Nicaragüenses se desbordan por el "Toro Huaco", una antigua danza rebelde
Diriamba (Nicaragua), (EFE).- Cientos de nicaragüenses se desbordaron este miércoles por las calles de la ciudad de Diriamba (sur) para participar en el baile del "Toro Huaco", una antigua y tradicional danza que refleja la picardía, el ingenio y rebeldía de los nicaragüenses para sobrevivir en la época colonial.
Como todos los años, las danzas de "El Güegüense" y el "Toro Huaco" acapararon la atención de los presentes, la mayoría turistas que acuden al inicio de las fiestas patronales en honor de San Sebastián, que culminan a finales de mes y que incluyen corridas de toros, celebraciones populares, misas, dianas, procesiones, bailes y jolgorio.
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Las danzas del "Toro Huaco" y las de "El Güegüense" atraen por la colorida vestimenta de los bailarines, quienes usan máscaras simulando ser conquistadores europeos o burros, y bailotean en las calles usando chischiles (cascabeles) en sus manos, con trajes que simbolizan vivir en la época colonial.
Los trajes son elaborados con llamativos colores en telas satinadas y coronados con sombreros de plumas de pavo real, que resaltan entre la multitud.
La música del "Toro Huaco" destaca a su vez por ser suave y penetrante, al ritmo del tambor y la flauta de un único intérprete, que lleva atuendo de bovino y dirige la marcha danzante.
En tanto "El Güegüense", que es reconocido como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la Unesco, se baila al ritmo de melodías lentas y rápidas interpretadas con pito, tambor y violín.
Las antiguas danzas rebeldes forman parte de las fiestas en honor a San Sebastián.
Esas fiestas inician con un procesión en la que los feligreses cargan réplicas de San Sebastián, San Marcos y Santiago Apóstol, y se unen en el denominado "Tope de Santos", en medio de bailes, bombas artesanales, y promesantes que avanzan de rodillas como una manera de saldar o pedir por una promesa.
Las tres imágenes se encuentran en el municipio de Dolores, entre las ciudades de Diriamba, Jinotepe y San Marcos, en el departamento de Carazo, a unos 50 kilómetros al sur de la capital.
Cientos de promesantes, tradicionalistas y turistas acudieron a presenciar el inicio de esas fiestas, que es marcado por la "bajada" de la imagen de San Sebastián, que recorrió las calles de la ciudad escoltado por un "mar" de gente que danzaba al son de una flauta, un tambor y un violín.
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Dichas fiestas tienen más de 300 años de antigüedad, según sus organizadores.
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