Manuel Orozco asegura que las dictaduras del siglo XXI mejoraron métodos para lidiar con aislamiento diplomático
El analista político, Manuel Orozco, director del programa de Migración, Remesas y Desarrollo de Diálogo Interamericano asegura que las dictaduras del siglo XXI han mejorado sus métodos para lidiar con el aislamiento diplomático sin perder mercados internacionales, entre ellos, los régimenes en Nicaragua y Venezuela.
Señala que en el siglo XXI hay 45 dictaduras, además de las teocracias de los países exportadores de petróleo y el comunismo en la República Popular China.
Según Orozco, estas dictaduras llevan en promedio 14 años, y comparten en común dos grandes realidades: primero, son países en los que la política pública prevalece a favor de la élite gobernante y desatienden las necesidades sociales.
En segundo lugar, son Estados políticamente inestables, en los que las pugnas internas prevalecen entre luchas intestinas entre el círculo de poder y estamentos militares, policiales y partidos dominantes.
“Entre más años lleva una dictadura, mayores las fisuras hasta llegar a su colapso”, sostiene.
El régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo es un ejemplo más contundente de cuán destructivas son las dictaduras cuando estos déspotas toman vuelo con los derechos que van coartando en la población. “Siempre hay un punto de inflexión, y empieza cuando el líder predica la coerción en lenguaje popular”.
Gente en pobreza
Explica que las dictaduras son países con líderes que tienen a sus gentes en la pobreza, con niveles de ingreso per cápita promedio que representan un quinto del ingreso promedio per cápita en países sin dictadura.
Además, registran altas tasas de subempleo y bajos niveles de desarrollo social. “Y no es que una cosa (el retraso), lleva a la otra, en el siglo XXI el retraso ocurre bajo dictaduras”, apunta.
Estos regímenes alimentan, se aprovechan de la cooperación internacional para que el mundo “se encargue” de los pobres y reciban ayuda externa en salud, educación, y alimentación.
En el aspecto político, el politólogo manifestó que el método que están utilizando estos regímenes para sostenerse en el poder es más sofisticado y en etapas.
Primero, empiezan a concentrar el poder institucional a través del Poder Legislativo y el Poder Judicial, para después proceder al ataque al pluralismo social coartando la independencia de los medios de comunicación, la libertad religiosa, el control de las organizaciones de la sociedad civil, y acechando la empresa privada gradualmente “hasta imponer su propia élite económica”.
Y cuando la concentración del poder se monopoliza, la radicalización autoritaria se torna casi irreversible.
“Y entre más años esté en el poder un dictador, menor es el Estado de derecho, mayor la inestabilidad, la migración, y la pobreza”.
En este particular, destaca la dictadura de Nicaragua, la cual ha dejado a sus ciudadanos sin acceso a educación formal, con la eliminación de sus centros académicos más importantes, con la destrucción casi total de las organizaciones de la sociedad civil y con el cierre de medios independientes, y la expulsión de más de 800 000 ciudadanos.
Mayor migración y poco desarrollo
Además de impedir el desarrollo y generar mayor pobreza en los países, las dictaduras producen mayor migración como consecuencia de la represión estatal, en la que el régimen es responsable del 35% de todos los migrantes.
Resalta que en muchos de estos países existe una estructura de captura del Estado a favor de la élite gobernante.
“Una estructura en manos de un clan familiar (como en Nicaragua) o una mafia (como en Venezuela) que redireccionan la contratación pública y la extorsión hacia negocios del círculo del clan”.
También señala que los países en dictadura sufren por el endeudamiento externo, la dependencia en remesas,por lo cual la ayuda externa es mayor, aún en medio de la ausencia de cumplimiento con las cláusulas contractuales.
Además, son países con comercio exterior más cerrados, cuya inserción global es más limitada porque sus líderes no invierten en la complejidad económica que depende de un capital humano sano, educado, inteligente.
“Son países dependientes perversamente de la ayuda externa, el endeudamiento y las remesas”, enfatiza.
Agrega que “Estos regímenes priorizan la inversión pública a través del endeudamiento externo y facilitan el apoyo económico a sus élites para mantener un círculo de lealtad alrededor del poder dominante. El resultado son economías más rurales, menos autosuficientes y menos competitivas en la economía global”.
Subraya que los regímenes dictatoriales son presa del cultivo geopolítico de China y Rusia, por lo cual el nivel de dependencia comercial es mucho mayor que la dependencia de países sin dictadura con estos dos países.
“Las dictaduras se refugian comercialmente con China para resolver sus deficiencias en la economía global, comprando barato y de mala calidad”.
Sobre China, Orozco señala que este régimen prioriza tener relaciones comerciales, aunque se violen los derechos humanos o no exista democracia.
“China cultiva una huella geopolítica que eventualmente va aprovechando para sus intereses económicos y de competencia con Estados Unidos”.
En este sentido, Orozco concluye que desde cualquier ángulo que se mire, las dictaduras no le dan réditos a sus ciudadanos. Al contrario, estos regímenes le restan al pueblo sus energías, creatividad, talento y ganas de vivir en su tierra.
Considera que Estados Unidos debe aumentar su protagonismo político aumentando la denuncia, las sanciones, penalidades y apoyando grupos cívicos democráticos y acompañarlos sin cesar.
“Es importante que las sociedades y la comunidad internacional se preparen para resistir a las dictaduras”.
En este aspecto, Orozco dijo que la experiencia venezolana de las elecciones del 28 de julio de 2024 han creado un vacío internacional, en donde el rol crítico de Estados Unidos está casi ausente. “Mas que una política exterior por redes sociales, es vital que Estados Unidos use su liderazgo en la defensa de los demócratas”.