Alex Aguirre: El elefante blanco en el modelo de concertación de la oposición nicaragüense
El cierre del espacio cívico y político en Nicaragua recrudecido desde 2021, el modelo de instauración de partido único de facto y dinástico familiar con su estrategia represiva de persecución, criminalización y expatriación por parte de la dictadura sandinista, así como un entorno de difícil posicionamiento internacional, sitúan a la lucha por la libertad nicaragüense en un escenario complejo, donde construir una concertación opositora eficaz es un reto urgente, pero, que avanza a traspiés.
Hasta el momento, ningún proceso de concertación ha logrado ganarse el reconocimiento legitimador de la ciudadanía, hemos visto más figureo que estrategia, comunicados y conferencias que van y vienen, con ofrecimientos reusados sobre quien tiene la pega que más pega de la sobre prometida “unidad” y que en vez de unir, crea más fracturas en una oposición ya fracturada, hablo del elefante blanco del que poco o nada se habla en las concertaciones, por diferentes razones, las vacas y toros sagrados de la oposición le rehúyen y que solo resolviéndose, el engranaje de la concertación social-política funcionará efectivamente.
Dime de qué presumes y te diré de qué careces
El ingrediente principal de una concertación social-política efectiva es la voluntad, por mal de nuestros males es de lo que escaseamos, la necesidad de sentarnos a dialogar entre comunes y diferentes se ensombrece por las actitudes güegüensianas de —agarrar ventaja— o someter al otro a nuestro espacio, hemos creado una burbuja micropolítica, donde competimos dentro de la misma oposición, olvidando que no tenemos arena política y que el poder que se pelea es inexistente, estamos desterrados y sin ninguna ficha para el juego de poder en el tablero de la política real nicaragüense.
“A caballo regalado no se le mira el colmillo”
¿O sí? No pongo en tela de juicio la necesidad del apoyo técnico y financiero, es más que necesario, no se hace oposición sin condiciones mínimas, pero, quienes vienen a “apoyarnos” traen recalentados, modelos que son incompatibles con nuestra realidad, porque son aplicados sin evaluar su idoneidad en nuestra política criolla y folclórica, o bien, sin tropicalizarse a esta Nicaragua violentamente dulce, donde las necesidades políticas de una oposición desterrada y desgastada están dentro de un contexto único, estos enlatados solo dan salida a indicadores de proyectos o lucen sexis para los burócratas de la cooperación, pero no son persé la solución a nuestros problemas.
Albert Einstein: “Si buscas resultados distintos no hagas siempre lo mismo”
Estos modelos emulan una y otra vez a las quimeras políticas de años pasados, que desatan competencias desleales por hacerse con los “incentivos” políticos: acceso a recursos para la política opositora, a foros políticos, influyentes y tomadores de decisión en la comunidad internacional que ejercen presión sobre la dictadura pero también cultivan capital político de liderazgos y grupos opositores, estos incentivos en vez de propiciar la “concertación” aflora tácticas de coerción para sacar del juego del poder ficticio a grupos y personas que atentan contra esta dinámica y que de forma crítica proponen una reconfiguración del modelo de concertación desgastante.
El desgaste rompe acuerdos, señala a ultranza y rivaliza, con el fin superficial de ser el más visible frente a un eventual proceso de apertura democrática que solo se habilita con una estrategia coordinada de presión y debilitamiento, con organización interna y apoyo político externo. No hay un modelo de concertación ideal, pero podemos construir un sistema con un mínimo de funcionalidad, con un componente eminentemente político, conformado por estructuras que de forma comprometida acepten el reto de ser una opción de poder frente a la dictadura y de forma sincera expresan sus intereses, reconociendo los pesos de cada actor por su capacidad y no en base a los compadrazgos y clubes que hemos visto en las extintas unidades, alianzas y coaliciones.
El componente de oposición social debe entender su rol auxiliar, en caso contrario que se declare político y no instrumentalice la lucha social como trampolín, debe generar un mecanismo de participación realmente plural y no de apellido decorativo, tomando en cuenta a los jóvenes, estudiantes, sociedad civil, campesinos, Iglesia y demás estructuras sociales desde un rol diferenciado, limitado según su naturaleza y con objetivos estratégicos.
Los medios de comunicación deben asumir un rol complementario, acompañando la voz de los liderazgos, fiscalizando que los esfuerzos de concertación sean probos, democráticos y transparentes, esta auditoría es necesaria para que nuestro ADN político no entorpezca los fines máximos de concertar.
Una concertación activa y efectiva debe tener en el centro a Nicaragua, donde los viejos y longevos actores políticos criollos y tradicionales abandonen su lucha por protagonismo dando paso a rostros jóvenes en política, sin pasados comprometidos, una concertación que tenga como primera conquista la apertura del espacio cívico y político, que convierta los esfuerzos en energías moralizadoras de libertad, reconectando con el territorio y entendiendo que la solidaridad internacional es miscelánea porque el cambio viene de las entrañas del pueblo, como todas nuestras liberaciones e insurrecciones. ¡Voluntad por Nicaragua!.
El autor es ingeniero, especialista en resolución de conflictos, paz y desarrollo y estudiante de derecho.