Jóvenes nicaragüenses exiliados estudian “becados” en universidades de Costa Rica
Enrique Martínez nació en Nicaragua hace 25 años. Se describe como un líder estudiantil y político, en ese orden. El año pasado recibió una beca estudiantil y gracias a esto cursa tercer año de Dirección de Empresas y primer año de Ciencias Políticas en la Universidad de Costa Rica.
Enrique dice a 100%Noticias que está dispuesto a abrazar su nueva realidad desde el exilio forzado sin permitir que la dictadura robe sus sueños de ver una nueva Nicaragua.
En 2018, su vida tuvo un giro inesperado al igual que la de miles de jóvenes universitarios que se alzaron en protestas contra el régimen dictatorial de Daniel Ortega y Rosario Murillo; que según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) dejó 355 muertos (la mayoría hombres menores de 35 años).
Hasta abril de ese año, para Enrique su única preocupación era irse bien desayunado, soportar las arduas jornadas académicas a lo largo del día y conseguir los quince córdobas de pasaje para acudir a la Universidad Centroamericana (UCA) y a la Universidad Autónoma de Nicaragua UNAN-Managua, pues en ambas casas de estudios cursaba dos carreras al mismo tiempo.
Recuerda que en la Unan-Managua solicitó apoyo económico hasta un día que se cansó de hacerlo porque supo que ante quienes aprobaban las becas estudiantiles estaba tachado como un “opositor”. “Me miraban como un opositor porque no caía en sus juegos de bajarle la cabeza, entonces nunca me brindaron un apoyo”, analiza.
La situación de Enrique en Costa Rica, es diferente ahora. Lejos quedaron sus preocupaciones por el almuerzo o el pasaje del transporte público que lo llevaría hasta la universidad.
Les tomó casi un año volver a la Universidad, y fue gracias a las becas académicas otorgadas por la Red Internacional de Derechos Humanos-Europa (RIDHE). Ridhe ha entregado más de 100 becas en Nicaragua y Costa Rica. Ridhe informó que continuará apoyando a los estudiantes hasta finalizar sus estudios.
Ridhe promueve un programa europeo para jóvenes exiliados denominados “Educación en Emergencia” que cuenta con Becas que tienen el objetivo de contribuir a asegurar mayor cobertura, inclusión y equidad educativa para la construcción de una sociedad más justa, mediante el otorgamiento de becas académicas y de manutención. Asimismo, Ridhe está previendo en 2024 impulsar a los estudiantes a aplicar los conocimientos adquiridos para fortalecer su formación profesional mediante prácticas, estadías o residencias profesionales en los sectores productivo o social, aseguraron a 100% Noticias.
Enrique confiesa que tomar la decisión de volver al salón de clases fue un verdadero desafío y nada sencillo pues al inicio se vio confundido por las dificultades al ingresar a un programa de becas que le permite “empezar de cero” su vida académica. Pero felizmente lo logró.
“Mi único interés aquí en Costa Rica es salir bien en mis clases para desarrollar toda mi actividad académica y sacar adelante ese proyecto de vida”, añade que su motivación de superación también está vinculada al presente y futuro de Nicaragua.
Enrique es parte de la población estudiantil nicaragüense que desde el exilio consideran que la dictadura de Nicaragua les arrebató prácticamente toda su vida hace cinco años.
Dice que se imaginaba para estas fechas estar ejerciendo su profesión dentro de su país pues ignoraba que las circunstancias políticas los obligarían a tocar puertas en Costa Rica.
“La dictadura no ha podido derrotar el sentimiento de cambio y transformación social y política que está presente en los jóvenes nicaragüenses y por eso yo veo que desde el momento que recuperé mis estudios yo derrote a la dictadura y le di una lección de que por más daño que haga vamos a continuar luchando por transporte sacar adelante Nicaragua desde donde estemos”, expresa convencido Enrique Martínez.
Fue un desafío retomar su vida académica
La granadina Gema Martínez llegó a Costa Rica en septiembre de 2021 tras huir de la persecución policial durante tres meses en el interior del país. “Mi familia me llamó para decirme que saliera del lugar donde estaba porque en cualquier momento me iban a detener y la misma noche salí rumbo a la frontera sur bajo condición de exilio”, recuerda.
Gema aclara que en su caso no logró ser expulsada de la universidad porque previamente se había involucrado en el activismo político con organizaciones civiles de su departamento y había puesto en pausa sus estudios superiores.
Sin embargo, al llegar a Costa Rica estudió las opciones disponibles para retomar una nueva vida y por ende su carrera universitaria. “Me Fijé que ya era muy tarde para inscribir mi examen en la UCR (Universidad de Costa Rica) entonces lo que hice fue esperar a que abrieran las inscripciones para la convocatoria de exámenes”, rememora.
Gema compartió la noticia con su familia y observó que su posible regreso a la universidad también fue positivo para los suyos.
“A mi familia le sirvió muchísimo como una especie paliativa para sobrellevar la situación de exilio y separación que esto significa”, dice.
“Yo apliqué a la beca y salí dentro del grupo favorecido y actualmente estoy estudiando la carrera de Relaciones Internacionales en la Universidad Latina de Costa Rica, estoy por empezar el segundo cuatrimestre la semana que viene y me ha ido bastante bien”.
Gema concuerda con Enrique en que el sistema académico costarricense es superior al nicaragüense y las demandas al estudiantado becado son mayores, sin embargo, ambos insisten que para ser parte del cambio de Nicaragua, los profesionales primero deben ser capacitados para un futuro de transición de la dictadura hacia la democracia, porque “no es suficiente desear cambiar Nicaragua, también se debe estar capacitado para ese cambio”, puntualizan.
Actualmente, Gema divide su tiempo entre su trabajo para sostenerse en el exilio y los estudios. “Es una derrota para la dictadura de Ortega porque nos estamos preparando para ser mejores seres humanos y mejores ciudadanos que regresaremos a reconstruir Nicaragua, a darle todo lo mejor de nosotros con la preparación que estamos teniendo”, concluye.
No le dará gusto a dictadura verlo “acabado”
Elison Altamirano estaba por empezar el cuarto año de Comunicación Social con una beca en la Universidad Juan Pablo II de Nicaragua cuando en julio de 2022, recibió una advertencia de parte de miembros del partido sandinista que su nombre andaba en lista y abandonó el país y sus estudios por temor a ser encarcelado.
Se refugió en Costa Rica e indagó de algunas oportunidades y se inscribió en la Universidad Internacional de Las Américas gracias a que también fue favorecido con una beca completa por el programa RIDHE que le cubre todos sus gastos académicos a cambio de mantener alto el promedio.
Elison narra que cuando él se inscribió en la universidad de Costa Rica se llenó de tristeza porque conoció que su antigua universidad había sido despojada de la personería jurídica al igual que ha ocurrido con al menos 17 casas de estudios superiores y más de 3,000 organizaciones no gubernamentales en Nicaragua.
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“Cuando le quitan la personalidad jurídica a la Universidad fue un golpe bastante duro para mí, ya que representaba la pérdida total de mis notas académicas y antes de ser becado trabajé fuerte para pagar mis estudios. No se me permitió traer mis notas”, señala.
Elison dice que no le dará el gusto a la dictadura de “verlo acabado”. Aunque sigue pagando el precio de empezar de cero sus estudios universitarios se ha propuesto convertirse en un profesional con título.
“Las personas que nos estamos preparando estamos derrotando a Daniel Ortega y Rosario Murillo porque hemos encontrado segundas oportunidades gracias a Dios y a otras personas. Nos seguimos preparando para en un futuro regresar a Nicaragua a reconstruir el país que nos ha arrebatado Daniel Ortega”, precisa.
Estudiar es luchar contra dictadura de Nicaragua
Marjourie Duarte Rivera estudia derecho en una universidad privada de Costa Rica, al igual que los anteriores estudiantes ella recibió una beca de RIDHE para retomar sus estudios, dice que el proceso no le fue fácil pues además de esperar un año a su solicitud realizó la equiparación del diploma de Bachiller de Ciencias y Letras, sumado a los choques culturales y la metodología de enseñanza y evaluación que es distinta.
Para Marjourie, regresar a las aulas de clases es la confirmación de retomar las riendas de su vida que la dictadura de forma directa o por sus esbirros le habían arrebatado. “Volver a la Universidad es un mensaje claro y contundente al dictador que sigo luchando contra su sistema de analfabetismo y adoctrinamiento”, señala.
Además, de estar enfocada en sus metas profesionales, Marjourie se dice para sí que regresará a Nicaragua con más herramientas y conocimientos desde el exilio y señala convencida “seguiré denunciando los atropellos a la educación y autonomía universitaria”.
Cuenta que en los últimos cinco años esta es la tercera vez, que se convierte en la “nueva de la clase”, puesto que las primeras dos ocasiones intentó concluir sus estudios en Nicaragua y le fueron negadas.
La primera vez fue en 2018 que tras unirse a las protestas antigubernamentales, fue expulsada de la UNAN-Managua, universidad en la cual cursaba el quinto año de la carrera Antropología Social.
La segunda vez que quiso retomar sus estudios fue en noviembre de ese mismo año cuando empezó a estudiar derecho en una universidad privada y los asedios de los operadores sandinistas la obligaron a exiliarse en junio de 2021.
Se llevarán lo mejor de Costa Rica para Nicaragua
A cinco años de represión en Nicaragua y un futuro incierto que algunos economistas pronostican como desalentador, los jóvenes nicaragüenses desde su exilio coinciden en que el país merece ser amado y añorado sin importar las circunstancias que los empujaron a huir porque todos quieren volver a la nación que los vio nacer y crecer.
Algunos como Ricardo Zeas se sienten solos en un país que les recuerda que no es su hogar porque sus familiares y amistades todavía viven en Nicaragua.
Aprendió a vivir en Costa Rica sin ese “calorcito” que dice únicamente sentir en su país, pero el choque cultural que todavía enfrenta fue necesario para resguardar su seguridad y libertad.
Pero dice sentirse esperanzado al volver al salón de clases. “Encontré un rayo de esperanza, al momento que logré retomar mi carrera universitaria de Derecho”.
Cuenta que sus estudios cursados en la Universidad Politécnica de Nicaragua (UPOLI) y su activismo político en la Unidad Estudiantil Universitaria lo hizo rehén de los asedios y persecuciones que desencadenaron en su exilio forzado.
Sin embargo, Ricardo explica que estos cambios positivos también están acompañados de dificultades como las “económicas” porque para sobrevivir hay que “rebuscarla”.
Agrega que desea que esta oportunidad de estudiar que tocó sus puertas, también alcance a otros jóvenes exiliados que llegaron hace un tiempo o están por llegar a Costa Rica “porque tenemos una misión primero derrocar a la dictadura y segundo reconstruir nuestro país con todo lo aprendido y construir esa nación democrática con justicia y con libertad que todos deseamos”.
La vida aquí en Costa Rica es “demasiado cara”
Hasta 2018, Cristian Méndez, era un estudiante becado de la carrera de Ingeniería Agrícola de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI) que conmovido con la represión estatal participó de las protestas antigubernamentales y ante el temor de ser capturado sus padres decidieron enviarlo a Costa Rica para resguardar su vida.
Cristian explica que Costa Rica es un país “muy caro” en donde no había podido acceder al sistema educativo porque tenía la prioridad de trabajar para sostenerse.
“Para nosotros los jóvenes nicaragüenses que estamos trabajando para sobrevivir en un país que no es de nosotros no tenemos la oportunidad de sostener los costos de una universidad y para acceder a una universidad pública uno tiene que estar cien por ciento dedicado a la universidad y no podemos hacerlo porque no tenemos apoyo de otras personas”, señala.
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Cristian reconoce la importancia de ser beneficiado con esta beca universitaria de RIDHE para que él y demás compañeros puedan continuar sus estudios superiores en Costa Rica, que de otra forma fuera imposible dada su condición de migrante.
“Es muy bueno este empujón, porque nosotros no podemos costear la vida tan cara aquí en Costa Rica y como jóvenes tenemos que seguir capacitándonos”, reflexiona.
Realidad universitaria en Nicaragua
A cinco años de las protestas antigubernamentales se desconocen las cifras oficiales de estudiantes expulsados de las universidades públicas de Nicaragua. Hasta ahora la Unan-Managua ha sido la única casa de estudios que públicamente aceptó la sanción aplicada a 82 universitarios, sin embargo, la cantidad real pudo ser mayor, así lo revela el Libro Blanco, publicado en marzo de 2021.
De estos 82 estudiantes afectados, el Movimiento Acción Universitaria junto al Foro de Educación y Desarrollo Humano de la Iniciativa por Nicaragua (FEDH-IPN) lograron verificar 69 casos. Los cuales corroboraron que cursaban entre el tercer y quinto año de sus carreras. Y constataron que 41 son varones, 26 mujeres y dos transgénero. A 52 de ellos les aplicaron falta grave y a seis faltas muy graves, 11 de ellos no respondieron, pero a todos les expulsaron de forma definitiva.
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Entre los principales hallazgos el Libro Blanco se evidenció las violaciones de derechos humanos contra el sector estudiantil a través de las autoridades universitarias como también la organización estudiantil Unión Nacional de Estudiantes de Nicaragua (UNEN) y sindicatos oficialistas que “también fueron cómplices de la persecución, desalojo, expulsión y exilio de los estudiantes que ejercieron las protestas” en el año 2018.
El Libro Blanco concluye que desde el 2007, con la llegada de Daniel Ortega al poder, los recintos universitarios fueron utilizados como una especie de semillero para el partido oficial que para ello impuso como su brazo político a la representación estudiantil como su principal aliada.