Impuesto más caro que existe para la población vulnerable es la inflación
El reciente aumento de los precios de los alimentos y la energía podría afectar de manera desproporcionada a los hogares más pobres, aumentar el hambre e inseguridad alimentaria y profundizar las brechas de desigualdad. Eso se debe a que los hogares de más bajos ingresos gastan aproximadamente el 70 por ciento de sus ingresos en alimentos, mientras la clase alta destina sólo 20 por ciento a este fin.
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La mayoría de la población vulnerable siguen siendo compradores netos de bienes básicos, por lo que los aumentos de los costos de la canasta básica tienden a multiplicar la pobreza en general. La inflación suele mermar los salarios y los ahorros reales, con lo cual se genera precariedad en la subsistencia.
En el caso del 80 por ciento de la población de poder adquisitivo bajo, las interrupciones en la proveeduría de suministros, así como el alza de los precios podrían provocar un aumento de la población en condiciones de sufrir hambre, y la inseguridad alimentaria.
La elevada inflación, en síntesis, tiende a empeorar la desigualdad o la pobreza porque afecta más a los ingresos y los ahorros de los hogares más pobres o de medianos ingresos que a los ricos.
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