Max Jerez: La revolución se quedó sin jóvenes en Nicaragua
Los jóvenes que antes estaban arriba, detrás del dictador, ahora están abajo, haciendo el bulto desde el otro lado. La incapacidad de la dictadura de llenar la plaza y el terror constante de que su misma gente les pase la cuenta terminó cambiando el orden de las cosas, este 19 de julio 2024 en Nicaragua.
“¡Que vivan los jóvenes, patrimonio nacional!” grita la co-dictadora en medio de las primeras consignas de odio. Entretanto, los jóvenes que antes estaban arriba, ahora hacen la bulla desde abajo, rodeados de guardias o mezclados con ellos tratando de disimular el vacío y buscar, sin éxito, que los canales de la dictadura brinden la ilusión de que aquello estaba alegre y desbordando.
Liderando el espectáculo hubo de todo: mundialmente irreconocidas “personalidades”, el dictador y su familia, menos los jóvenes. Del nuevo “patrimonio nacional” habían pocos, estaban abajo o simplemente no estaban. Fue el acto conmemorativo de la revolución de lo viejo. Evidencia de una dictadura que, en vez de revolucionar, involuciona; que excluye incluso a “sus” jóvenes de posiciones de liderazgo, de su Asamblea Nacional, de sus instituciones y de sus tarimas. El plan es alejarnos de todo y, en vez de progresar, regresarnos al pasado.
Ortega, en su afán de instaurar la sucesión dinástica a través de la represión, provocó un éxodo masivo, sobre todo de jóvenes que huyen de la persecución, pero que buscan nuevos horizontes para cumplir sus sueños sin perder la esperanza de volver.
Para ellos, entre más se vayan, mejor. A fin de cuentas, fue la juventud quien les provocó el peor de sus traumas: la rebelión de abril. De paso, pretenden acabar con nuestras aspiraciones y metas, reduciendo todo al exilio o la mediocridad y al sometimiento, disimulándolo con decretos ridículos que solo evidencian miserablemente aquello de lo que carecen, pero anhelan poseer. Jamás tendrán éxito.
Las aspiraciones y voluntad de los jóvenes siempre han sido imparables e impredecibles. Ante el adoctrinamiento sandinista en las escuelas y universidades, el palabrerío y propaganda de los medios oficialistas y los discursos de odio, las redes sociales siguen rompiendo la censura. Nos adaptamos para tener información independiente, usamos la tecnología para conectarnos con el mundo, con lo nuevo; para estar al día con las tendencias, estar en contacto con otros jóvenes que sí tienen oportunidades, para ver cómo prospera nuestra gente en los países libres, para apreciar lo que nos están robando, de lo que nos estamos perdiendo y, sobre todo, para innovar, motivarnos e inspirarnos.
“Ser joven y no ser revolucionario es una contradicción hasta biológica”, dijo Salvador Allende, hablando en términos revolucionarios. Paradójicamente, en sus palabras se encuentra la sentencia a muerte del sandinismo y su revolución.
Ortega y el sandinismo son hoy sinónimo del pasado, de un pasado sangriento, anticuado y doloroso al que los jóvenes nicaragüenses no estamos dispuestos a volver, y eso ya lo hemos demostrado. Daniel y Rosario podrán decir lo que quieran, pero los jóvenes no estamos con ellos y lo saben, porque apostamos al cambio, porque el futuro es nuestro y no estamos dispuestos a que se nos sea arrebatado.
El autor es Max Jerez, joven excarcelado político, desterrado a Estados Unidos en el grupo de 222 nicaragüenses, enviado en un avión el 09 febrero de 2023. Jerez es integrante de la Alianza Universitaria Nicaragüense, AUN.