Los opositores duros del Pacífico: disidencia y resistencia a la dictadura
Los departamentos de Masaya, Granada y León representan el 18% del electorado a nivel nacional. El 60% de estos pobladores votó en contra de Daniel Ortega en las elecciones realizadas entre 1990 y 2006. Pese a que todas las alcaldías de estos lugares están dominadas por el Frente Sandinista producto de irregularidades en las votaciones, en 2018 fueron los bastiones más importantes de la rebeldía en contra del actual régimen. Ciudadanos de estas ciudades no solo comparten sus experiencias frente a la represión sostenida, sino que lanzan un llamado de unidad nacional frente a la dictadura.
La casa del preso político Edward Lacayo, ubicada en el barrio Las Cuatro Esquina de Masaya, es asediada todos los días. Una patrulla policial llega desde las cuatro de mañana y se va hasta el final de la tarde.
A Karen Lacayo, la hermana de Edward, conocido como “La Loba Feroz”, la han amenazado con echarla presa por “exigir la liberación de mi hermano”. Se ha cambiado de domicilio varias veces, y de manera constante miembros del Frente Sandinista la llaman por teléfono para amenazarla.
Este es el asedio que viven los opositores en ciudades como Masaya, Granada y León. Tres departamentos que representan el 18% del electorado a nivel nacional. El 60% de estos pobladores ha votado en contra del Frente Sandinista en las elecciones presidenciales de entre 1990 y 2006 en Nicaragua.
Sin embargo, fueron pueblos que se alzaron con fuerza, colocando cientos de bloqueos de carreteras durante la crisis política de 2018. Bastiones opositores con un peso político clave en las próximas elecciones de noviembre de este año.
David Canda, un historiador de la cultura de Monimbó y Masaya, en el patio de su casa. Redacción Abierta.
Pese a que Masaya, un municipio ubicado a 24 kilómetros de la capital, siempre ha sido escenario de la celebración del Repliegue Táctico, una conmemoración de una estrategia militar del Frente Sandinista durante la insurrección de 1979, los datos de las elecciones presidenciales de entre 1990 y 2006 revelan que era un lugar opositor. El más alto porcentaje que sacó el partido de Daniel Ortega fue de 43.39% en 1990. Sin embargo, en las tres elecciones posteriores, el caudillo sandinista, único candidato del partido rojinegro en esos comicios, recibió en promedio 36.1% de los votos. Es decir, casi el 64% votó en contra.
“Yo creo que hubo una percepción, quizás, errada de generalizar a Masaya como bastión del Frente Sandinista”, dice Yubrank Suazo, un opositor a Daniel Ortega que estuvo preso durante nueve meses entre 2018 y 2019 por apoyar las protestas en Masaya. Suazo, de 30 años de edad, ahora pertenece a la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, una organización opositora que surgió a raíz de la crisis.
“Yo creo que la preferencia del sandinismo era en el barrio Monimbó. Pero a partir de la represión criminal en abril de 2018 que hizo el Frente Sandinista con su misma población, el monimboseño y otro sector minoritario, que apoyaba a los sandinistas, se quita la venda de los ojos y le dan la espalda a Ortega”, agrega Suazo.
La resistencia histórica
El poeta Rubén Darío le llamaba “La Ciudad de las Flores” a Masaya, porque a inicios del siglo XX estaba rodeada de flores, con jardines de fincas pintorescas que le daban un ambiente primaveral. Sin embargo, la historia de Masaya es de resistencia. En 1912, durante la intervención estadounidense, desde aquí se atrincheraron para combatir a los Marines. Más de sesenta años después, en 1979, durante la insurrección sandinista, los rebeldes de Masaya resistieron el bombardeo de la Guardia Nacional de Anastasio Somoza Debayle, el último de la tiranía. Fue por esto que los lugareños no se sorprendieron, cuando en abril de 2018, Masaya fue tomada por los manifestantes y la declararon “territorio libre” de Daniel Ortega. Fueron asesinadas casi 30 personas en esos meses y su demostración de rebeldía provocó que el barrio indígena Monimbó, uno de los más reprimidos, fuera llamado “El Corazón de Nicaragua”.
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David Canda, un historiador de la cultura de Monimbó y Masaya, dice que el monimboseño tiene dos características principales: ama su cultura y es eminentemente religioso. “Los que tocan ese sentimiento, el pueblo no va con ellos”, dice Canda, quien agrega que los masayas no tienen preferencias políticas. “Aquí el pueblo le abre las puertas de su casa, puede dormir en una tabla o bajo los árboles. Pero si usted le hace un delito a este pueblo, le cierran las puertas, peor que en el infierno a donde vamos a llegar todos. Así estamos viviendo este momento histórico”, agrega.
Canda (que se dedica a rezarle a los enfermos para que se curen) está alejado de la política, pero confirma que en Masaya los pobladores están bajo vigilancia. “Hay curiosidad por saber con quién se reúne uno o a qué bando pertenece”, dice Canda.
Desde hace tres años la conmemoración del Repliegue que culmina en Monimbó, ya no se realiza. Ahora, el Frente Sandinista ha habilitado una plaza en la periferia de Masaya donde Daniel Ortega ha llegado a dar su acostumbrado discurso. En 2018 lo hizo desde la estación de Policía de la ciudad, rodeado de oficiales encapuchados. Solo algunos fanáticos sandinistas salieron a saludar al caudillo sandinista mientras entraba a la ciudad, los demás pobladores se quedaron encerrados en sus casas. “El pueblo se resiente, el pueblo llora y cierra sus puertas, como lo hemos visto recientemente”, dice Canda.
Disidencias en los sandinistas
El 12 junio de 2018, los pobladores de León, un departamento del occidente del país, levantaron unas 500 barricadas. Ese día encabezaron un paro nacional para presionar al régimen de Daniel Ortega, y las inmensas vallas de adoquines se alzaron como “un acto de defensa ante los ataques de los sandinistas armados”, según una nota del diario La Prensa.
Por ser León un municipio históricamente sandinista, la paralización de esta ciudad fue un hito. De los tres municipios analizados en este reportaje, Granada, Masaya y León, este último es el que tiene más preferencia por el Frente Sandinista en las cuatro elecciones presidenciales de entre 1990 y 2006. El porcentaje más alto que logró el partido en el poder fue de 54% en las elecciones de 2001, y el más bajo fue de 44.19% en los comicios de 2006.
Sin embargo, las protestas en León pudieron dar un vuelco de preferencias políticas. Un análisis de la revista Envío en mayo de 2018 señaló que las fisuras del Frente Sandinista en “bastiones históricos” como León durante la rebelión de abril, “se han hecho evidentes con una fuerza sorprendente. Ninguna conspiración ni interna ni externa pudiera haberlas logrado con tanta velocidad”. Existen innumerables testimonios de sandinistas que criticaron la masacre que ejecutó su partido en este departamento.
En el caso de Masaya, Yubrank Suazo dice que una parte de las personas que se rebelaron contra el régimen de Ortega en 2018 fueron los mismos simpatizantes del Frente Sandinista que lo habían apoyado en años anteriores. “Un alto porcentaje de los que estuvieron al frente de las protestas en Masaya, y una gran parte de los muchachos que asesinaron, eran disidentes del sandinismo”, dice.
Suazo representa la otra parte de los opositores. Él es hijo de artesanos de hamacas, cuya familia está dividida entre sandinistas y adversarios de Ortega. Sin embargo, él siempre ha estado vinculado a organizaciones políticas opositoras, como el Movimiento Por Nicaragua. “Gracias a Dios nunca he sido sandinista”.
Suazo está viviendo donde un familiar porque su casa fue quemada por los sandinistas en 2018. “La gente que me mira no me dice que pertenece a la Alianza Cívica o a la Unidad Nacional Azul y Blanco. Lo que me dicen es que trabajemos por la unidad”, dice Suazo, quien además considera que los sandinistas que se rebelaron a partir de 2018 “pueden ser claves en estas elecciones de este año”.
Suazo vive asediado. Lo comprobó un equipo de REDACCIÓN ABIERTA, que después de entrevistarlo a mediados de marzo, fue perseguido por un motorizado por varias calles, y unos minutos después fue detenido, requisado y expulsado de Masaya por una patrulla de la Policía con unos siete antimotines armados.
La detención ocurrió en la calle principal del barrio Monimbó. El motorizado llegó con la patrulla e interrogó a los reporteros de esta plataforma que ofrece contenido electoral a los medios independientes. El hombre trabajaba en coordinación con la Policía. Cuando ordenaron a este equipo periodístico salir de Masaya, el motorizado custodió desde atrás al vehículo en que se trasladaban los periodistas, mientras la patrulla de la policía iba a adelante.
—Si vuelven a venir a Masaya los echo preso—dijo el comisionado de apellido Espinoza, número de placa 1497, al equipo de este medio, en la entrada de Masaya, cuando culminó la expulsión.
Una media hora antes de la expulsión, en una casa del barrio Magdalena, unas diez ancianas acompañadas de un hombre y otras mujeres más jóvenes, hacían arreglos con unas flores que antes desparramaron en el piso. Las iban a colocar al Señor de los Milagros en una iglesia cercana. Es una tradición de Masaya que se hace todos los jueves de Cuaresma –los cuarenta días antes de Semana Santa. Aunque nadie habla de política, lo que me aclara el anfitrión de la casa es que lo hacen con sus propios recursos, “nada, nada del gobierno hay aquí”.
David Canda resume la característica del masaya con la siguiente metáfora: “cuando el pueblo siente que la faja le chima, el monimboseño brinca, pero lo que hace es torear y bailar el ritmo del Torovenado (una celebración religiosa que ha servido para hacer sátira política), como diciendo que no está de acuerdo”.
La Granada conservadora
Del Pacífico nicaragüense, Granada es el departamento donde el Frente Sandinista desde siempre ha obtenido el porcentaje más bajo de los votos. En las cuatro elecciones presidenciales, entre 1990 y 2006, promedió 33.6% de los votos. Fue hasta las elecciones municipales de 2004 que el Frente Sandinista capturó el poder de la ciudad con apenas nueve votos de diferencia, mediante un proceso cuestionado por los partidos políticos opositores que lo calificaron como fraudulento y lo bautizaron como “Granadazo”.
La ciudad de Granada, ubicada al suroeste del país, fue fundada en 1524. Es una de las ciudades más antiguas del continente. En varios períodos fue capital de Nicaragua, título que se disputaba con León, en las guerras de conservadores granadinos contra liberales leoneses. De modo que el conservadurismo es un sello impregnado. De hecho, el Partido Conservador fue la última organización opositora que estuvo al frente de la Alcaldía de este municipio.
El estilo colonial de la ciudad de Granada, con iglesias con más de 300 años de existencia que todavía se mantienen en pie y en buen estado, la hace atractiva para los turistas nacionales y extranjeros. “Desde los noventa a Granada se le llamó la capital del turismo, y esto tiene un impacto económico local que ha hecho más libres a los granadinos”, dice Roger Martínez, un granadino que estuvo preso nueve meses por estar involucrado en las protestas de 2018. Desde hace meses está exiliado en Costa Rica debido al acoso del Frente Sandinista. “La economía de Granada está bien dolarizada. Muchas familias han prosperado con sus propios recursos”, agrega Martínez.
Para Martínez, psicólogo de profesión, el constante roce cultural con los extranjeros también ha transformado la manera de pensar y de ver el mundo de los granadinos. “Para mí, eso ha tenido un impacto en la preferencia política de los granadinos, porque es muy particular, ya que en otras ciudades no existe ese intercambio con los extranjeros”, señala Martínez.
Efraín Ordoñez, un opositor granadino de 32 años de edad, dice que en Granada siempre se han considerados como “apáticos con la política”. Sin embargo, durante la crisis de 2018 “Granada nos enseñó que eso no siempre es así, porque salieron a las calles y todos los días que había marchas se llenaron de gente para protestar”, agrega Ordoñez.
Durante algunas semanas, Granada estuvo “trancada”. Hubo un opositor asesinado, y luego de la “Operación Limpieza” los rebeldes se desarticularon. Algunos están presos y la mayoría está en el exilio. “Yo soy opositor a la injusticia. Es decir, claramente puedo decir que hoy en día soy opositor al Frente Sandinista por sus prácticas, porque es una organización criminal”, dice Ordoñez.
En Granada los opositores más visibles son acosados por la Policía. Las patrullas recorren la ciudad pendientes de cualquier reunión política. “A pesar de que hay miedo, la gente está esperando el día de las elecciones para ir a votar en contra del régimen”, dice Ordoñez, quien considera que el voto duro contra Ortega es “incierto” porque “la gente está esperando la unidad y un candidato, no que sea ideal, sino que arrastre gente y pueda sacar al régimen”. Precisamente esta es una de las razones por la cual este joven opositor está desanimado. “Cuando uno ve los pleitos de la oposición, siento que la unidad está lejana”, dice Ordoñez, y remata: “En ese escenario, la oposición no gana nunca”.
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