”.
Reconoce que tener su finca en la comunidad Bálsamo 1, a unos 10 kilómetros del poblado San Juan del Río Coco en Madriz, le ha generado varios beneficios, entre ellos contar con mano de obra para los cortes del café, un lujo este año.
“En los cortes de café es usual ver a las mujeres con sus niños y niñas. Yo también crecí en los cafetales y ahora mi hijo es el capataz. Todos trabajamos en familia”.
Con 43 años, Mayra es la cabeza de su hogar. Está a cargo de transportar a los “corteros” del café, asimismo dirige al personal encargado de la alimentación de los empleados. También traslada y vende café en el pueblo.
Apunta que aprendió a conducir porque estaba cansada de buscar choferes.
“Yo camino con mi vehículo lleno de café, jalando el café de aquí para allá sin necesidad de un varón”.
“A mí me encanta el mundo del café, el último lunes de enero se terminó de cortar y ahora yo debo ocuparme en la finca y darles mantenimiento a las matas porque quedan bien maltratadas y debo nutrirlas para que vuelvan a producir”.
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Asimismo, Mayra señala que no es tan sencillo mantenerse a flote en el campo con los exagerados precios de los fertilizantes de uso agrícolas que ameritan las plantas.
En este sentido, Mayra relaciona los precios de los insumos del año pasado antes de julio con los actuales y dice que se alteraron hasta en un 100% porque supieron que el costo del café subiría.
Actualmente el quintal del grano de oro se cotiza en cien dólares, sin embargo, Mayra desconoce su margen de ganancia porque hace dos semanas finalizó de cortarlo.
“Ahorita yo solo saco la cantidad de latas de café, pero todavía no me siento a sacar cuentas y restarle todo el año lo que le pasamos metiendo como abono, fumigación, recortes, chapias, deshoje, de sombra o acerero”.
Según esta caficultora, cada cortador cobra cincuenta córdobas por una lata de grano maduro, pero si se trata de “repela”, es decir combinar el café rojo con el verde, el valor aumenta a setenta córdobas.
“Hay personas que pueden llegar a cortar hasta quince latas en pareja, pero si anda solo y no tiene mucha agilidad hace menos”, cuenta esta mujer de sonrisa fácil pero tímida para las fotos.
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Esta productora esforzada es madre de tres hijos. Dos mujeres y un varón. Su primogénita estudió contabilidad y actualmente trabaja en un Acopio, su hijo finalizó los estudios de ingeniería agropecuaria y su hija de 17 años finalizó la secundaria, pero no decide que estudiará en la universidad.
“Nosotros las mujeres sí podemos. Yo lo aprendí de mi mamá quien ahora tiene 64 años y le hace el ánimo. Ella, está en la finca de Guana Castillo y controla todo”, dice.
Agrega que para sobresalir como mujer en el campo hay que esforzarse mucho y perder el miedo.
“Yo conozco a una mujer que tiene su finca con tres manzanas de café y dice que ella prefiere echar tortillas porque es más fácil. A la pobre más bien le dan vuelta los trabajadores”.
¿Sin mano de obra?
En los campos del norte se suele decir que los cultivos ya no son como los de antes. Alexandra Rodríguez sabe muy bien de qué habla, de sus 54 años ha dedicado 17 a la producción.
“Las migraciones afectan mucho al campesinado. Yo he tratado de hacer mi base social y por eso creo que hay gente que no me abandona ni en los tiempos más difíciles”.
Señala que cuando sus trabajadores le han solicitado préstamos o le piden que les supla algunas necesidades ella lo hace sin cobrar intereses.
“A veces en pleno verano me dicen que les preste mil pesos, yo se los doy y no les cobro un centavo de más y así he forjado mi base social para que me apoyen en los momentos difíciles como este”.
Alexandra asegura que la fuga de mano de obra se siente fuertemente en el campo del departamento de Madriz porque quienes migran “son gente trabajadora que siempre está buscando cómo solventar sus dificultades económicas”.
A su juicio, es la mano de obra calificada, la que más se ha ido del país. “Este año, tuve más corteras mujeres que varones”.
Alexandra sostiene que es la primera vez en décadas que se observó más presencia de mujeres que de varones. Por ello, no dudó de emplear a este género ya que la ayuda fue mutua.
“La mayoría son mujeres que han quedado al frente de sus hogares porque sus maridos se fueron al extranjero y ellas fueron quienes nos ayudaron a levantar la cosecha cafetalera. Ellas necesitan de ingresos y yo su mano de obra”.
En su finca de cinco manzanas, Alexandra empleó a diez trabajadores el pasado mes de enero para levantar la última cosecha. “Siete fueron cortadoras mujeres y solo tres fueron varones”.
Alexandra es madre de dos hijos. Cuenta que se esforzó por profesionalizar a ambos porque quería verlos lejos del campo y lo logró. Mientras su hija se inclinó por la medicina, el varón quiso ser ingeniero civil.
“Yo siempre pensé que ellos merecían otros horizontes porque el trabajo del campesino ha sido muy explotado. Nunca ha sido una mano de obra bien remunerada. Gracias a Dios, ellos trabajan en otras áreas y les va bien”.
Agrega que ella enseñó a sus hijos como apreciar una buena taza de café, señala que, aunque ellos dominan el proceso y saben cómo cortarlo, conservarlo y tomarlo, pero hasta ahí.
También en busca de nuevas oportunidades el 2% de la población nicaragüense migró en 2021, según datos del Diálogo Interamericano. Una cifra próxima a los cien mil nicaragüenses que partieron principalmente rumbo a Estados Unidos, Costa Rica y España.
Producción nicaragüense bajo riesgo
Juan Enrique Rodríguez es un caficultor con más de 25 años de experiencia en la zona de Madriz y también es asociado de una microfinanciera. Explica que hay mucha preocupación en el campo por el desplazamiento masivo de jóvenes que tienen como destino Estados Unidos.
“La gente del campo está sacando préstamos para emigrar y no para trabajar su parcela”.
Rodríguez detalla que, para este año, la microfinanciera agrícola a la que representa está considerando dejar de otorgar fondos a este sector y proporcionarlos conforme a producción.
“El campesinado se verá muy afectado, porque quienes quedan recomendados en la finca son personas adultas que ya no pueden trabajar la tierra”, se lamenta.
En este sentido, Rodríguez señala que, según estudios realizados en la zona de Madriz, el sector de granos básicos se verá muy afectado a largo plazo, incluso para los productores que decidan permanecer en el país.
“Lo que es agricultura basada en frijoles y maíz, se tiene un corto plazo de entre 40 y 60 días para pagar, pero si el productor saca dinero para irse del país quién va a responder”, cuestiona.
Otra de las problemáticas que se suma a este caficultor es el acceso a la mano de obra tras las masivas migraciones generadas desde mediados del año pasado en Nicaragua. Recuerda que hace veinte años era él quien rechazaba las solicitudes de empleo por tanta demanda.
“Ahorita uno está viajando hasta 15 y 20 kilómetros para buscar corteros de café, incluso hay productores de San Juan del Río Coco que están yendo a la Costa Atlántica a traer trabajadores y el transporte de esa persona que anda en 500 córdobas es asumida por el productor”.
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Este caficultor añade que la ventaja de llevar personal de lejos es que le acompañan desde el inicio hasta que finaliza el corte de café, sin embargo, si a esta persona se le enferma un familiar, por ejemplo y decide irse, es el contratista quien pierde su inversión.
Asimismo, Rodríguez confirma que la recolecta de café solo se está haciendo con mujeres de la zona y acepta que en el corte pasado sus costos se incrementaron porque el trabajo que en años anteriores era asumido por un solo cortador de café ahora se divide entre dos personas y es él como productor quien asume otro salario.
“Yo primero paso por un barrio del pueblo San Juan del Río Coco y monto a unas diez o doce corteras de café, las llevo a la finca y contrato a un trabajador para que jale el producto hasta donde se carga la camioneta porque una mujer no posee la misma fuerza que un hombre y tampoco le voy a pagar menos, a ella”.
Problemas a futuros
El caficultor Rubén Alfaro expresa que por ahora el café se está vendiendo a buen precio, sin embargo, los insumos los están ahogando porque el abono que hasta julio pasado costaba 800 córdobas hoy supera los dos mil córdobas y la tendencia es continuar aumentando.
Precisa que las migraciones han impactado fuertemente a la caficultura por la falta de mano de obra, pero también se suman los problemas locales como la falta de agua porque el café entre más caro se venda el comprador demandan mayor limpieza y otro de los factores que está perjudicando es la ausencia de regulación en los productos como herbicidas, fertilizantes foliares, diésel para transporte, entre otros.
“El café tiene un proceso de un año aproximadamente, por ahora estamos bien, pero el próximo no sabemos”.
Remesas y división familiar
Para el presidente de la Asociación de Agricultores de León, Danilo Cortés el tema de los caficultores nicaragüenses es bastante preocupante porque además de los factores conocidos está el cambio climático.
“Se ha caído café por falta de cortadores, a pesar de que se están pagando unos precios altísimos por la caja de café, pero los costos se incrementaron para los cafetaleros”.
Añade que, pese a que el quintal de café se cotiza arriba de los 200 dólares en el mercado, ese aumento no es percibido por el productor, ya que el año pasado tenía un valor de $210, pero los costos de los insumos los están “matando”.
“A pesar de que tenemos un café de excelente calidad que se cobra muy bien en los mercados, el pobre productor solo la ve pasar. No está disfrutando de los beneficios de estar en ese rubro”.
Cortés destaca que la vida del campesino del norte es sembrar su maíz y frijoles en invierno. Sin embargo, cuando inicia el verano vende su fuerza laboral como cortador de café.
“Se gana sus centavitos en los meses de noviembre, diciembre y enero con el corte del café. Regresa a su chocita, se come sus frijolitos y con el dinero que ganó compra la mochila y los cuadernos a los chavalos y regresa el mismo ciclo el próximo año, pero cuando la cosa se le pone compleja, este campesino opta por emigrar porque visualiza a futuro mejorar las condiciones familiares. Esa es la historia de todita esa pobre gente”.
Para este dirigente la migración campesina cortadora de café es un problema socioeconómico, político y hasta sanitario.
“Yo todavía no conozco que haya una máquina especial para cortar café que es sobre loma. Aquí, el cortador va amarrado de la cintura para no caerse con todo y café guindo abajo. Yo sinceramente no veo cómo vamos a sustituir esa mano de obra. Este es un efecto de la desesperanza”.
Danilo Cortés concluye que los campesinos emigran movidos por la esperanza de alcanzar un futuro mejor y enviar remesas a sus países de origen, no obstante, considera que estas divisas también dividen el núcleo familiar.
De acuerdo con datos del Banco Central de Nicaragua, el 67% de los casi 2.000 millones de dólares fueron enviados en calidad de remesas por parte de nicaragüenses que viven en Estados Unidos. Hasta noviembre pasado se totalizó 1, 933.2 millones de dólares, es decir un 16.4% más que el año 2020.
Créditos Fotos: Óscar Navarrete