Sobrevivió a los machetazos de hombre que se negó a aceptar el final de la relación
“Las mujeres que escapan de la muerte viven con miedo y muertas por dentro”, advierte especialista
Lisa Reyneria Willians Michael, de 22 años escapó de la muerte tras ser agredida brutalmente por su expareja Lenin Pasquier Salvador, de 25 años, de quien había sufrido maltrato. La joven lo había abandonado.
Sin embargo, Pasquier la buscó para regresar con ella y al escuchar una negativa de su parte, se negó a aceptar su rechazo y le proporcionó varios machetazos en su humanidad que la dejaron inconsciente.
El agresor se dio a la fuga, pero antes cubrió a la víctima con hojas de chagüites pensando que había fallecido. El suceso ocurrió en la comunidad Waspado, Rosita, Caribe Norte de Nicaragua.
Le dio una segunda oportunidad y la mató en Rosita
El pasado 3 de septiembre en la comunidad Umbila de este municipio, Raquel Benigna Orozco Blandón, de 36 años, fue asesinada de varios machetazos por su pareja José Noel Jarquín López, de 40 años.
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La hermana de la víctima declaró ante medios locales que Raquel se había separado en dos ocasiones de su agresor, pero ella decidió darle una segunda oportunidad y veintidós días después fue asesinada.
"Ella me llamó por teléfono como a las once de la mañana, diciéndome que me iba a mandar a las niñas de 6 y 9 años en bus, para que se las cuidara, porque tenía problemas con el hombre y que se iría de la casa y creemos que él se enteró del plan y por eso la mató", dijo Juana Orozco Blandón.
“Se debe hablar de los femicidios frustrados”
Marycé Mejía de la Red de Mujeres Contra la Violencia (RMCV) destaca la importancia de hablar de los femicidios en grado de frustración o intentos de asesinatos porque es una realidad que viven las mujeres, la cual no debería ser ignorada.
“Muchas veces hablamos solo de femicidios y los femicidios en grado de frustración es un espejo de cómo la violencia opera tan cruel y con tanta saña en el cuerpo y la vida de las mujeres”, dice Mejía.
En este sentido, Mejía, refiere que si bien es cierto estas mujeres escapan de ser asesinadas, no huyen a vivir con miedo porque tienen secuelas gravísimas que no sanan de la noche a la mañana.
Además, indica que las víctimas presentan cuadros de ansiedad y depresión porque creen que el agresor tarde o temprano cumplirá sus amenazas.
“Los agresores y los femicidas tienen un objetivo claro y es acabar con la vida de las mujeres por ese machismo y la misoginia arraigada”, dice la activista.
Para Mejía, las mujeres violentadas, primero deben recuperarse para sentir seguridad y deben tener acceso real a la justicia social y jurídica. “Creo que como estado preocupado por la erradicación de la violencia hacia las mujeres debe haber un presupuesto para las sobrevivientes de femicidios”.
Aunque todavía existe la idea en algunos barrios y comunidades que la sociedad no debe involucrarse cuando se trata de asuntos de pareja, Mejía invita a proteger a las mujeres que están en riesgo de femicidio.
“Además del acceso oportuno a la justicia, se debe trabajar en la recuperación emocional, resarcimiento de todos los daños, darle seguimiento a estas mujeres para que puedan incorporarse a una vida más tranquila y sean económicamente activas”, señala la defensora.
Mejía aclara que la violencia ejercida en contra de estas mujeres, también afecta a sus familias y a sus hijos. “Muchas de estas mujeres quedan con cicatrices y aunque sobrevivieron quedan muertas por dentro por lo que sufrieron”.
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