Daniel Ortega asistió a la vela de su hermano Humberto, mientras incineraban cuerpo
El dictador Daniel Ortega asistió casi en secreto, solo y “por unos pocos minutos” a la funeraria Sierras de Paz en Managua, donde incineraron el cuerpo de su hermano y prisionero, el general en retiro Humberto Ortega, el pasado 30 de septiembre, reveló a 100% Noticias un exfuncionario de la dictadura.
El exjefe del ejército murió ese mismo día 30 por la madrugada en el hospital militarEl exjefe del ejército murió ese mismo día 30 por la madrugada en el hospital militar, tras permanecer bajo arresto domiciliario desde el 19 de mayo y en aislamiento total desde el 11 de junio en dicho centro asistencial.
“Sí, Daniel Ortega fue a la vela en Sierras de Paz, donde se realizó la ceremonia privada, solamente con la familia de Humberto. Rosario Murillo no lo acompañó”, dijo la fuente, que conversó con uno de los parientes que asistieron a la vela, cremación del polémico exjerarca militar sandinista.
“Entró en silencio con un par de escoltas, caminó directamente a dar el pésame a los hijos y se retiró. Fue entrada por salida”, señaló el informante. Añadió que a la funeraria asistió también Angélica Chavarría, su pareja en los últimos años de su vida.
Los hijos del difunto exgeneral recibieron el saludo de Daniel Ortega “con cortesía, pero el ambiente era tenso y frío”, agregó.
Las instalaciones de Sierras de Paz permanecieron vigiladas por patrullas y efectivos de la policía sandinista, durante el momento en que duró el proceso de incineración de los restos de Ortega Saavedra.
De los cinco hijos de Humberto Ortega, solo el menor, Oscar Humberto, vive en Nicaragua. Las tres hijas mujeres residen en Costa Rica, aunque todas llegaron al país. También asistió David, “un hijo mayor que tenía y que para muchos es desconocido, que nació y vive en Cuba”, añadió.
Ausencia de los “históricos”
La fuente destacó que Humberto Ortega, quien pese a su alto cargo como fundador y jefe de la institución castrense no tuvo honras fúnebres por parte del ejército ni del régimen, tampoco fue despedido en Sierras de Paz por sus antiguos compañeros de armas, como los comandantes de la revolución Bayardo Arce, Jaime Wheelock, Henry Ruiz y Víctor Tirado, pese a que todos residen en Nicaragua.
“Ninguno de los históricos estaba, tampoco otros que fueron muy cercanos como Lenín (Cerna, exjefe de la Seguridad del Estado Sandinista) o Joaquín (Cuadra, quien dirigió el ejército tras el retiro de Humberto Ortega en 1995).
“Imagino que Rosario quiso evitar cualquier posibilidad de que se reunieran”, comentó.
Figuras de la oposición han señalado que Murillo no tenía una buena relación con Humberto Ortega y que el detonante de la crisis fue la entrevista que este dio en mayo pasado al medio argentino Infobae, en la cual dijo que su hermano Daniel, que el mes próximo cumplirá 79 años, no tiene sucesores adecuados, y que tras su eventual muerte o ausencia quedaría un gran vacío de poder que obligará a convocar a elecciones libres.
“Rosario Murillo no soportó esas declaraciones, porque aunque no la mencionó, fue como anularla completamente en sus pretensiones de ser presidenta. Por eso decidió callarlo poniéndolo en casa por cárcel y después en hospital por cárcel”, expresó el exfuncionario.
¿El dictador en depresión?
Según una persona empleada de los Ortega Murillo en El Carmen, lo ocurrido con el general retirado Humberto Ortega habría causado “malestar y depresión” a su hermano, al punto que desde que fue a la funeraria, prácticamente, permanece encerrado en su habitación. “Parece que está deprimido, o tal vez viviendo su duelo, porque ni siquiera sale de su cuarto a la oficina donde trabaja”, a pocos metros de distancia. “Porque esa oficina, cuando él está dentro, siempre tiene a dos escoltas en la puerta y desde hace días que estos no se ven”, agregó la fuente.
El exfuncionario consultado dijo que “es muy posible que ahora Daniel esté en depresión”, porque pese al conflicto de la vicedictadora con su cuñado, los dos hermanos “siempre mantuvieron la comunicación”.
“Ellos nunca dejaron de hablarse, de tener comunicación, ni en los peores momentos. Nunca, nunca, nunca”, reafirmó.