Confidencial: 200 nicas varados en Panamá pasan hambre e imploran volver
El próximo cuatro de agosto Jessica Romero cumplirá un año de vivir en Panamá. Está resignada a que lo cumplirá, porque el Gobierno de Daniel Ortega no hace nada por más de 200 nicaragüenses que se encuentran varados en el país canalero y que ruegan por volver a su patria ante la pandemia mundial de covid-19.
Esta joven de 27 años se fue hace nueve meses a Panamá a buscar una mejor vida. “Mi familia es bastante humilde y fue la única manera que encontré de hacer dinero”, explica. Ganaba 600 dólares mensuales trabajando como niñera. De ese dinero, mandaba entre 100 y 200 dólares, para ayudar a su familia.
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Sin embargo, en medio de la pandemia de coronavirus, de un día a otro, sus jefes le dijeron que “ya no necesitaban” más de sus servicios. La despidieron y no le pagaron su liquidación. “Me echaron a la calle sin un centavo y por eso no pude volver a Nicaragua”, explica.
Ella trabajaba con dormida adentro. Ni siquiera la dejaron quedarse en casa. Fue a las instituciones panameñas a presentar una denuncia, pero le dieron largas y luego cerraron por el decreto de cuarentena. “Eso se resolverá después que pase todo”, le dijeron.
Una mujer puertorriqueña le está dando dormir. Pero, para comer no tiene. Se gastó todos sus ahorros y sobrevive con dinero que le envía su familia de Nicaragua. “Ellos son pobres, mi mamá vende ropa, y como puede me manda dinero, porque tampoco es que tenga el montón”, insiste.
“Es terrible estar sola en un país ajeno y no tener ni para comer. A veces como una vez o máximo dos al día cuando se puede”, cuenta.
El sentimiento que tiene Jessica cada día es de desesperación. Preferiría haber vuelto cuando podía. “Pero sin dinero, no pude agarrar un bus e irme”, dice.
Mas de 400 nicas varados
Desde finales de abril, las autoridades de Migración y Extranjería de Nicaragua cerraron las fronteras a migrantes provenientes de El Salvador, Islas Caimán y Panamá. 48 nicas que llegaron hasta Honduras tuvieron que cruzar la frontera por puntos ciegos.
Actualmente, al menos 200 nicas se encuentran varados en Panamá, 160 en Islas Caimán y 44 en El Salvador.
“Es injusto que nos nos dejen volver a nuestra patria. En Nicaragua como sea uno sobrevive, pero en un país tan caro como Panamá si no me muero de coronavirus me puedo morir de hambre”, dice Arbenis Valdivia, quien desde hace cuatro años vive en Panamá y desde hace casi dos meses se quedó sin trabajo.
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Ha tenido que vender un televisor, un teléfono que traería a un familiar cuando volviera a Nicaragua y otros electrodomésticos para poder sobrevivir. “Lo que nosotros estamos viviendo es injusto, es una crisis humanitaria que no parece despertar compasión alguna en el Gobierno de Nicaragua”, afirma.
“Somos 200 nicaragüenses, muchos de ellos son niños, embarazadas y ancianos. No tenemos nada que ver con la crisis sociopolítica, casi todos tenemos entre años de estar en Panamá, salimos como cualquier nica que busca sacar adelante a su familia, pero ya no podemos seguir aquí porque no podemos trabajar”, explica Arbenis.
Panamá, el país más afectado de la región
Panamá reporta 225 muertes y 7.868 contagios de covid-19, según el último reporte de las autoridades de salud. Es el país centroamericano con más contagios y con más fallecidos.
Se han realizado a la fecha, tras el primer caso reportado, el nueve de marzo pasado, un total de 39.093 pruebas de detección de contagio del nuevo coronavirus. El 77% de ellas han resultado negativas.
Las autoridades panameñas destacaron esta semana que siguen analizando los pasos para normalizar gradualmente al país, entre ellos el levantamiento de la cuarentena nacional indefinida decretada el 25 de marzo pasado para mitigar la expansión del virus.
Por el momento decidieron que el sábado y domingo serán de cuarentena total, como ha sido en las últimas semanas.
“Mientras tanto, muchos nos quedamos sin trabajo y no tenemos ni para comer. Nadie nos está ayudando, aunque seguimos haciendo gestiones para buscar ayuda humanitaria”, insiste Arbenis.
Gobierno de Ortega guarda silencio
Este hombre originario de Jinotega empezó a conversar con amigos nicaragüenses que estaban viviendo una situación similar a la de él en Panamá. “De repente nos empezamos a dar cuenta de otros amigos, conocidos y organicé un grupo de Whatsapp en el que estamos 200 nicas sufriendo el desempleo, el hambre y el desamparo”, explica.
Sin embargo, admite que diariamente reciben solicitudes de más personas que denuncian que viven una situación similar.
El pasado 17 de abril se comunicaron con el embajador de Nicaragua en Panamá, Marvin Ortega, para solicitarle su apoyo, pero este les dijo que compraran su boleto, que no tenían ninguna forma de repatriarlos. Días después, un grupo fue a la Embajada de Nicaragua en Panamá, pero la encontraron cerrada, con avisos de números a los que llamar en casos de emergencia. “Pero nadie contesta, el Gobierno nos sigue ignorando”, apunta.
“Tenemos más de cincuenta días de estar encerrados sin la ayuda de ninguna organización. Varios tenemos visas vencidas, otros tienen permisos de trabajo, pero no hay donde trabajar”, lamentó Arbenis.
Él se ganaba la vida en una constructora, pero se quedó en la calle porque todas las obras están paralizadas. “En mi caso la persona que me alquila no me mandó a la calle, pero ya le debo un mes de renta. Es duro estar sin nada y subsistiendo mientras uno pueda”, expresa.
Explica que están tratando de abrir un canal de comunicación con las autoridades de Panamá, para que estos los ayuden a gestionar su retorno a Nicaragua, aunque se les ha dificultado por las restricciones que hay para movilizarse.
Nicas en la calle
Berman Rizo tiene tres años de trabajar en Panamá. Trabaja en una clínica privada como celador. Se siente “algo afortunado” porque es uno de los pocos nicaragüenses que sigue trabajando.
“No he dejado de trabajar porque las clínicas no cierran, pero desde el 25 de marzo me he quedado en la empresa. Aquí duermo, no salgo para nada a la calle”, explica.
Sin embargo, preferiría volver a Nicaragua. Tenía previsto viajar el 31 de marzo, pero no pudo. “En mi país me sentiría más seguro porque quiero estar con mi esposa y con mi hija”, afirma.
Muchos de sus amigos se quedaron sin trabajo e incluso fueron corridos de los cuartos que alquilaban, a pesar de que el Gobierno panameño ha llamado a la solidaridad y no sacar a nadie a la calle.
“Sigo alquilando una casa y ahí están dos nicaragüenses viviendo: un muchacho de Boaco y otro de Jinotega. Les ayudo con la comida, porque se que la situación es crítica para muchos nicas. Es triste lo que están viviendo”, dice Berman.
Menciona que muchos de los que están en el grupo de WhatsApp escriben todos los días desesperados porque no tienen ni qué comer y quieren volver.
“Si hubiera transporte de ciudad Panamá a Paso Canoas, cerca de la frontera, estoy seguro que muchos nicas se irían. Hay algunos que están desesperados y quieren incluso ir en una caravana a pie”, cuenta.
Hace un llamado al Gobierno de Daniel Ortega a que los escuche. “De ellos depende de si nos morimos de hambre, o nos dejan regresar a nuestra patria”, insiste.
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“Nosotros queremos regresar a la patria donde pertenecemos. Esto no se trata de política. Aunque algunos salieron por el problema sociopolítico que vive Nicaragua, muchos somos migrantes de toda la vida y no tenemos otra alternativa que pedir un viaje humanitario”, manifiesta.
Además Berman afirma que todos están dispuestos a pasar por revisión médica si los dejan volver a Nicaragua. “No vamos a llegar a infectar con coronavirus a nadie. No se trata de eso. Incluso estamos dispuestos a que nos aíslen en cuarentena”, expresa.