Despacho 505: Mamá de Álvaro Conrado: No parí a mi hijo para que fuera mártir…esto es una pesadilla
El medio día del 20 de abril Álvaro Conrado Dávila, de 15 años, fue herido de muerte. En un video de menos de un minuto, el país entero fue testigo de los últimos instantes de vida del adolescente que angustiado pronunciaba la frase “Me duele respirar”. Ese día Álvaro se convirtió en un símbolo de la lucha cívica en Nicaragua, fue el primero de una lista de 29 menores de edad asesinados por las fuerzas represoras leales a Daniel Ortega durante la Rebelión de Abril.
Nicaragua entonces adoptaba a un héroe de la lucha contra la dictadura orteguista y doña Lizeth Dávila, su madre, perdía el hijo para el que anhelaba grandes cosas. “Deseara despertar y que todo fuera una pesadilla”, expresa desde Ginebra, Suiza, a donde llegó para denunciar los asesinatos de jóvenes en Nicaragua
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“No parí a mi hijo para esto, yo no quiero esto, yo quiero a mi hijo vivo conmigo, y vivir una vida llena de amor a como la teníamos todos juntos, momentos juntos no un mártir”, declara embargada por la impotencia al no poder visitar hoy el lugar donde reposan los restos de Álvaro. “No pensábamos quedarnos varadas por acá (Ginebra), pero igual desde mi corazón siento la ausencia de mi hijo”, expresa.
Dávila se confiesa con pocas fuerzas para brindar entrevistas. “Esta fecha significa mucho dolor en mi memoria, deseo despertar, que todo esto sea una pesadilla. Quisiera despertar y tener a mi hijo conmigo, pero también significa resistencia y mucha más sed de justicia”, se excusa.
EL DOLOR CONVERTIDO EN CORAJE
Cuenta que como toda madre soñaba ver crecer a su hijo, prepararlo “para ser un hombre de bien y que fuera un buen profesional” y tras su muerte, en estos dos años se ha tenido que llenar de coraje, de convertir el dolor en fuerza para que los criminales paguen.
“Ha sido duro. Yo no he llevado ni el duelo a como se debe, porque el dolor se convirtió en la lucha para la búsqueda de justicia”, comenta al subrayar que la demanda de los familiares de los al menos 328 asesinados por el régimen “va más allá de un simple cambio de gobierno en Nicaragua, la justicia se va a exigir, porque él, ( Daniel Ortega) o los culpables tienen que pagar”
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El día que fue asesinado, Álvaro había acudido a la zona de ataque para apoyar a los jóvenes que con piedras y morteros se defendían del ataque de antimotines y paramilitares en el sector de la Universidad Nacional de Ingeniería (UNI), en Managua. Llevó agua y se la repartía a los muchachos para que resistieran.
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ORTEGA Y MURILLO TIENEN QUE PAGAR
“Murió llevando hasta las últimas consecuencias la frase ignaciana de en todo amar y servir. Temprano en la mañana salió de su casa simplemente para ayudar y solidarizarse con los jóvenes nicaragüenses y regresó en un ataúd”, exaltó el rector del Colegio Centroamérica, Domingo Cuesta, durante un acto que la familia Jesuita dedicó a la memoria del estudiante.
¿Hasta dónde están dispuestas a mantener su demanda de justicia?
Todo es un riesgo, pero por un hijo se hace todo, ellos cometieron crímenes de lesa humanidad y tienen que responder ante las leyes.
Lizeth Dávila se encuentra en Ginebra junto a Josefa Meza, madre de Jonathan Morazán, asesinado el 30 de mayo de 2018. Ambas visitaban Europa en representación de la Asociación Madres de Abril para denunciar al régimen orteguista.
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