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Humberto Ortega, el “hombre fuerte” caído en desgracia, “quiere inmolarse”, dice amigo

Un viejo compañero de armas de Humberto Ortega que pidió el anonimato dijo a 100% Noticias que “el general está muy enfermo y sabe que le queda poco tiempo. Por esa razón “no le importa morir, porque quiere tratar de que su muerte tenga algún significado… Quiere inmolarse", afirmó

Mayo 26, 2024 09:11 AM
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El excomandante y general en retiro Humberto Ortega Saavedra fue el “hombre fuerte” de Nicaragua durante el primer gobierno de su hermano Daniel, quien ha detentado el poder durante varios períodos y por varios años desde la revolución sandinista de 1979.

Humberto Ortega Saavedra nació en Managua el 10 de enero de 1947. Sus padres, Daniel Ortega Cerda y Lidia Saavedra fueron opositores a la dictadura Anastasio Somoza, que los sandinistas derrocaron en 1979. Camilo, el hermano menor de ambos, también fue guerrillero y murió en combate en Los Sabogales, Masaya, en 1978.

Vinculado desde muy joven al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), que entonces era un movimiento guerrillero, Humberto Ortega resultó herido en un brazo durante un fallido operativo militar ejecutado en 1969 para sacar de una cárcel costarricense al comandante Carlos Fonseca. El fundador del FSLN caería en combate en Boca de Piedra, Zinica, en 1976.

En esa acción militar fracasada, Humberto Ortega recibió disparos de bala en ambas manos, y sus dedos quedaron con una lesión permanente.

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Tras el triunfo de la revolución fue nombrado comandante jefe del Ejército Popular Sandinista (EPS), cuerpo armado que dirigió hasta inicios de 1995, cuando bajo el gobierno democrático de Violeta Barrios de Chamorro se vio obligado a dejar ese alto cargo. 

Humberto Ortega fue también uno de los nueve comandantes de la Dirección Nacional o directorio máximo del FSLN. Como máximo jefe del ejército sandinista, y primeramente también ministro de Defensa, diseñó y dirigió la estrategia militar para enfrentar durante más de nueve años una guerra de casi 40.000 campesinos enrolados en la Resistencia Nicaragüense, también llamados “contras”.

Durante esa guerra civil se instituyó el Servicio Militar Patriótico (SMP), reclutamiento obligatorio de jóvenes para la guerra que llegó a movilizar a los frentes de combate a más de 320.000 soldados. Decenas de miles de nicaragüenses murieron de un lado y del otro durante los casi 10 años de enfrentamiento bélico.

Desde su cargo de máximo jefe militar se ganó el rechazo de un amplio sector de oposición debido a comentarios y amenazas públicas, como cuando en 1981 dijo que iban “a faltar postes de luz para colgar a los ricos”. Sin embargo, su capital personal creció a la sombra del inmenso poder político y económico que le dio el régimen de su hermano y que le permitió dedicarse a los negocios tras su salida del ejército.

A las puertas de su retiro en 1995, la presidenta Chamorro ordenó que la entidad castrense se llamara Ejército de Nicaragua y se convirtiera en una institución “apolítica, apartidista, no deliberante y subordinada al poder civil”. Como parte de ese proceso de profesionalización, que Humberto Ortega aceptó acompañar, el ejército se redujo de más de 100.000 a unos 12.800 hombres, y se elaboró un reglamento que obligaba a la renuncia de sus máximos jefes cada cuatro años, permitiendo un relevo periódico y constante de los mandos militares.

Durante la revolución Humberto Ortega fue autor de varios libros de historia y estrategia militar, como 50 años de lucha sandinista (1978) y Sobre la insurrección (1981). Ya en la vida civil escribió La epopeya de la insurrección (2004) y La odisea por Nicaragua (2013), además de una serie de ensayos y artículos de prensa en los que comenzó a mostrar distancia de su hermano Daniel y del FSLN.

Considerado un hombre astuto y calculador, tras su retiro estableció sus residencias en Nicaragua y en Costa Rica, país al que viajaba con regularidad. En sus textos propuso un “acuerdo de nación” y defendió la teoría del “centrismo” como fórmula para alcanzar un gobierno de reconciliación nacional en Nicaragua.

Desde esa posición formuló fuertes críticas a su hermano Daniel, que permaneció “gobernando desde abajo” durante los 16 años que el FSLN estuvo en la oposición y que retornó al poder en 2007 por la vía de las elecciones, proclamando un gobierno de “trabajo y paz”.

Humberto Ortega tomó más distancia de su hermano a partir de la rebelión social de abril de 2018, cuando le instó a desarmar a los paramilitares que actuaron como apoyo de la policía en la represión. 

"El pueblo no quiere ver más a estas fuerzas parapoliciales en funciones de acompañamiento con la policía o sola (..) no podemos aceptar que haya fuerzas parapoliciales o paramilitares", afirmó en una primera entrevista, en la que le pidió al Ejército intervenir para desarticularlos, lo cual nunca ocurrió.

En 2019 el general en retiro reapareció criticando la detención de 168 opositores. Daniel Ortega le respondió públicamente: “Algunos traidores y vendepatrias que llegaron a decir que iban a faltar postes de luz para colgar a los ricos, ahora salen diciendo que estos señores no son terroristas”.

También cuestionó a su hermano por la muerte, en febrero de 2022, del exguerrillero y general en retiro Hugo Torres, tras permanecer ocho meses preso en la cárcel de El Chipote. Torres falleció a los 73 años en un “cruel encierro", dijo Humberto Ortega en un artículo publicado en el diario La Prensa.

La noche del 19 de mayo de 2024, la residencia del exjefe militar fue rodeada por la Policía, horas después de publicarse una entrevista ofrecida al portal de noticias Infobae, en la que Humberto Ortega dijo que su hermano no tiene sucesores, por lo que su muerte creará “un vacío de poder” que obligará al ejército a intervenir y a convocar a un proceso de transición con elecciones libres.

“Sin Daniel veo muy difícil que haya unos dos o tres que se junten. Mucho menos uno en particular, y más difícil en la familia. Hijos que no han tenido el acumulado de una lucha política. Ni (el dictador Anastasio) Somoza pudo establecer a su hijo”, aseguró.

Agregó que “lo único que puede resolver ese vacío, y que no haya una anarquía y un caos en el país es el Ejército” coordinado con la Policía Nacional, “y buscar una salida en el corto plazo, quizás un año o menos, para convocar a un proceso electoral, ya sea el programado para el 2026”.

En la entrevista también denunció que hay personas que quieren matarlo, por sus críticas al gobierno de su hermano. "A mí no me protege ser hermano (…) Han habido algunos que han llegado a pensar en eliminarme”, dijo.  Sin embargo, aclaró que no piensa exiliarse y que prefiere “morir” antes “de darles el chance de que me humillen”.

Humberto Ortega es un paciente cardíaco desde hace mucho tiempo. En el año 2000 fue sometido a una cirugía de operación abierto en Costa Rica y tras la crisis política de 2008 sufrió “eventos graves”, según lo reiteró a Infobae.

En la “visita” de los policías a su residencia situada sobre la Carretera a Masaya, los agentes le quitaron sus teléfonos celulares y computadoras. 

La excomandante guerrillera Dora María Téllez, historiadora y disidente sandinista, Humberto Ortega fue efectivamente “humillado”, al ser llamado a esa citatoria policial. “Además lo convirtieron en un perseguido político” del gobierno de su hermano “al igual que miles de nicaragüenses más”, afirmó Téllez en una entrevista con 100%Noticias.

Un viejo compañero de armas de Humberto Ortega que pidió el anonimato dijo a 100% Noticias que “el general está muy enfermo y sabe que le queda poco tiempo. Por esa razón “no le importa morir, porque quiere tratar de que su muerte tenga algún significado… Quiere inmolarse", afirmó.

Lo anterior explicaría la rápida intervención del MINS y la Policía al instalar una “unidad médica permanente” para vigilar su salud en la residencia donde el general permanece bajo “arresto domiciliario de facto”. Y explicaría también recientes rumores en el sentido de que el gobierno estaría estudiando su posible deportación.

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