Monseñor Báez: “No necesitamos personas duras de corazón y rígidas de mente”
Monseñor Silvio Báez llamó a los creyentes a dejar a un lado los señalamientos y acusaciones, y abrir el corazón al amor y perdón. “Es una invitación a cada uno de nosotros a ser conscientes de que somos pecadores, y a dejar caer de nuestras manos las piedras de la denigración y de la condena que lanzamos contra los demás”.
En su homilía, Báez reflexionó sobre la actitud de Jesús frente a la mujer que había sido hallada en “flagrante adulterio” y que, según la ley de Moisés, debía morir apedreada. Sin embargo, Jesús decidió no condenarla, sino que extendió su mano para levantarla cuando era acusada.
“Jesús no cae en la trampa. No acepta ser juez de nadie. Más bien, en vez de elevarse como juez. Jesús quiere enseñarnos que la religión auténtica no puede ignorar la fragilidad de los seres humanos que han sido creados con polvo de la tierra (...) La auténtica religiosidad y el verdadero culto a Dios consiste en introducir el amor y la misericordia de Dios dentro de la fragilidad, la pobreza y la debilidad humana” dijo
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El religioso señaló que aquellos hombres religiosos que acusaban a la mujer somos nosotros cuando no nos detenemos a reconocer con humildad nuestros defectos, pero estamos atentos a descubrir las faltas de los demás.
“Aquellos hombres religiosos somos nosotros cuando invocamos a Dios con los labios, pero lo negamos tratando a los demás sin comprensión ni misericordia, incluso murmurando y haciendo chismes de sus faltas”, expresó
Báez instó a los creyentes a seguir los pasos de Jesús que no condenó a aquella mujer pese a que los acusadores de la mujer estaban llenos de furia.
“Solo cuando rompemos el muro de nuestra hipocresía religiosa y abrimos el corazón a la verdad, somos capaces de ser misericordiosos. Cuando reconocemos con humildad que somos seres humanos pecadores, débiles y frágiles, pero amados y perdonados por Dios, ya no somos capaces de condenar despiadadamente a los demás”
Agrega “Esta escena del evangelio es una invitación a cada uno de nosotros a ser conscientes de que somos pecadores, y a dejar caer de nuestras manos las piedras de la denigración y de la condena que lanzamos contra los demás”.
El prelado dijo que Jesús nos enseña hoy que no es nuestro arrepentimiento el que provoca el perdón de Dios, sino que es el perdón de Dios el que causa en nosotros el arrepentimiento y el cambio de vida.
“No necesitamos gente que tire piedras contra otros; no necesitamos personas duras de corazón y rígidas de mente, sino personas que sepan comprender, que sean sensibles para ayudar y fuertes para perdonar. Si hubiera que condenar algo, lo que hay que condenar siempre es el legalismo que oprime a los hombres, el fariseísmo que fomenta la hipocresía religiosa, y la intolerancia cruel que señala con el dedo, juzgando o marginando a los demás”
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Báez concluyó que siempre hay que elegir la misericordia porque no ayudamos a nadie; tirando piedras a los que caen no cambiaremos el mundo.
“Lo que muchas personas necesitan no es la condena de la religión, sino que alguien las ayude y les ofrezca una posibilidad de rehabilitación. Lo que la mujer adúltera necesitaba no eran piedras, sino una mano amiga que le ayudara a levantarse. Jesús la entendió y nos invita a que hagamos nosotros también lo mismo”
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