Opositora Hellen Alfaro narra cruda realidad por migrantes indocumentados en EEUU, sigue pagando deuda por huir de Nicaragua
“La gente en Nicaragua piensa que como uno se toma fotos en sitios bonitos y las comparte en sus redes la está pasando bien aquí y no es así. Lloramos muchas veces y solo nos consolamos. Es muy difícil la situación”, admite Hellen Alfaro quien huyó de su natal Somoto, por la persecución policial
Hellen Alfaro llegó a Estados Unidos en noviembre del año pasado tras huir del asedio policial al que fue sometida en Nicaragua por declararse opositora y colocar en la fachada de su vivienda un mural sobre derechos humanos.
Desde Los Ángeles, Hellen habló con 100%Noticias sobre las numerosas dificultades a las que inmigrantes indocumentados como ella les toca vivir por falta de permiso de trabajo legal pese a que ya están en el mercado laboral.
“A los que se quieren venir yo les digo que si lo quieren intentar que lo hagan, pero que ya tengan acá un lugar donde quedarse, deben de saber que aquí la familia les ayuda solo unos días, incluso en mi caso ni siquiera fue mi familia quién me ayudó fue un amigo opositor y ya estando aquí me hizo propuestas indecentes y tuve que salir a alquilar”, dice.
Hellen recordó que fue un mexicano compañero de cuarto de su amigo quien se dignó a extenderle la mano sin ningún interés personal. “Yo creo que la deberían de pensar y a veces piensan que es egoísmo de uno, pero si deciden venir no traigan niños porque las pobres criaturas sufren aún más que nosotros los adultos”, reflexiona.
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Hellen trabaja cuatro horas diarias en el área de sanitización de la biblioteca pública de Los Ángeles, narra que con mucho esfuerzo logra reunir 1,500 dólares como ingreso por mes para pagos de una renta compartida, intereses de la deuda adquirida por el viaje irregular y algunas veces recibe ayuda con la alimentación porque este dinero no le alcanza.
“La gente en Nicaragua piensa que como uno se toma fotos en sitios bonitos y las comparte en sus redes la está pasando bien aquí y no es así. Lloramos muchas veces y solo nos consolamos. Es muy difícil la situación”, admite.
Explica que para estar en Estados Unidos, es solo un peldaño de todos los desafíos que como migrante indocumentada debe enfrentar porque a falta de documentación no cuenta con un permiso de trabajo, tampoco con salario justo y las rentas son muy altas.
Entre los grandes desafíos que Hellen ha identificado en Estados Unidos siendo migrante es la movilización y la importancia de saber conducir para cubrir esta necesidad.
“Si una no tiene vehículo debe levantarse de madrugada con los horarios de los buses y aprender a usar el metro-bus para movilizarse aquí es bien difícil. Nos toca esperar una hora en las paradas de buses y aquí solo hay una banquita soportando el ardiente sol”, dice.
Aprovechamiento de otros latinos
La mayoría de los inmigrantes no autorizados realizan empleos que requieren poca preparación, como las labores agrícolas, la construcción, cuidado del hogar y cuidado infantil, que además de tener sobrerrepresentados, los ciudadanos estadounidenses tampoco están dispuestos a suplir esas vacantes.
“Yo al principio trabajaba limpiando casas con una señora que me pagaba 10 dólares por hora”, recuerda que algunas de las jornadas laborales se extendieron hasta por 15 horas diarias y se aprovechaban de su condición de no contar con permiso de trabajo legal porque le pagaban lo que querían “y lo más triste que la gente que se aprovecha es la misma centroamericana, la gente latina”, reconoce.
Hellen dice que en estos meses ella ha tocado muchas puertas en restaurantes, agencias y donde pueda para obtener un empleo. Perdió la cuenta de cuantas veces despertó a la 5:00 de la mañana para llenar aplicaciones sabiendo que no contaba con la mayoría de requisitos.
Aunque en enero de este año tramitó su permiso de trabajo dice que las autoridades estadounidenses todavía no le dan respuesta y sigue esperanzada gracias a las oraciones y mensajes que recibe de su familia en Nicaragua.
Le dicen que no se rinda y que siga adelante. “Lo que más me anima es la fe en Dios y la esperanza de volver a mi país porque ningún sufrimiento es para siempre”, dice.
Su vida en Nicaragua
El cuerpo de Hellen está en Los Ángeles, pero su mente y su corazón está en Nicaragua junto a su hijo de 23 años y su madre, cuenta que proviene de una familia muy unida y cree firmemente en el respeto de los derechos humanos para todas las personas por igual sin importar su forma de pensar.
En 2018, se involucró en las protestas antigubernamentales de su natal Somoto, Madriz.
Cuenta que era dueña de su propio negocio ya que realizaba viajes de excursión de Nicaragua hacia Guatemala, pero a finales de 2020 se convirtió en un blanco del régimen de Daniel Ortega al colocar un mural que abordaba la temática de derechos humanos en la fachada de su vivienda y ocho policías le ordenaron retirarlo por considerarlo como “acciones que provocaban zozobra en la población”.
La advertencia llegó con otras acciones represivas que además de alcanzar a Hellen llegaron a su familia, intentó continuar con su trabajo.
Sin embargo, le informaron que tenía orden de restricción para salir del país por estar siendo investigada y aunque ella burló la seguridad cuatro meses “cruzándose por montes” a Honduras supo que no podría hacerlo mucho tiempo y el 4 de noviembre de 2022 dejó su vida en Nicaragua en busca del “sueño americano” que todavía no está segura sí existe.
“Tal vez existe el sueño americano, pero tal vez con el tiempo cuando ya uno está establecido aquí. Las pruebas son demasiadas duras y se deberá pasar de todo antes de cumplirlo y yo todavía tengo la esperanza de verlo”, concluye Hellen Alfaro.
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