VÍCTIMA ENMUDECIDA
Noviembre 20, 2015
12:36 PM
Angelina (anónimo) aún no ve la luz al final del túnel. Las cicatrices marcaron su alma cuando su madre la abandonó siendo ella una niña.
Ella prefiere ese nombre porque admira a la famosa actriz Angelina Jolie, alega que es su inspiración de lucha para no terminar con su infeliz existencia, así es como la califica.
Su historia pudiera sonar trillada, pero si ella pudiera hablar, su desgarrador relato impregnaría en el tuétano del menos sensible. Nació sordomuda, logró aprender lenguaje de señas gracias a una vecina de igual condición que la instó a educarse, lo que hoy nos facilita la comunicación.
Tuve que desempolvar mis habilidades de comunicación a través de señas que aprendí hace 8 años cuando cursaba aún la secundaria, jamás imaginé que ese curso me serviría para revelar y comprender su historia.
Entre señas y lamentos me expresa sin tabúes cómo llegó a ser sexo servidora. Un peine recorre su pelo negro que le llega al hombro mientras sus ojos vivaces pero ojerosos ven al pálido y roto espejo que usa para maquillarse. ‘’Ha sido una noche mala’’, me indica con el movimiento de sus manos, dejando el lápiz labial rosa a un lado. ‘’Tengo miedo de hablar, la gente sabe quien soy porque me dicen la ‘muda’, sin embargo, sé que no soy la única, hay más chicas que no son mudas pero son prostitutas por necesidad o por gusto’’, dice Angelina de 19 años al mostrarme su cédula de identidad, la única identificación que expone su nombre original. ‘’Cuando se me acercó esa noche, me pareció una buena persona, por eso accedí a esta cita’’, narra el episodio al dirigirse a mi persona.
El reloj de mi celular me indica la hora, 7.52 de la noche, llevamos media hora conversando. Me impresiona que haya accedido a hablar conmigo, que me permita visitarle en su modesto cuarto sin temor ni prejuicios morales. Soy yo quien sudo de la preocupación porque el barrio no es seguro, pero me armé de valor y preparé mi mente para enfrentar la situación cuando le conocí esa noche al bajar por la avenida hacia el viejo hospital militar inundado de emociones. ‘‘Pensé que te ibas a arrepentir de venir’’, señala. ‘‘Aquí estoy’’, responden de manera torpe mis manos como si un fuerte terremoto las sacudiera.
El abuso sexual es de vieja data, las personas como Angelina son presa fácil de muchos abusadores desalmados que aprovechando la vulnerabilidad de sus víctimas, las atacan sin compasión. Angelina fue abusada sexualmente por casi todos los hombres de su vecindario desde los diez años. Sus brazos se mueven rápidamente y los gestos cobran energía al desenterrar recuerdos aterradores. Le pido me explique sin prisa para entender y recopilar los datos con el lapicero que no para de escribir. Respira y junta sus manos de una forma apacible para disculparse. ‘’Mi mamá nos dejó y se llevó a mis dos hermanos menores, porque soy muda me abandonó, yo tenía 9 años’’, relata.
Vive sola, fotos de Angelina Jolie adornan las cuatro paredes cubiertas de cemento, alega que gana entre 200 a 400 córdobas por noche, depende de la persona que la busque, distingue y categoriza a los ‘clientes’ por el estilo de transporte que use’’. Me invade la duda y le pregunto: ¿Eso incluye funcionarios políticos, militares, religiosos?, ‘’Se dice el pecado no el pecador’’, responde con señales cortantes que evidencian los secretos que posiblemente guardará hasta la tumba.
Alguien golpea la puerta del cuarto, el sobresalto interrumpe la conversación. ‘‘Angie soy yo Diana, abrí’’. –‘’No la esperaba, es mi amiga’’, me expresa Angelina cuando le indiqué que alguien llegó a visitarla. Diana me saluda, le abraza, sonrío y observo que también habla lenguaje de señas, lo aprendió para comunicarse con Angie, a como ella le dice de cariño. ‘’Siempre estoy pendiente en la ventana cuando alguien viene’’, explica Angelina al preguntarle si podemos continuar, su respuesta es afirmativa.
Diana busca algo de comer en la mini refrigerador que parece de juguete y nos ve con disimulo, se acerca a nosotros; sin titubear le lanzo una primera pregunta y prefiere ocultar su verdadera identidad, insiste en que es mayor de edad, prefiero aceptar su versión que refutarle aunque parezca tener 16. Diana y Angelina se cuidan mutuamente, comparten pesadillas similares, también momentos de alegría. ‘’No debería hablar, pero si Angie te aceptó, es porque te tiene confianza y eso que ni lo conoce bien’’, se ríe.
Los ojos de Angelina lucen más despiertos, le complace la visita inesperada de su amiga. El ambiente es más relajado, el tiempo apremia y tengo más preguntas que hacer valiéndome de mis manos que son mi voz y apresuro el ritmo.
‘’Me violaron desde chiquita, casi no recuerdo, fueron como 50 hombres, vivía en la calle, cuando mi mamá se fue con mis hermanitos tuve que sobrevivir sola, no sé por qué se fue’’, lamenta.
A los 12 años decidió acabar con su vida, pero un sueño del que según tuvo la noche antes de cometer el suicidio le impidió concretar su desenlace. Visualizó a una mujer vestida de blanco y con rosas rojas que le indicaba seguir un camino luminoso y le cantaba hermosas melodías al oído. ‘’Con ese sueño, me di cuenta que no estoy sola’’, detiene sus manos y las apoya en su joven pero cansado rostro.
Diana es sigilosa y presta mucha atención, se compadece de su amiga y le evoca su cariño. La escena es increíble: no hay limitantes físicos para el amor de amigos.
El momento más difícil en la vida de Angelina no se traduce en el abandono inexplicable de su progenitora. A los 15 años, cinco hombres abusaron sexual y brutalmente de ella, esa trágica noche parecía ser normal, los individuos en estado de ebriedad le dijeron que ganaría una buena comisión por seguir tomando con ellos, pero que solo tendría relaciones sexuales con un menor de edad que les acompañaba. La noche se paralizó. Violó el reglamento más importante de las trabajadoras sexuales: ‘nunca te vayas con más de dos sujetos, peor si están borrachos’.
Su decisión casi le cuesta le vida, a escasos metros de haber subido a la camioneta, le ataron brazos y pies. Su voz se volvió a silenciar. Habitantes de carretera vieja a León encontraron a una joven desnuda y con señales de violencia en un monte a orillas de la pista. Desconoce por qué terminó en ese lugar. Su respiración se acelera al contar el horror vivido. Bebe con rapidez un vaso de agua para mitigar la ansiedad. Se siente al borde del precipicio, pero la serenidad vuelve a ella de forma milagrosa.
‘’La gente habla mal de las prostitutas como si fuéramos una enfermedad, nos odian, nosotras nos ganamos la vida de esta manera porque no estudiamos, porque no tenemos familia, por necesidad. Yo quisiera estudiar pero vengo cansada y trabajamos todas las noches, sino no comemos’’, comenta Diana.
‘’Pero dijiste que hay quienes lo hacen por gusto’’, le refuto. No se queda callada y de forma cautelosa me manifiesta que hay sus excepciones. Es una joven inteligente, logró terminar la secundaria, según versión de Angelina.
Tengo otra interrogante y no vacilo al hacerla: ¿Usan preservativos al tener relaciones sexuales?
La pregunta no les incomoda y responden con serenidad a que sí lo usan, ‘’pero no siempre es posible, depende del hombre y de sus exigencias’’, contesta Angie. Esta más que claro que esta circunstancia las ubica en una posición vulnerable a contraer enfermedades de transmisión sexual, el VIH y otras formas de explotación sexual.
¿Se han contagiado de alguna enfermedad de transmisión sexual?, pregunto casi si pensar, pero la respuesta de Angelina me deja atónito: ‘’Dios nos cuida, ninguna de las dos sabe que es eso aún’’. Llevan casi 4 años como trabajadoras sexuales.
Angelina y Diana no quieren que su historia sea una de las miles que existen en el país y que descansan en el baúl de las mentes de sus protagonistas donde el temor a hablar es más fuerte que el de decidir cambiar sus estilos de vida. ‘’Nadie puede juzgar a nadie’’, defiende Angelina con seguridad esta posición.
En Nicaragua la prostitución se da más en las mujeres que en los hombres, según psicólogos consultados al respecto, esto se debe a la menos reservada vida de los hombres y cuestiones socio culturales que radican en el hogar y la sociedad que marcan positiva o negativamente la vida de las féminas que en su mayoría inician la vida sexual antes de los 18 años.
Sixto Ulloa, procurador de la ciudadanía corroboró que si bien en Nicaragua el trabajo sexual no se prohíbe, lo que se castiga es el lucro por la prostitución a costa de otra persona, por lo que se pueden aplicar condenas de 10 a 15 años de prisión, sin embargo, la situación se agrava cuando hay un menor de edad involucrado.
Bajo el mismo escenario, los puntos estratégicos en la capital son varios y la noche es el inicio de una jornada que se extiende hasta el amanecer para las más de 14 mil trabajadoras sexuales en el país, de acuerdo a cifras de organismos no gubernamentales que trabajan enfocados en velar los derechos de las mujeres.
‘’Allá va la muda’’, grita una vecina cuando ve salir a Angelina de su morada. Diana la ignora mientras camino junto a ellas para abordar el bus. La noche se tiñe de diversos colores por las luces estrambóticas de árboles metálicos que engalanan a la capital, ambas auguran lo mejor. Sueñan con dejar las calles algún día, me prometen que pronto no las volveré a ver en el mismo lugar donde las conocí, quieren viajar a Costa Rica. ‘’Dicen que allí pagan bien a las empleadas’’, argumenta Diana. ‘’Aquí también pueden hacerlo’’, les contesto. Se miran entre ellas y fruncen el ceño en señal de desacuerdo. Angelina me agradece con un gesto y se despide. Están a una cuadra de la zona donde laboran.
Me siento como un espía, pero no lo soy y mientras camino a pocos metros de donde se encuentran, un carro se detiene, un sujeto describe con los dedos el precio por hora (C$200), el misterioso conductor se oculta detrás de las ventanas oscuras, parece un tipo fino por el estilo del auto, un yaris color rojo. Le invita Angie a entrar a su coche, la noche es húmeda y las luces de los faroles apenas iluminan el lugar, el semáforo cambia a verde y la joven de baja estatura que viste una mini falda color negro, más un top cubre sus pechos, tacones extravagantes y maquillaje abundante, sube al vehículo sin una pizca de temor, la amiga le desea lo mejor y besa la cruz de un rosario que cuelga en su cuello.
‘’Volverá en una hora’’, se dice a sí misma con confianza cuando se percata que estoy su lado esperando el taxi que opté por tomar debido a la hora. Me sonríe y con una brusca señal me exige que me retire.
Creo que Angelina acaba de quebrantar el reglamento otra vez, el hombre iba en compañía de dos sujetos más y ellas lo sabían.
No todas las víctimas logran denunciar a su agresor, y ella fue víctima desde su vientre.
Por Stalin Lenin Andino
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