Monseñor Silvio Báez: los profetas son necesarios para denunciar estructuras injustas y los poderes opresores
En su homilía de este domingo Monseñor Silvio José Báez, reflexionó sobre la importancia de tomar conciencia para ser corregidos por los demás cuando nos equivocamos,la obligación de cuidar de los otros, ayudándoles a descubrir sus errores y apoyándolos a encontrar el camino recto y el rol de los profetas en la sociedad.
Báez aseguró que “la palabra del profeta es necesaria en la sociedad para mantener vivo el sentido de la verdad y las exigencias de la justicia y también para denunciar las estructuras injustas y los poderes opresores que dañan al ser humano. Son necesarios los profetas. Una sociedad sin profetas se vuelve cada vez más injusta y cae en el despeñadero de la corrupción; una Iglesia sin profetas se deshumaniza y se acomoda".
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El obispo auxiliar de Managua recordó que incluso los profetas tienen que "advertir al malvado de su maldad, el malvado morirá, pero el Señor pedirá cuentas de su muerte al profeta (Ez 33,8)" y como parte de esa misión profética y responsabilidad "no duda en denunciar todo aquello que se opone a su voluntad, aunque muchas veces esto atraiga sobre él la persecución e incluso la muerte" advirtió Báez.
De igual manera hizo énfasis acerca de la corrección fraterna “este camino de corrección fraterna supone relaciones maduras y deseo sincero de ayudar a los demás. Debería ser el modo normal de corregir a los demás y resolver los conflictos en la Iglesia, en las parroquias, en las comunidades y los movimientos cristianos, y también en las familias, en las relaciones entre esposos o entre padres e hijos. Antes del resentimiento y el chisme, se debe imponer la caridad y la búsqueda del bien del otro a través de una delicada corrección hecha con respeto y caridad" dijo el Obispo Auxiliar de Managua, quien está en el exilio en Miami.
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El religioso finaliza diciendo que “una comunidad que busca a quien se ha descarriado, corrige, acoge y perdona, se vuelve signo de Dios, como lo fue Jesús. El amor mutuo, expresado en forma de armonía entre los hermanos y como acogida misericordiosa de quien ha cometido el mal, nace y se cultiva en la oración, en donde los hermanos se encuentran para dialogar entre sí y con Dios y para decidir y discernir a la luz del evangelio”.
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