Padre Marcos Somarriba: “ La Iglesia no negocia con demonios”
En su homilía dominical, el sacerdote nicaragüense Marcos Somarriba, párroco de la iglesia Santa Agatha de Miami, se refirió al papel de la iglesia en la sociedad como defensora de los pueblos, rol que le ha costado persecuciones y el exilio.
“La riqueza de la Iglesia son los pobres, los perseguidos, los inmigrantes, los encarcelados, los exiliados, los asesinados como los Abeles de hoy en nuestras tierras, la Iglesia no puede dar la espalda a las víctimas, la Iglesia de Jesucristo no puede hacerse de la vista gorda”, dijo el sacerdote quien recibió en el año 2019 a Monseñor Silvio Báez, quien ya lleva tres fines de semana que no ofrece misa en la iglesia.
Somarriba asegura que la iglesia no negocia con demonios, por el contrario, ora para que estos sean destruidos.
“La Iglesia de Jesucristo no negocia con el diablo, con el mal, con los poseídos de demonios que violentan y pisotean a sus miembros”, aseveró el sacerdote, quien agrega que una iglesia no debe caer en la indiferencia.
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“Una Iglesia perseguida es testimonio de que algo bueno está haciendo. Una Iglesia que se siente segura junto a los líderes o emperadores modernos y que quiere estar estable bien con Dios y con el diablo. Es perseguida del lado de las víctimas, sufre las violaciones de los derechos inalienables de cada persona. Jesucristo no negocia con el mal, sino que lo elimina, lo expulsa y lo destruye”, sentenció el religioso.
Desde el púlpito de la Iglesia Católica Santa Ágatha, el padre Marco recordó que Jesús también a lo largo de su vida sufrió persecución, exilio, acusaciones falsas, fabricadas a base de mentiras, “sufrió leyes fabricadas con la ayuda de jueces comprados y vendidos al mejor postor”, señaló.
En su mensaje criticó la pasividad con la que algunos contemplan la violencia callada.
“Tenemos pánico de denunciar la violencia perpetrada a los más inocentes y de hacer algo en contra de las estructuras injustas que tienen las armas, que hunden a los débiles en la marginación, los dolores y sufrimientos ajenos no nos preocupan, cada uno parece interesado solo por sus problemas, su bienestar o su seguridad personal”, dijo el sacerdote.