Senador estadounidense nomina al obispo Rolando Álvarez y a Félix Maradiaga para el Premio Nobel de la Paz
El senador estadounidense Bill Cassidy, nominó al obispo católico Rolando Álvarez y al político nicaragüense Félix Maradiaga para el Premio Nobel de la Paz en reconocimiento a su “defensa de la libertad religiosa” en Nicaragua que en los últimos años ha sido fuertemente amenazada.
Las nominaciones responden a la creciente represión del dictador Daniel Ortega y la campaña de odio de Rosario Murillocampaña de odio de Rosario Murillo contra la libertad religiosa en Nicaragua, que incluye el arresto de 18 religiosos, entre ellos dos obispos, 15 sacerdotes y 3 seminaristas.
"Durante muchos años, el obispo Álvarez y Félix Maradiaga han sido perseguidos y encarcelados falsamente por ser voces firmes y duraderas por la fe y la libertad contra el régimen Ortega-Murillo", dijo el Dr. Cassidy.
"Me siento honrado de apoyarlos mientras sacrifican sus propias libertades para ayudar a preservar los derechos de los demás", añadió el senador en una nota de prensanota de prensa que dio a conocer en su sitio oficial.
Además de la expulsión de docenas de párrocos católicos por celebrar misa, la prohibición de órdenes religiosas como la orden jesuita y la incautación de propiedades, esta semana, Rosario Murillo ha intensificado los ataques contra los religiosos a quienes públicamente los acusó de “terroristas espirituales”.
El obispo Álvarez fue detenido en agosto de 2022, quien fue condenado en febrero de 2023 a 26 años y cuatro meses de prisión, despojado de su nacionalidad y suspendidos sus derechos ciudadanos de por vida por delitos considerados de “traición a la patria" tras negarse a abandonar su país.
En 2023, Cassidy dio la bienvenida a Maradiaga al Capitolio de Estados Unidos tras su liberación y exilio. Maradiaga fue liberado como parte de un grupo de 222 presos políticos arrestados y encarcelados por cargos políticos falsos por el régimen de Ortega en 2021.
Relaciones rotas
Las relaciones del régimen de Daniel Ortega y la Iglesia católica viven momentos de gran tensión, marcadas por la expulsión y encarcelamiento de sacerdotes, la prohibición de actividades religiosas y la suspensión de relaciones diplomáticas con el Vaticano.