Báez: “es ridículo divinizarse y vivir como si no fuéramos a morir”

Monseñor Silvio Báez, obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Managua, criticó a quienes gobiernan pensando que son infalibles. El purpurado centró su homilía correspondiente al XXXII Domingo del Tiempo Ordinario en el amor de Dios.

El evangelio de este domingo narra cuando un grupo de saduceos se acerca a Jesús para interrogarlo sobre un hipotético caso que tiene que ver con la resurrección de los muertos. Para ellos la vida era sólo la existencia terrenal, no había nada después de la muerte.

“Jesús deja claras dos cosas. Primero, que todos moriremos un día, y segundo, que la vida futura no es prolongación de la existencia presente. Por eso, es ridículo divinizarse y vivir como si no fuéramos a morir”, dijo Monseñor Silvio Báez, quien siempre ha salido en defensa de la Iglesia de quienes la atacan.

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Aunque Monseñor Silvio Báez no mencionó nombres, criticó a quienes ejercen el poder de forma violenta, vulnerando los derechos de las personas con el fin de prolongarse en el poder.

“Si al final lo único que permanecerá será el amor, no tiene sentido vivir sin compasión, ser indiferentes frente al dolor ajeno, provocar sufrimiento, no cuidar la creación y sostener estructuras sociales inhumanas e injustas”, puntualizó.

El Obispo Auxiliar de Managua también criticó a quienes invocan a Dios y al mismo tiempo atacan a las personas, creando dolor y sufrimientos.

“Es absurda la supuesta religiosidad de quien invoca a Dios, como Creador y dador de vida y, al mismo tiempo, irrespeta la dignidad de las personas y se impone con un poder fundado en la mentira, la opresión y la violencia”, expresó Báez, quien se encuentra en un exilio forzado desde el 2019.

En cuanto a la persecución que viven obispos y sacerdotes en el mundo, quienes a través del evangelio denuncian las injusticias de los que ejercen el poder, dijo que Dios siempre estará con sus elegidos.

“Nada puede romper la relación de Dios con nosotros, ni la muerte. Dios nos ama con un amor fiel. Por eso, en el momento de la muerte Él se presenta a nosotros con los brazos abiertos, esperando tomarnos consigo para siempre como sus hijos e hijas muy amados. Al morir no dejamos de existir”, señaló.

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“Él (Dios) no es cómplice de los injustos, ni alguien que se pliega a las pretensiones de los poderosos. En lugar de alienarnos, la fe en la resurrección nutre y estimula nuestro compromiso con el presente, ayudándonos a superar los límites y las heridas propias de la condición histórica”, finalizó Monseñor Silvio Báez.