¡Se busca agua potable en Bluefields!: la larga sequía de esta ciudad caribeña
El campanario blanco y el techo rojo de la Iglesia Morava que se alza al pie de la majestuosa bahía de Bluefields, en cuyas aguas navegan los pescadores en pequeños cayucos, es la postal que más resalta de esta ciudad, ubicada en la Costa Caribe Sur de Nicaragua. Bluefields es un escenario alegre, desordenado y sobre todo rodeado de agua… por eso resulta difícil imaginar que esta localidad caribeña no cuenta con servicio de agua potable para saciar la sed de sus pobladores.
Pese a que es la ciudad más importante del Caribe Sur, con más de sesenta mil habitantes distribuidos en diecisiete barrios, el sistema de agua potable, así como el acueducto de Bluefields, es el más deficiente en Nicaragua, un país en el que el acceso al agua es problema común.
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La red de la Empresa Nicaragüense de Acueductos y Alcantarillados (ENACAL) en esta ciudad puerto tiene un bajo número de conexiones domiciliares. Apenas el 11.5% de la población cuenta con una toma de agua. Para empeorar las cosas, la calidad del servicio es pésima: los habitantes pagan por consumir agua salobre y el flujo no es constante. En promedio, los grifos en Bluefields solo tienen agua durante cuarenta y cinco minutos al día. El resto de la población, unas veinte mil viviendas, sacia la necesidad de agua en pozos domiciliares y comunales. Una sed recurrente que data de hace décadas.
Lo irónico es que el Estado de Nicaragua ha invertido en los últimos veinte años más de setenta y seis millones de dólares provenientes de la cooperación internacional para paliar la falta de agua potable en Bluefields. Varios proyectos han sido ejecutados, pero no han dado los frutos esperados: las tuberías blufileñas siguen secas. ¿Por qué? Esa es la gran pregunta que ronda a los ciudadanos caribeños que están hartos, sostienen, de “mendigar” agua.
El último proyecto millonario
En el año 2016, ENACAL adjudicó el proyecto de agua potable para Bluefields a la empresa internacional Ludwig Pfeiffer Hoch - Und Tiefbau. Una obra ambiciosa que pretende traer agua a Bluefields desde los Ríos Silva y Kukra, ubicados a unos cuarenta kilómetros al sur de la ciudad. El presupuesto total del proyecto es de un poco más de 33 millones de dólares y es auspiciado por la Agencia Española para la Cooperación Internacional (AECID) y la Unión Europea.
Según Miguel Torres, responsable de la obra por parte de AECID, el proyecto lleva una ejecución acumulada de 31,31 millones de dólares, lo cual representa un poco más del 95% del presupuesto. Sin embargo hasta la fecha, más del 88% de hogares en Bluefields siguen sin agua potable.
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“Ya se ha realizado de manera satisfactoria la prueba de bombeo hasta el tanque de carga, que se localiza a unos seis kilómetros de los ríos donde se capta el agua. Ahora hace falta realizar la prueba de suministro hasta la ciudad”, dijo Torres.
Ni Enacal ni AECID han explicado qué tan sostenible será traer agua desde una distancia de cuarenta kilómetros. Hay una serie de interrogantes planteadas por expertos en la materia que tampoco han sido respondidas, como por ejemplo cuánta energía eléctrica se requerirá para el bombeo de agua desde tan lejos. Otra pregunta es cómo repercutirá ese costo en la factura que llegue a los usuarios.
La sostenibilidad y permanencia a lo largo del tiempo es uno de los principales desafíos de este tipo de proyectos dice el experto en el tema de agua, Samuel Amador. Antes del actual proyecto, ENACAL inauguró una planta desalinizadora en 2006. La planta costó 8 millones de dólares y fue un fracaso: dado su alto costo de mantenimiento, resultó insostenible. Todos estos fantasmas de obras pasadas avivan las dudas de los ciudadanos en Bluefields.
AECID explicó que el actual proyecto ha sido muy complejo desde su inicio. Primero por la localización de una fuente de agua segura debido a que las dos primeras contempladas fueron declaradas inviables: el Río Rama y Esconfran. Al final, las fuentes de captación se ubicaron en el Río Silva y Kukra River. Ese paso retrasó al menos un año el diseño e inicio de la obra.
Un factor de peso para la obra de agua fue la construcción de la carretera que conecta Bluefields con el centro y el pacífico de Nicaragua. La tubería de agua se construyó en paralelo a esta vía, de modo que, cualquier modificación que sufrió la carretera modificó la línea de conducción.
“Este factor atrasó considerablemente la obra. Se tuvo que rediseñar el trazado de la línea y adquirir en el mercado internacional, accesorios no previstos para el montaje de la tubería que no estaban inicialmente contemplados”, reconoció el responsable del proyecto de AECID.
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Otro contratiempo del proyecto, encontrado en el trayecto de la tubería, fueron ocho suampos. Se tuvo que construir ocho puentes metálicos para sostener la tubería.
De acuerdo a ENACAL, hasta el mes de mayo de este año 2020 se ha avanzado el 93% del proyecto. Alina Lagos, Directora de Ejecución de Proyectos, dijo que los cuatros componentes del proyecto estarán concluidos entre septiembre y octubre del presente año. Se solicitó entrevista con un funcionario de ENACAL pero no contestaron nuestra solicitud ni el cuestionario que se les hizo llegar.
El alcalde de Bluefields, Gustavo Adolfo Castro Jo, cree que el nuevo proyecto tiene sostenibilidad financiera. “Se trata de un sistema que tendrá una duración de unos veinticinco años. Ese es un tiempo que permite recuperar la inversión. Inicialmente, se atenderán doce mil viviendas, pero la demanda es quince mil familias”, dice y argumenta que la población de Bluefields, tiene un crecimiento anual del 3%.
Otra vez, desconfianza de la población
Los atrasos en el proyecto de agua financiado por España y la Unión Europea ha encendido en Bluefields la desconfianza. No es la primera vez que les prometen acabar con los problemas de agua potable en la ciudad, ni este ha sido la única obra anunciada con bombos y platillos que ha fracasado en las últimas dos décadas.
Gustavo Castro Jo, actual alcalde de Bluefields, afirma que el sistema de agua potable de la ciudad está obsoleto. “La actual red de abastecimiento de ENACAL, se construyó en los años cincuenta, pero colapsó en 1988, con el paso del huracán Juana. Desde hace veinte años, solo se han realizado reparaciones, cambio de tuberías, suministrando agua salobre unos cuarenta y cinco minutos al día, tres veces por semana”, sostiene el edil.
Desde el año 1999, la comunidad internacional ha invertido en cuatro grandes proyectos para proporcionar agua potable, siendo el monto total de esas inversiones, 76 millones de dólares. Al dividir esa cifra, se han invertido 1,267 dólares, por cada poblador para agua y saneamiento, pero aún no hay agua en las tuberías.
En el pasado, los principales aportes han venido de los gobiernos de España y Canadá. Todos han sido canalizados a través de ENACAL. Entre 1999 y 2002, con fondos del gobierno de Canadá, se invirtieron un poco más de cuatro millones de dólares, en un proyecto que se llamó “Abastecimiento de Agua Potable y Tratamiento de las Aguas Residuales para la Ciudad de Bluefields”.
Este fondo de Canadá se utilizó para la realización de estudios detallados de la fauna y flora de la ciudad, así como estudios de factibilidad, para la construcción del sistema de agua potable y saneamiento. Samuel Amador, miembro del equipo ejecutor de ese proyecto, considera que se tomaron con mucha responsabilidad, todos los detalles para hacer los estudios.
“La propuesta más factible que se recomendó en ese momento, fue la cuenca del Río Esconfran, a través de la construcción de una laguna y el manejo del tema de reforestación. También recuerdo que un área cercana a Rama Cay, fue el sitio recomendado, para la ubicación de la zona de tratamiento de aguas residuales”, asegura Amador.
La Agencia Canadiense de Desarrollo Internacional (ACDI), en conjunto con ENACAL, tenían avances en todos los estudios. Habían ubicado a los posibles donantes para financiar el proyecto, valorado en cuarenta millones de dólares. “Sin embargo, en el año 2002, apareció la empresa española BEFESA-GRUPO SETA, y de un día para otro “convencieron” al gobierno de Nicaragua que, lo mejor era instalar una planta desalinizadora”, recuerda Amador.
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La planta desalinizadora resultó improductiva por su costosa operación. Fue insostenible y no mejoró la situación de agua potable en la ciudad. La responsabilidad del proyecto estuvo a cargo de ENACAL. En julio del año 2006, el entonces presidente de Nicaragua, Enrique Bolaños, hizo un acto de inauguración. Sin embargo, nadie en Bluefields tenía agua en ese momento. Lo llamativo es que eso sucedió en año electoral, dominado por la promesa de acabar con el problema de agua potable de la ciudad. Una cantaleta política que pasados los comicios, nunca se concretó.
El Instituto de Estudios Estratégicos y Políticas Públicas (IEEPP) publicó en el año 2015 un estudio de caso sobre contrataciones públicas, titulado “Agua Salada para Bluefields” que expone el desafio de este tipo de inversiones.
“Pero tres años después de inaugurada la obra (2009), los pobladores de Bluefields, reciben agua salada y con resto de heces. La planta desalinizadora, se encuentra en mal estado y ENACAL requiere de tres millones de dólares, para completar el proyecto. Los actores, deslindan su responsabilidad en relación a los resultados de la obra. La actual administración de ENACAL aseveró, en una nota de prensa oficial que, “la planta desalinizadora instalada en el 2006 durante el gobierno de Enrique Bolaños en Bluefields, fue mal diseñada y adolece de un sinnúmero de defectos técnicos”, es parte de la información que ofrece el informe del IEEP.
Luego, llegó el proyecto de AECID y la Unión Europea. Con todo y sus retrasos, en un año preelectoral, la promesa de acabar por fin con la sed de Bluefields, resuena otra vez entre los políticos. Sin embargo, la desconfianza de la ciudadanía es patente.
Jhonny Hodgson Deering, Delegado del gobierno de Daniel Ortega en el Caribe Sur, ha prometido a los ciudadanos que en agosto de este año 2020, el proyecto de AECID y la Unión Europea comenzará a funcionar. “Ahora sí, en agosto de este año habrá agua potable las veinticuatro horas del día, los trescientos sesenta y cinco días del año. A la hora que se te ocurra abrir la llave habrá agua”, prometió el político sandinista. Sin embargo, a las puertas del mes de agosto, las tuberías siguen secas en Bluefields.
“Muchas veces nos han mentido. A un año de las elecciones, esperamos que este proyecto no sea otro fraude más del gobierno, al igual que los anteriores”, dice un ciudadano del Barrio San Pedro, quien prefiere omitir su nombre.
Dolene Miller, lideresa afrodescendiente, es cautelosa respecto a la sostenibilidad del nuevo proyecto “por lo que ha ocurrido con proyectos anteriores”, dice. “La gente tiene muchas expectativas e incertidumbre, porque ya vimos que en setenta años que tiene el antiguo sistema de agua, no renovaron nada; ahora están con un proyecto que tiene más de cuatro años, con las calles destruidas y nadie sabe cuándo concluirá”, señala Miller.
Y agrega: “hemos visto que otras comunidades del país, que son más pequeñas, han tenido mejores oportunidades. Todo indica que nuestras necesidades en la Costa Caribe, han sido relegadas a un segundo plano”, crítica Miller. A la vez enfatiza que, la municipalidad ha sido muy negligente para atender el desorden urbanístico de la ciudad y la falta del agua y alcantarillado.
Calidad de agua: heces fecales humanas y animales
Las personas en Bluefields han encontrado diversos modos para poder obtener agua para su consumo, pero la más común es contar con pozos personales, aunque eso no garantice al 100% la calidad del líquido.
Solo las familias con ingresos medios y altos pueden instalar su propio sistema de agua en el hogar. La inversión de un sistema propio asciende a unos dos mil dólares. Esto incluye la excavación del pozo, la instalación de anillos de cemento en las paredes del hueco, un tanque de almacenamiento, una bomba de agua y un sistema de tuberías para la distribución. Eso sin meter otros accesorios y mano de obra. Por esa razón, la mayor parte de la población construye pozos con una profundidad promedio de treinta pies. A esa profundidad solo encuentran mantos acuíferos superficiales.
Bluefields tiene serios problemas de contaminación, que inciden negativamente en la salud de su población. Los principales retos son el mal manejo de desechos, falta de tratamiento de las aguas residuales, la cantidad de letrinas sin tratamiento y la poca profundidad de los pozos.
BlueEnergy, un organismo no gubernamental con presencia en la ciudad, informó que el 98% de los más de diez mil pozos domiciliares de la ciudad están contaminados con la bacteria Echerichia coli, causante de severas infecciones urinarias e intestinales.
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Esta bacteria se encuentra en las aguas debido a la contaminación fecal humana, animal o de aguas residuales. Se encuentra normalmente en el intestino del ser humano y de animales. Debido al mal manejo de las letrinas y aguas superficiales, va a caer a los pozos.
De acuerdo a Sandra Pavón, gerente en Nicaragua de blueEnergy, solo el 9% de la población tiene acceso al agua potable en Bluefields, y un 20 % tiene acceso al sistema de saneamiento.
Según el boletín epidemiológico del Ministerio de Salud (MINSA), las enfermedades asociadas con el agua, como dengue, diarrea y gastroenteritis infecciosa, se ha incrementado en los últimos tres años en Bluefields, siendo la segunda enfermedad, después de la neumonía y es la tercera enfermedad que causa mayor hospitalización de la población en general. Durante el año 2019, se reportaron trescientos sesenta y dos casos de diarrea y gastroenteritis infecciosa. Todos los pobladores están expuestos.
Eva María Martínez vive en el Barrio San Pedro, en el sector conocido como el “Pericón”, en la entrada a Bluefields. Su familia está integrada por seis miembros, cuatro menores y dos adultos. Todos ellos consumen agua en un pozo de cuarenta y ocho pies de profundidad. Pero solamente lo utilizan para los quehaceres del hogar.
“El agua para beber, la conseguimos en un pozo del vecino, y para lavar la ropa caminamos una hora a un caño”, relata Martínez. La mujer no cuenta con recursos económicos para instalar un sistema que le permita tener agua con mayor calidad.
“No hay plata para poner una bomba, solo un mecate para jalar el agua es caro, ahora esas otras cosas que usan es imposible”, dice. Según ella, hasta el momento nadie ha llegado a su casa para preguntarle si va a instalar el servicio de agua del nuevo proyecto financiado por la AECID y la Unión Europea, pese a que los funcionarios sandinistas, programan el inicio de las operaciones, para el mes de agosto próximo.
Los pobladores de Bluefields son escépticos ante la calidad del agua que pueda proveer el proyecto, debido a que durante años, ENACAL, solo les ha entregado agua salobre.
Incógnita: ¿cuál será el costo del servicio?
“Si esa agua es buena y de calidad, pagaré el servicio. Si es la misma agua sucia y salada, no pagaré ni un centavo”, asegura Gay Sterling, quien vive en el Reparto Miraflores en el Barrio Santa Rosa. Teme que ese nuevo servicio de agua sea muy caro. “Yo y mis generaciones pasadas hemos crecido jalando agua de los pozos, no me interesa estar pagando agua cara. Lo seguro es lo que he hecho toda la vida”, afirma la mujer afrodescendiente.
En la actualidad, los costos de facturación de agua salobre que provee ENACAL, son variables en Bluefields. Por ejemplo, una familia con seis miembros puede pagar un promedio de doscientos córdobas mensuales por el servicio, que sólo llega menos de una hora diario a las tuberías. Un pequeño negocio factura unos cuatrocientos cincuenta córdobas mensuales. ¿Cuánto podría pagar esta misma familia y negocio en el hipotético caso que el sistema de agua en Bluefields, funcione las veinticuatro horas ininterrumpidas? Es algo que tampoco aclaran las autoridades de ENACAL.
Argenis Terry Chavarría tiene tres años de ser el propietario del Hospedaje “El Tucán”, ubicado cerca de la Bahía de Bluefields, en el Barrio Central. Señala que actualmente el agua llega a su negocio entre cuarenta y cinco y sesenta minutos, tres veces por semana.
“Tenés que levantarte temprano, porque llega entre las cinco y seis de la mañana, se recoge el agua en barriles y se guarda para el uso de los huéspedes. Cuando el agua no viene, tenemos que pagar para conseguir el agua en algún pozo”, dice Terry Chavarría. En el verano el problema es mayor, porque, en algunas ocasiones no hay servicio hasta ocho días. “En el verano tenemos que pagar más a los que jalan agua, porque tienen que traerla de más largo, ya que la mayoría de pozos se secan”, lamenta.
Estos días son claves para Bluefields. Otra promesa para acabar su larga y salada sequía está a punto de ser cierta o falsa, como ha sucedido en el pasado. En las calles de esta capital caribeña, con 117 años de haber sido elevada a categoría de ciudad, lo que más desean sus ciudadanos es que el agua corra a través de sus grifos… pero agua de la que consumen los humanos, no salobre, sin heces fecales y de forma ininterrumpida.
Reporte Especial de Ileana Lacayo, Suyén Sánchez y Jesús Salgado