Noé Ubau: Control de precios y divisas, cerco al dólar en Nicaragua
El pasado 28 de noviembre de 2024, el Banco Central de Nicaragua (BCN)Banco Central de Nicaragua (BCN anunció, mediante una nota de prensa publicada en su sitio web, una serie de medidas de control que afectan a todo el tejido financiero del país. La primera establece un control del tipo de cambio del dólar estadounidense a una tasa fija de 36.6843 córdobas por 1 dólar para todo el año 2025. La segunda medida es el control de la libre circulación, disposición y transacciones en dólares por parte de los ciudadanos nicaragüenses.
Esta última medida constituye un ataque directo al derecho de propiedad y a las libertades de los nicaragüenses, las cuales se han visto reducidas de forma sistemática tras el estallido social en abril de 2018.
Desdolarización en Nicaragua
Es evidente que el control de divisas nunca ha tenido buenos resultados económicos, y sobre todo sociales. La misma fórmula fue aplicada en el pasado, en la década de los 80, de forma más agresiva, lo que derivó en una hiperinflación, experiencia que también fue vivida por otros países del continente.
Los casos de Cuba, Argentina y Venezuela, los más emblemáticos hoy en día, muestran cómo las políticas económicas promovidas por estos tres países condujeron a la pérdida de valor de la moneda local, al desplome de la economía y a un brutal empobrecimiento de la población. La clase media fue destruida, enriqueciendo a unos pocos y sumiendo en la miseria (pobreza extrema) al 89% de los cubanos (OCDH, 2024). Según datos de Naciones Unidas, aproximadamente el 53% de los venezolanos vive en pobreza extrema y casi el 53% de los argentinos vive bajo la línea de pobreza (INDEC, 2024).
La experiencia nos dice que controlar los precios es un error aberranteLa experiencia nos dice que controlar los precios es un error aberrante, y que no es la solución para contrarrestar una inflación que está ligada a otros factores como: primero, el excesivo gasto público; segundo, un estado elefantiásico; tercero, un tejido industrial casi inexistente; cuarto, poca competitividad a nivel país; quinto, escaso capital humano; sexto, una deuda externa que nos tiene endeudados hasta el cuello con organismos internacionales como el FMI, el BID y países como China y Rusia, con una deuda externa global de 15,364.2 millones de dólares; y séptimo, una economía frágil que se tambalea ante la suma de conflictos internacionales y el choque de bloques económicos como el BRIC y Estados Unidos.
Nicaragüenses se sienten más seguros con el dólar
Por si eso fuera poco, se incentiva el mercado negro de divisas (dólar, euro, etc.) y de bienes expresados en dólares. Además, hay un rechazo hacia la moneda local, no porque sea "mata mama", como decimos popularmente en Nicaragua, sino por la política monetaria laxa, que recurre a la "maquinita de hacer billetes" o a través de deuda para financiar proyectos políticos (que no siempre van por el interés común, sino de particulares y amiguetes). La gente identifica esto como la moneda emitida desde la política para el beneficio de los políticos que la emiten.
Otra de las consecuencias derivadas de esta medida es que es contraproducente, ya que podría llevar al establecimiento de diversos tipos de cambios paralelos.
El caso más emblemático de tipos de cambios paralelos es el de Argentina, que hoy mantiene seis tipos de cambio distintos para el dólar, según informó el diario El Clarín, debido a los controles impuestos por los gobiernos kirchneristas para controlar la inflación, lo que ha generado aún más inflación del peso argentino.
Las autoridades del Banco Central parecen haberse olvidado del desastre de los 80 o, quizás, lo hagan adrede. Estas medidas de control solo empobrecen más al ciudadano común y golpean con mayor fuerza a los más pobres.
Entonces, cabe preguntarse: ¿Por qué el Banco Central de Nicaragua adopta las medidas de control de cambio y de restricción de circulación del dólar? Para dar respuesta a esta pregunta, debemos profundizar en los efectos esperados de estas medidas.
El BCN espera controlar la inflación y busca fortalecer el córdoba frente al dólar, con el objetivo de dotar de estabilidad económica al país. Esto se deduce al leer entre líneas las previsiones del BCN para 2025, basadas en un fuerte crecimiento. Es importante resaltar que la reducción de la deuda externa y una pequeña reducción del gasto público (a través de despidos periódicos de personal) se suman a las medidas para cumplir con sus metas.
A primera vista, todo suena bien. El problema radica en lo que propone el BCN, ya que no se sustenta con la realidad, dado que no existe confianza en el córdoba en la economía tras años de despilfarro y mala gestión de las finanzas públicas, que han llevado a un empobrecimiento generalizado de la sociedad.
Cuando Ortega llegó al poder en 2007, según el Banco Central de Nicaragua, el dólar se cotizaba en C$17.1822 por US$1. Hoy en día, se ha fijado a C$36.6843. El dólar se ha convertido en el refugio preferido por los nicaragüenses para protegerse de la constante pérdida de valor del córdoba. Hacer ahorros en córdobas se ha vuelto un problema.
Comprar dólares y ahorrarlos permite eventualmente ganar más córdobas. En el caso de los comerciantes y otros sectores dependientes de la importación, su mejor opción ha sido cobrar en dólares o cobrar un poco por encima del precio de un bien o servicio, en córdobas, previendo la inflación del próximo mes.
Otro aspecto muy importante es la imposición de una demanda artificial de córdobas en toda la economía. Esto, inevitablemente, podría conducir a una mayor inflación, un mayor rechazo y, por ende, a un aumento de la pobreza en la sociedad nicaragüense. La experiencia empírica está sobre la mesa y omitirla sería un error.
Por otra parte, vale preguntarse: ¿Qué soluciones ofrecen a aquellos sectores que dependen de la compra de insumos en el extranjero, que se pagan en dólares? Solo por mencionar, la principal industria del país, la agroindustria, depende de la importación de maquinaria, repuestos, fertilizantes, entre otros insumos que no se producen en el país. Ni que hablar de la exportación de carne, derivados lácteos, entre otros. ¿Tendrán estos sectores acceso a dólares para satisfacer las necesidades financieras y ser competitivos? El mercado nicaragüense depende del dólar, sus deudas están en dólares, no en córdobas, tomando en cuenta que su principal socio comercial es Estados Unidos.
Entonces, ¿qué sentido tiene prohibir las transacciones en dólares? ¿Y qué pasará con el sector turismo? Con el libre flujo de dólares en el país, es más fácil hacer turismo. Al entrar en vigor esta medida, ¿se habrán calculado o, al menos, preguntado si habrá pérdidas en el sector turismo, y si éste es capaz de absorber esas pérdidas?
Además, la inseguridad institucional, sobre todo en lo que respecta a la propiedad privada y la libertad de expresión, no ofrece un panorama claro para el futuro de la economía nicaragüense. Hay más elementos en la fotografía que no se están tomando en cuenta al momento de la toma de decisiones por parte del Banco Central y de la clase política.
En lugar de replicar los peores ejemplos de políticas monetarias generadoras de pobreza, y que, además, limitan las libertades económicas de sus ciudadanos, la clase dirigente en Nicaragua debería comenzar a imitar los ejemplos de países más exitosos y ricos, que casualmente son los países con mayores libertades económicas. Y no hablo de los Estados Unidos, ni de Canadá, ni del conjunto de la Unión Europea, sino de Singapur, Suiza, Irlanda, Taiwán, e incluso Hong Kong. Y sobre todo el caso particular de Singapur, que invierte mucho en la educación de sus ciudadanos (aunque las aulas de clase no siempre compiten con la calidad de la infraestructura y recursos de los Estados Unidos y Canadá). Según el informe PISA 2022, Singapur se sitúa entre los primeros lugares a nivel mundial, por encima de los Estados Unidos y Canadá.