Obispo Mata denuncia más asesinatos en el campo
Por Ismael López// Confidencial
Monseñor Juan Abelardo Mata, obispo de Estelí, de 73 años, tiene fama de ser el obispo más “duro” de la Conferencia Episcopal de Nicaragua. Ha pasado toda su vida fustigando todo lo que huele a marxismo-leninismo, sin embargo, en la puerta de su oficina tiene una fotografía del expresidente de Uruguay, José Mujica, exguerrillero tupamaro, símbolo de la izquierda democrática en Latinoamérica.
En la fotografía está impresa una frase de Mujica diciendo que la educación de los niños comienza en la casa. “Es un hombre con un sentimiento muy profundo y muy pragmático”, dijo Mata.
El obispo de Estelí, también secretario de la Conferencia Episcopal, ha estado muy enfermo últimamente, pero sigue recibiendo a los feligreses en su oficina. Antes de esta entrevista atendió a uno que lo visitó desde Managua para decirle que Dios le había revelado que como obispo el pueblo lo necesitaba.
Ordenado obispo de Estelí en 1988, Mata nunca ha andado con medias tintas. Dice que el Gobierno es “demoniaco” y cínico y que la dictadura utilizó al nuncio Waldemar Stanislaw Sommertag en el segundo diálogo nacional.
En esta entrevista el religioso denuncia los asesinatos selectivos en el campo y la persecución contra la Iglesia y revela por qué los obispos decidieron no participar en el segundo intento de un diálogo nacional.
“No hay ninguna normalidad (en el país), (los sacerdotes) me reportan inestabilidad”, dice Mata. “Últimamente los asesinatos ya no se están dando en las calles de la ciudad, sino que han vuelto otra vez a las montañas, asesinatos selectivos y de gente que ha ejercido cierto liderazgo en esta grita popular de un cambio, hay miedo. Yo tengo año y dos meses de no poder ingresar al campo”, revela.
No hay ninguna normalidad
Después de 17 meses de crisis que ha vivido el país desde que inició la Rebelión de Abril en 2018, ¿Cuál cree la Iglesia que es la situación del país?
Difícil, muy difícil, porque no se quiere escuchar, no se quiere oír la voz de la razón y tampoco el clamor popular… (El Gobierno) se va encaminado otra vez hacia la posición de los ochenta. Mucha confusión, deseos de cambios, la gente no quiere violencia armada, eso lo han manifestado abiertamente, pero hay hambre, eso se siente… El pueblo se siente a la deriva, no hay un liderazgo, es el clamor. O mejor dicho yo creo que hay liderazgos, pero están emergiendo apenas.
Monseñor, el Gobierno alega que el país ya recuperó la normalidad ¿qué le reportan a los obispos, los sacerdotes que están más cerca de la gente en sus parroquias?
No hay ninguna normalidad, me reportan inestabilidad, últimamente los asesinatos ya no se están dando en las calles de la ciudad, sino que han vuelto otra vez a las montañas, asesinatos selectivos y de gente que ha ejercido cierto liderazgo en esta grita popular de un cambio, hay miedo. Yo tengo año y dos meses de no poder ingresar al campo.
¿Por qué monseñor?
Por las amenazas.
¿Amenazas contra usted?
Sí, amenazas contra mi persona y los sacerdotes. Los mismos delegados de la palabra de toda la región, me avisan: ‘Venga’, ‘no venga’ y en mayor parte me dicen: ‘No venga, hay grupos esperándolo, preparados para atacar’. Gente que también está preparada para contratacar, pero yo no quiero que se derrame sangre a costillas mías.
¿Qué tipo de amenazas?
Lo que ya he vivido. Primero de muerte, que esas se siguen recibiendo y también de golpizas, también de denigración, sino lo pueden hacer conmigo, lo hacen con algunos sacerdotes.
Usted acaba de mencionar que hay asesinatos selectivos en el campo.
Así es, a opositores…
Hemos escuchado denuncias de asesinatos selectivos en las diócesis de Jinotega y Matagalpa, ¿Aquí en su diócesis eso está pasando también?
Así es, concretamente en la zona de Nueva Segovia, en Quilalí y Wiwilí, que es todo colindante con Jinotega…
¿Cuántas personas han sido asesinadas?
Yo llevo contabilizadas cinco en mi territorio, pero probablemente haya más, hay cosas que no se conocen inmediatamente, sino de rebote más tarde.
Son demoniacos, cínicos
El Gobierno alega que lo que hubo en Nicaragua fue un golpe de Estado financiado desde el exterior, y los señaló a ustedes de golpistas ¿Cómo reacciona la Iglesia ante ese señalamiento?
Como reaccionó el señor Jesús, no con miedo. Si te pegan en una mejilla, poné la otra. No me retiro: esta es mi posición como pastor, aquí estoy. No somos golpistas, es una calumnia verdaderamente de unas personas que tienen una mentalidad demoniaca. Lo voy a decir de una manera más suave: cínicos, que lo que hacen lo atribuyen a otros para justificarse y presentarse como los redentores y los grandes benefactores del pueblo, eso se llama cinismo. Hemos hablado abiertamente, hemos llamado al pueblo a que tenga una conciencia solidaria como pueblo, para poder enfrentar como ciudadanos la construcción de la patria y heredar una patria más estable a las generaciones que vienen atrás… No condenamos. Nuestra labor es interceder. Oramos e intensificamos la oración de modo especial por esta gente que está haciendo daño a la república y por tanta gente que se dice creyente en Cristo y no tiene empacho en mancharse las manos de sangre.
¿Hay libertad religiosa en Nicaragua?
No la hay, falso…
¿Se siente la Iglesia perseguida?
Nos sentimos perseguidos…Aquí mismo en Estelí un grupo de personas se reúne para preparar un retiro, un grupo de Emaús, y naturalmente esas reuniones no las hacen en el templo, las hacen en sus casas y llega la Policía, les controla sus cédulas, toman fotos a las placas de los carros, es un acoso verdadero, no se puede hacer una reunión porque lo sienten como un ataque al Gobierno. Y no es un ataque al Gobierno, tampoco es un cambio de Gobierno (lo que necesariamente buscamos), es un cambio a la mentalidad de las personas, eso sí. Y se lo pedimos a los que se dicen demócratas y a los no demócratas.
¿Cuántos sacerdotes han tenido que irse del país para proteger sus vidas?
Yo no llevo contabilidad, pero sí que ya son varios. De mi territorio yo ayudé a sacar a uno que venía de Masaya, de Monimbó, que lo saqué aquí por Honduras. He sacado a otros por puntos ciegos. Como a unos cuatro sacerdotes he sacado. De los míos, es gente de lucha, a pesar de que se sienten perseguidos y acusados, aquí están.
¿Se parecen a usted monseñor?
(Ríe) Justamente los que más se parecen a mi mentalidad son los más perseguidos ahorita. Tengo a siete.
Por eso usted tiene la fama de ser el obispo más “duro” de la Conferencia Episcopal
No lo creo, porque si fuera “duro” no me conmovería ante el pecado del otro. Me duele el pecado, no solo el daño a un inocente, sino también la dureza de sus corazones. ¿Cómo es posible que haya llegado ante esos niveles y empleado el nombre precioso de Dios para poder sostener sus cosas? Queriendo manosear así lo más sagrado que tiene un pueblo, que es su fe. Me duele.
No hay sinceridad en el diálogo
¿Cuál es la posición de la CEN ante la cancelación del diálogo nacional, por decisión del Gobierno?
Nuestra posición es que mientras no haya una sincera búsqueda de la verdad y mientras esté el señor que se llama presidente en esta república con esa mentalidad y su equipo de trabajo, todo diálogo es un remedo, no hay reconstrucción de la paz ni construcción de la nación. El diálogo no es que yo haga lo que tú quieres o yo someterme a tu voluntad o tú a la mía. No, es buscar puntos comunes de acuerdo en vista de empujar el bien común. Si no hay eso, no creemos.
¿Por eso decidieron retirarse del segundo diálogo?
Nos retiramos. No mirábamos sinceridad y siempre el doble manejo: no saco los antimotines de las calles, pero saco a los paramilitares, un tercer grupo armado que no está contemplado en la Constitución y quien debería frenar eso no lo hace. ¿Por qué? Hay que preguntarles a los señores generales (del Ejército de Nicaragua) por qué eso no sucede, porque a ellos les corresponde quitar todas esas armas a los grupos irregulares.
Monseñor Silvio Báez y el padre Edwin Román, párroco de San Miguel, Monimbó.
¿Cómo valoran el papel del nuncio en el diálogo nacional?
El nuncio obedece a un deseo del santo padre de que la Iglesia esté en primera fila buscando la reconstrucción de la república desde nuestra posición de pastores. Como cuerpo colegiado no pensamos que participar directamente en estos diálogos estuviésemos haciendo algo positivo por la república y nos centramos en lo que el santo padre nos dijo en su momento: si no escuchan las autoridades, hablen al pueblo, céntrense en el pueblo y eso es lo que hemos venido haciendo, centrarnos en el pueblo ¿Qué pensar del nuncio? Como miembro del cuerpo diplomático del Vaticano pues ha hecho lo suyo, no perder un espacio que el Gobierno, para mí no honestamente, (sino) maliciosamente, cede para vender la imagen de que la Iglesia y el Papa y el órgano de Gobierno que tiene a través de la Nunciatura están con él y están avalando su proceso de diálogo.
¿Usted cree que el Gobierno ha utilizado al señor nuncio?
En el fondo sí, esa es mi lectura, puede ser que esté equivocado. Ya como obispo y ciudadano creo que sí.
El nuncio y los obispos
¿Ustedes, los obispos, han tenido la oportunidad de discutir con monseñor Sommertag sobre su papel en el diálogo?
Lastimosamente, en la última reunión de la CEN yo no pude estar por cuestiones de salud y sé que hubo un diálogo en ese nivel. No me han informado, pero en ocasiones pasadas sí. Por ejemplo, cuando en febrero se monta la nueva mesa del dialogo y aparece el señor arzobispo (cardenal Leopoldo Brenes) a la par del nuncio y el señor arzobispo se retira para recibir primero el aval de la CEN y como Conferencia no le dimos aval, y quedó solo el nuncio, cumpliendo con los mandatos, supongo, de sus superiores. Quiero pensar así, se platicó y él mismo planteó la necesidad de que toda la Conferencia fuera en función de testigos, no solamente el nuncio, y representando a la CEN tres obispos, y que el Gobierno escogiera tres obispos con la anuencia del Gobierno, pero el Gobierno dijo: ‘A fulano, perencejo y sutanejo no los quiero’, entones dijimos no.
¿A quiénes habían escogido ustedes?
A nadie, ni siquiera se planteó qué obispos podrían ir… Había un sentimiento general de no participar.
¿Por qué cree usted que trasladaron a Roma a monseñor Silvio Báez?
Lo vuelvo a repetir y con las palabras de monseñor Báez no las mías: se requiere una Iglesia más pastoral y menos diplomática, creo que la cuota de parte de la Iglesia a la diplomacia fue dada con la cabeza de monseñor Báez.
Ahí usted entraría en contradicción con otros obispos, que se muestran más diplomáticos.
Claro que sí, naturalmente que sí. Miré, en nuestro cuerpo colegiado no es que todos hablamos en el mismo tono y pensamos exactamente lo mismo, hay un horizonte común y en ese horizonte común nos movemos y cada obispo, según los retos de su propio pueblo, va respondiendo. Horizonte común: que el nombre del Señor sea conocido y él sea amado, el pueblo le pertenece al Señor…
¿A qué se debe qué en medio de tanta crisis, no ha salido un mensaje a la nación de los obispos de la CEN, un mensaje de esperanza?
Hay consenso (se levanta y toma de su escritorio un papel). Este papel recoge el sentir de muchos obispos, yo lo mandé (a la reunión de los obispos de la CEN), pero creo que no dio chanche de discutirlo. Hay un mensaje para el 15 de septiembre que se está preparando. Se ha hablado, se habla en los púlpitos.
Hay gente que cree que hay divisiones entre ustedes los obispos, y que por eso no se han puesto de acuerdo en torno a una Carta Pastoral.
Aquí están los esfuerzos (y muestra la carta que él envió a la CEN). Yo no creo que haya corrientes de pensamientos pues Papa Dios nos respeta a nosotros como somos.
Pero hay obispos que dan la impresión que son muy cercanos al Gobierno…
Da la impresión, eso es: da la impresión, pero de hecho cuando se trata de apoyar una posición la apoyan, quiere decir que en el fondo no están convencidos de esa cercanía con el Gobierno. O se es oportunista o se es pastor. Algunos piensan que yo soy un antisandinista a ultranza y es falso. (Sí es cierto) que nunca he alabado las posiciones de una ideología que nace del ateísmo y del marxismo-leninismo. Jamás en mi mente y en mi formación podría ir la catolicidad con esto, basta ver la génesis del comunismo y la reacción del papado con esto…
¿Para la Iglesia, hay salida a la crisis que vive Nicaragua?
Hablamos como pastores, estamos conscientes de la fuerza de la oración, la fuerza de la santidad de las familias. Ahí se gestan los cambios de la patria.
¿Y las protestas?
Naturalmente tiene que haber expresión de un pueblo, es un derecho natural, no es benevolencia de un Estado con sus ciudadanos. Es derecho de la persona de manifestar lo que piensa y nadie está autorizado para ahogar esa voz.
Una de las más recientes protestas cívicas en la Catedral de Managua.