Oscar René Vargas: Las mentiras del poder
La manipulación de la verdad y la embriaguez de poder por parte del régimen Ortega-Murillo se alimentan de las mentiras. El engaño y la mentira se han vuelto moneda corriente en la política del régimen. Las mentiras no son errores, son decisiones de su estrategia política.
El régimen piensa, el fondo, que con las mentiras puede alargar su permanencia en el poder. Sin embargo, el uso reiterado de las mentiras demuestra la pérdida del sentido de la realidad, especialmente a causa de un sentimiento intenso de miedo de perder el poder y/o enfado con los ciudadanos insumisos.
El régimen Ortega-Murillo utiliza tres tipos diferentes de mentiras para tratar de paralizar la protesta social y engañar a la opinión pública. Están articuladas y tienen consecuencias distintas para la democracia y para el desarrollo del país.
La mentira autoritaria, que es invisible en la medida que el Gobierno tiene el monopolio del sistema educativo dominante y es admitido por los ciudadanos, aunque no estén de acuerdo. El ejemplo más evidente son los libros oficiales de los textos que circulan tanto en las escuelas primarias como en secundaria.
Los mitos que el régimen quiere construir, con los libros de textos oficiales, son siempre una maraña, una deformación de la realidad con el objetivo político de adulterar la historia. La verdad no cabe en las falsificaciones y las mentiras del poder.
La mentira complaciente, no es visualizada por ciertos sectores de la población. El poder trata de bloquear la posibilidad de que amplias secciones de la población puedan adquirir un conocimiento real de la situación social, política, económica y tomen conciencia de la mentira complaciente. Esa es la razón principal que el régimen ha bloqueado a los medios de comunicación independientes.
La mentira malévola, quiere transformar al ciudadano en emprendedor de su propia ignorancia. Los maestros juegan un papel importante en este tipo de mentira. Es la prefiguración de la enajenación, y, por ende, de la dictadura.
Los tres tipos de mentiras que ejecuta el régimen no existen de modo aislado. Se articulan y se potencian por vía de un sistema que las torna más eficaces con el objetivo de adulterar y falsear la historia.
Así, la mentira complaciente, es producto del monopolio de la verdad oficial del régimen en la enseñanza pública, y en los medios de comunicación oficiales que repiten que la rebelión de abril es un golpe de estado; facilitando, de esa manera, la proliferación de la mentira malévola que es la falsedad vendida como verdad alternativa. Por ejemplo, al asegurar que las bandas armadas (paramilitares y paraestatales) no existen o que la lucha social es un intento de golpe de estado o que los estudiantes son delincuentes.
Una sociedad saturada por el monopolio de las mentiras del régimen se vuelve más vulnerable a cualquier falsedad que se presente como verdad alternativa. Dichosamente, la existencia de las redes sociales contrarresta las tergiversaciones del régimen.
La mentira complaciente, tiene el objetivo de fomentar la amnesia y olvido para desarmar a vastos sectores de la población. Su propósito es que la población olvide la represión, las torturas, los desaparecidos y los asesinatos cometidos por los paramilitares, parapoliciales y las fuerzas de choques protegidos por el régimen Ortega-Murillo.
La mentira malévola, trata de normalizar y banalizar las muertes de inocentes, apaciguar el sufrimiento de las familias, de las mujeres y niños abusados, de los saqueos convertidos en propiedad legítima. Quien crea que la crisis sociopolítica se resuelve con mentiras es miope o estúpido.
Cuando la mentira complaciente se complementa con la mentira malévola, la mentira autoritaria se hace tan invisible para amplias capas de la población que es muy difícil de erradicar. El régimen castiga al que piensa y dice la verdad.
La combinación de las tres mentiras tiene como objetivo la manipulación de la sociedad nicaragüense a través del engaño para transformarla en una marioneta del régimen. El Museo a la Memoria realizado por la Asociación de Madres de Abril (AMA) tiene el fin de no permitir ni la amnesia ni el olvido.
El régimen mintió, decepcionó y engañó tanto, que la verdad directa es una excelente arma de lucha contra ellos. La lucha contra la mentira pasa por utilizar la verdad, esa es una tarea política elemental. El régimen no tiene la capacidad de restaurar la confianza si mostramos, cotidianamente, que prefieren ocultar la verdad con las mentiras.
Al interior del régimen pululan los mentirosos, los arribistas dispuestos a todo. Por eso, la política y el lenguaje del régimen se han convertido en espacios inundados de mentiras, engaños, manipulaciones y falsificaciones.
Engañar y mentir son actos premeditados que el régimen utiliza con el objetivo de idiotizar y/o paralizar a la sociedad. Lo hace pese al daño que está ocasionando. Para elaborar su mentira significa que tuvieron que pensar en una historia que fuera capaz de ocultar la verdad.
El problema del régimen es que no puede reconocer la verdad, ni permitir el descubrimiento de lo que realmente es. Está condenado a mentir y a camuflar lo que hace. La injusticia y la mentira no puede triunfar. Esa es una de sus debilidades.
Ortega-Murillo morirán creyendo sus propias mentiras y negando la magnitud y la crueldad de los crímenes de su dictadura. Se ven a sí mismos como progresistas, cuando representan, en realidad, un símbolo reaccionario.
La Universidad Centroamericana (UCA) acaba de publicar un libro-álbum de fotografías titulado “Rebelión de abril. Retratos de represión y resistencia” con el objetivo de rescatar, conservar y preservar la memoria histórica de Nicaragua. Decir la verdad, es el mayor servicio que puede rendirse actualmente a la causa de la rebelión de abril.