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Oscar René Vargas: Represión y negociación

Junio 17, 2021 10:55 AM
Oscar René Vargas: Represión y negociación
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Oscar René Vargas

Con la represión generalizada de las últimas semanas lo que busca el régimen Ortega-Murillo es generar un clima de terror para evitar el avance de que cualquier candidato crezca en sus posibilidades de derrotarlo y, al mismo tiempo, tener apaciguado a la población por medio del terror.

La represión generalizada con más arrestos arbitrarios tiene como objetivo forzar una negociación por el temor al potencial incremento de las sanciones con la aprobación de la Ley Renacer.

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El propósito de la Ley Renacer es imponer sanciones específicas, si el dictador Ortega no adopta reglas adecuadas, para unas elecciones "libres, justas, transparentes y observadas", así como también si se rehúsa a restablecer las libertades ciudadanas y respetar los derechos humanos del pueblo nicaragüense.

Los aspectos clave de esta ley, es que exige informes clasificados sobre la corrupción de la familia Ortega-Murillo y sus allegados. Además, aumenta y endurece las sanciones contra funcionarios del régimen, incluyendo altos mandos del Ejército, de la Policía y del Consejo Supremo Electoral.

En una factible negociación Ortega-Murillo tratará de ganar tiempo, ceder lo mínimo para conservar el poder y obtener la eliminación de las sanciones internacionales que afecta, de manera individual, a su familia y al círculo íntimo de poder a cambio de algunas concesiones, logrando la impunidad y cuotas de poder.

La represión ha alcanzado tales extremos, con falsas acusaciones, que parece que el gobierno necesita proceder a desdramatizar la coyuntura política, reduciéndola a su mínima expresión. Seamos escépticos, como aconseja el sentido común, la negociación no va a suponer ninguna amenaza para la dictadura Ortega-Murillo.

Tampoco cabe atribuir virtudes reparadoras para los líderes políticos de oposición encarcelados ni para las víctimas de la represión, la negociación no parece que pueda servir de mucho a la hora de encauzar la improbable solución del contencioso sociopolítico.

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Hasta la fecha las sanciones han resultado fútiles, insustanciales e inofensivas, pues no ejercen efectos prácticos sobre el sistema político de la dictadura, tampoco amenazan con destruir el poder hegemónico del dictador; sin embargo, ha aislado más a la dictadura.

Estamos ante otra espuria aplicación de la tesis de los presuntos efectos perversos de la política del “apaciguamiento”, que permitió a Ortega sobrevivir la crisis de abril de 2018, ejercer su política de hechos consumados, construir el sistema dictatorial y permanecer en el poder.

Si los que son favorables a mayores sanciones están errados de creer que con más sanciones se cae el régimen, los favorables a la negociación pecan de ingenuidad, al creer que el levantamiento de las sanciones podrá abrir un sendero de desescalada del actual atolladero sociopolítico y conducirnos a la democracia.

Otros piensan que con las negociaciones se puede iniciar un círculo virtuoso de cesiones mutuas; sin embargo, no hay indicio alguno, pues para eso haría falta un pacto previo de compromiso recíproco, al estilo de “sanciones por presos más democracia”.

Haría falta que Ortega-Murillo se comprometa por su parte a algo más, al menos a respetar el imperio de la ley, “conditio sine qua non” (condición sin cual no) hay democracia ni salida posible de la crisis actual.

La estrategia de los posibles mediadores (México y Argentina) es lograr el “apaciguamiento” de la represión por parte de la dictadura a cambio del levantamiento de las sanciones y que la dictadura se comprometa a conceder las libertades políticas, respeto de los derechos humanos, es decir, levantamiento de las sanciones a cambio de “rule of law” (imperio de la ley). Sin ese minimalismo democrático (sanciones por la totalidad de los presos políticos más democracia) nunca puede haber una verdadera negociación con la dictadura.

En una posible negociación puede que Ortega otorgue unas cuantas concesiones, se le conceda tiempo y al final no cumpla lo acordado. Ese es su modus operandi: golpea, reprime, lleva las cosas al límite y después se declara dispuesto para negociar. Es la táctica para ganar tiempo, tensa, suelta la cuerda y negocia, lo que le permite permanecer en el poder. Hay que tener presente sus incumplimientos a partir del año 2018 a la fecha, para saber cuál es su estrategia: firmar me harás cumplir jamás.

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