Periodista deja la redacción para dedicarse a promover ancestral legado familiar en Nicaragua
Tras ejercer por casi una década su profesión como periodista en los principales periódicos de Nicaragua, Ramón Potosme, de 35 años y perteneciente a la etnia indígena Chorotega, ha decidido dedicarse a cultivar plantas ancestrales y medicinales. Esa fue -explica- la principal herencia que le dejó su padre.
En una localidad ubicada a unos 50 kilómetros al sur de Managua, Potosme estableció junto a su esposa Rótsen López Rodríguez -quien también es comunicadora- un vivero al que bautizó como “Nambume”, que significa “corazón” en lengua Chorotega.
En Nambume cultivan plantas medicinales, ancestrales, cítricas, y ornamentales, que además venden a precios que oscilan entre 40 córdobas (equivalente a 1 dólar aproximadamente) y 100 córdobas (3 dólares).
“Yo me siento absolutamente pleno. Creo que soy muy feliz en lo que hago y creo que eso tiene que ver con la conexión con todos los seres vivos y con la madre tierra, y eso es sumamente importante”, dice Potosme vía telefónica a la Voz de América.
El comunicador admite que las personas le preguntan sus razones para dejar atrás su profesión. Suele responder -explica- que en realidad no lo hizo.
“Al final nosotros estamos haciendo otro tipo de comunicación. Nosotros hablamos de plantas medicinales, hablamos de sistemas de cultivo ancestrales y estamos informando. La gente está conociendo y la comunicación es una disciplina muy amplia”, agregó.
La pareja hace parte de su trabajo a través de las redes sociales, informando en videos sobre las plantas que cultivan y la aceptación ha sido tal que ha ido creciedo el contenido sin pagar publicidad, comentan.
“Todo es orgánico, sin un peso de publicidad y estamos muy felices así, trabajando de esa manera. Tenemos toda una comunidad prácticamente que nos sigue, nos pregunta y nos hace sentir muy bien que la gente haya cambiado mucho su forma de vida”, señala Potosme.
En la página de Facebook del Vivero Nambume, el comunicador publica videos para explicar en compañía de su esposa detalles de los cultivos que tienen en el lugar. En junio, por ejemplo, dedicó un video a explicar a sus seguidores las diferencias entre lo que es "chilote” o “elote”.
“Estamos en el cultivo del maíz negro y está listo para la cosecha, este fin de semana vamos a ofrecer los productos de maíz tierno", añadió Potosme.
En el vivero que es 100 % orgánico hay unas 15.000 plantas cultivadas por la pareja. Algunas de ellas son antiguas. Dice que muchos de los que se acercan al lugar lo hacen para conocer un poco sobre la etnia indígena.
“Hay gente que viene acá y se sorprende de un montón de cosas que no conocía sobre los Chorotegas”, prosigue Potosme.
La experiencia de vivir en una choza y rodearse de la naturaleza
Potosme vive junto a su esposa y su hijo de siete años en una pequeña choza, que es una casa hecha de troncos y cañas, cubiertas con paja.
Asegura que la construyó junto a su familia, que vive en otras chozas alrededor. “Venimos de una familia de siete hermanos y todos vivimos juntos como una comunidad”.
Ambos comunicadores están satisfechos por varias razones, pero una de ellas -destacan- es que las personas una vez que los visitan salen con una perspectiva diferente sobre la naturaleza y con renovado orgullo por sus ancestros.
“Hay gente que ha cambiado sus patios, por ejemplo. Platican con nosotros, ven lo que hacemos y luego arrancan su cemento y ponen plantas, y cambian su forma de ver la vida y la forma de ver la tierra que tienen a su alrededor”, explica.
La decisión de vivir en una choza, dice Potosme, responde al deseo "de reivindicar el sistema de construcción ancestral”.
El sitio donde viven cuenta con una pequeña sala, cocina y una parte que ocupan como bodega. “Básicamente esa es nuestra vivienda y es una estructura que recoge estrictamente el diseño ancestral. El trabajo que se hizo ahí es sin clavos, prácticamente sólo amarrado con bejucos del monte y luego tiene su estructura con partes todavía en la lengua ancestral”.
Los Chorotegas en Nicaragua
Los chorotegas llegaron a Nicaragua provenientes de México en oleadas migratorias que datan de los siglos VII al IX, según el científico e historiador nicaragüense Jaime Íncer Barquero.
De acuerdo con último censo territorial existen unos 18.000 indígenas chorotegas dispersos en tres departamento de Nicaragua. Uno de los incentivos de Potosme ha sido avanzar en su propósito de mantener vivas las tradiciones ancestrales.
El fallecimiento de su padre catalizó su necesidad de aportar más allá de la comunicación de su cultura.
“Yo había tenido el privilegio de haber crecido con mi papá y con mi maáa. Mi papá era curandero, lo fue toda su vida. Mi abuela, mi bisabuela, mi tatarabuela; por lo menos seis generaciones atrás de mi papá”, dijo sobre sus antecedentes familiares.
“Eso implica más de 200 años de ejercicio de medicina ancestral de manera ininterrumpida. Yo sentí que había una gran responsabilidad para mí, que tenía que dar un paso más allá de solamente comunicar, sino de vivirlo, trabajar de manera más directa en estos aspectos y renuncié al periódico, me vine a cultivar la tierra, a trabajar con las plantas y los animales, a conectarme más espiritualmente con la madre tierra”, concluyó Potosme.