La metamorfosis de “Furia y Toro”: de ser temido por sus asesinatos a predicador
El nombre de Herlio Jarquín está grabado en la mente de muchos nicaragüenses, sobre todo en los habitantes de Carazo, departamento de donde es originario y donde presuntamente asesinó, violó y dejó sin una mano a sus víctimas. Entre más se hablaba de él, un halo de misterio crecía alrededor del hombre al que todos llamaban “Furia y Toro”.
En el imaginario colectivo, “Furia y Toro” era una especie de “Jack el Destripador” del siglo XXI, sin embargo, más allá de las acusaciones de asesinatos atroces, lo que más atemorizaba a la gente era que al hombre se le achacaban poderes sobrenaturales que lo hacían entrar en las casas, aunque las puertas estuviesen cerradas y también señalaban que tenía el poder de hacerse invisible, gracias a una piedra mágica.
Y es que los humanos le temen más a lo que no ven que a lo que se les manifiesta, así que el principal terror se basaba en ese realismo mágico de encontrarse con el asesino con poderes de brujería.
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Según la leyenda de este personaje, él utilizaba rituales y pactos satánicos para no ser atrapado ni herido por ninguna mano humana. La gente aseguraba que portaba en su muñeca la "piedra del Ara", la cual no permitiría que lo atraparan y decían que hacía la oración del duende rojo para no ser visto ni capturado.
Sin embargo, casi una década después de que escapó de la cárcel y de que la leyenda de la brujería y la atrocidad de los crímenes que se le atribuyen infundieron temor, hay un hombre que asegura que Herlio Jarquín es inocente y que es víctimas de teorías conspirativas.
Para el ex preso político y ahora desterrado Edward Lacayo, Herlio Jarquín es prácticamente su hermano, pues en las celdas de castigo de la cárcel modelo fue quien lo guió al evangelio y también hasta recibió una puñalada para salvarlo.
Él cree en su inocencia ciegamente, pues asegura que “Furia y Toro” siempre ha dicho que no cometió los crímenes que le imputan.
Me daba miedo, dice periodista que cubrió el caso
Mariana, nombre ficticio, es periodista y en ese entonces cubría “las andanzas” de Jarquín y asegura que un grupo de hombres y mujeres de prensa iban tras alguien a quien no conocían.
El hombre anduvo prófugo varios años, pero fue a alrededor de 2016 cuando tomó notoriedad. Después de dos asesinatos, violaciones, personas mutiladas y crímenes que le atribuían en Carazo, en Estelí y otros departamentos, al fin lo capturaron.
“Yo lo pude ver de frente y me dio una impresión terrible, me temblaban los pies, tenía miedo, porque era una persona a la que todo el mundo la pintaba como agresivo y nosotros ya estábamos adentro de la sala de juicio, como periodistas, cuando los policías tenían buena relación con los medios”, recuerda Mariana.
Ella señala que hasta los policías le tenían miedo a Jarquín. “Es un hombre grande y yo me miraba toda chiquitina y cuando él nos volvió a ver tenía una mirada llena de rencor y de odio. De pronto, dijo esos que están ahí, y nos señaló a los de prensa, por ellos estoy aquí, porque inventaron un montón de cosas”, lo cual asegura le dio más temor.
“Conforme pasaron los días, dudé de todo lo que decían de él, jamás creí que tenía la piedra esa que lo hacía invisible, era demasiada fantasía. Debe haber hecho sus cosas, pero cuando la juez le preguntó que cómo se declaraba dijo que era inocente de lo que se le acusaba, que él nunca había matado a nadie, que sí había robado y que lo único que hizo fue defenderse y me dio pesar”, señala.
También rememora que “en la última audiencia, cuando le condenaron, no le vi la mirada de odio, ese señor estaba triste, daba pesar, es algo difícil de describir y esa impresión me llevó a dudar. Después no volví a saber de él”, relató.
Sin embargo, las familias de las víctimas, en diversas entrevistas, aseguraron que había sido encontrado culpable de dos asesinatos.
Por el primero lo condenaron a 26 años, sin embargo, escapó de las celdas de Jinotepe, el 25 de octubre de 2014. El hombre anduvo prófugo, pero a finales de 2016 e inicios de 2017 se empezó a esparcir la leyenda en Carazo y todo el país.
Arsenio Molina, el 1 de enero de 2017 fue atacado por Jarquín, en la comunidad de Sontole, Diriamba. A él le cercenó la mano. Francisco García, de 23 años, recibió un disparo en la pierna izquierda en la finca que cuidaba, donde “Furia y Toro” robó una guinea y al ser descubierto atacó al joven, quien escapó de 5 disparos más.
Asimismo, fue acusado y encontrado culpable por el homicidio de Carlos Manuel Téllez Luna, en Santa Teresa, Carazo.
“Furia y Toro” se declaró culpable
El 25 de febrero de 2017 la policía recapturó a Herlio Jarquín. Desde ese momento peregrinó por varios juzgados.
“Me gustaría un defensor no gubernamental”, dijo “Furia y Toro” de entrada en el juicio que le siguieron en el juzgado séptimo local penal, donde lo acusaron por quebrantamiento de condena y tenencia ilegal de armas de fuego en perjuicio del Estado de Nicaragua. Ante el juez Donald Alfaro se declaró culpable de esos dos delitos.
“Furia y Toro” le aseguró al defensor de oficio que a él no le fue ocupada la pistola ni los proyectiles que decía la acusación de la Fiscalía que le hallaron al momento de su detención.
“A mí quienes me hicieron famoso fueron los medios de comunicación, porque la gente en todas partes me miraba, pero era mentira, porque yo estaba en una casa donde me ayudaban. Yo siento vergüenza de todo esto, pero soy inocente”, dijo el hombre al que señalaron de haber pactado con el diablo.
Jarquín fue encontrado culpable de dos homicidios, violación, mutilación, robos y lesiones, así que le impusieron 30 años de cárcel.
Fue trasladado al Sistema Penitenciario Nacional, “La Modelo”, donde lleva cerca de 6 años en celda de máxima seguridad, sin haber recibido patio sol ni un solo minuto.
Es predicador
“Lo que se dijo de Herlio es mentira, para mí es una conspiración, no olvide que los ejércitos crean mentiras”, asegura Edward Lacayo, el expreso político que pasó con “Furia y Toro” durante mucho tiempo, aunque en celdas separadas.
La imagen del asesino serial, como muchos lo llamaban, y del brujo poderoso es solo invento de la gente para Lacayo, quien afirma que solo usaron “a un campesino que no tiene quién lo defienda. Él propio dice no soy santo, pero no soy culpable de lo que me acusan”.
Las conversaciones entre “Furia y Toro” y Edward Lacayo no eran en un cómodo sillón, sino que sus celdas de máxima seguridad compartían un hoyo donde había una llave de agua y por ahí hablaban.
“Lo que decían de Herlio eran leyendas y esa es la trampa en la que cayó la gente. Él dice que tuvo un problema con un militar, pero que nunca presentaron los cuerpos y que no hubo acusaciones”, prosigue Lacayo.
“Tengo una gran deuda con él. Se tragó una puñalada por mí que me la iban a dar a mí, me aconsejó, yo solo encontré una gran amistad de esa persona, él sabe todo lo que pasé. Nos distanciaron, porque hablábamos. Lo cambiaron porque me daba un bocadito de comida”, recuerda Lacayo.
Asimismo, contó que Herlio Jarquín no recibe visita de nadie, porque su familia no tiene plata, entonces él hace bolsos que teje con hilo que elabora bolsas plásticas y le pagan con eso.
“Hace bolsos que parecen de diseñador y ahí mucho lo estiman. Herlio Jarquín y Óscar Espinoza (el chacal del Reparto Schick) fomentaron la fe en mí”, señaló.
“Yo me pregunto dónde están los cuerpos, las acusaciones. Decían que se movía a la Costa Caribe, a Boaco, al mismo tiempo, eso era una distracción. Macheteó a un capitán del ejército en una mesa de tragos dice. Estaba en un lugar y en minutos se movía a otro departamento. Eso era para tapar algo o para preparar algo”, insistió.
Lacayo también contó que una vez escuchó que Herlio Jarquín, a quien considera un gran predicador y el hombre que le regaló una vieja Biblia en la mazmorra, pidió que le dieran sol o pasillo, y un funcionario del penal le respondió: “cómo te voy a dar eso, para que te hagás zopilote y te vayás volando”.
Herlio Jarquín no recibe patio sol y Lacayo cree que es inocente, al menos de los asesinatos y que solo lo usaron para distraer al pueblo y atemorizarlo.
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Entre las dudas, la leyenda y la fe, la gran verdad solo la saben Herlio Jarquín y las familias de las víctimas.