Francisca Ramírez: “Ortega le tiene miedo al pueblo”
La cosecha de frijoles ya está lista, la de quequisque, también, y el número de cerdos en la improvisada granja ya creció. Son parte de los frutos que Francisca Ramírez, junto con 80 productores nicaragüenses, han conseguido tras ocho meses de haber levantado un campamento para vivir y subsistir en Upala, al norte de Costa Rica, cantón fronterizo con el sur de Nicaragua.
Son todos perseguidos políticos, exiliados que huyeron tras la represión ordenada por el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, contra quienes participaron en la rebelión cívica, que comenzó en abril de 2018, y de la cual el movimiento campesino fue parte fundamental. No era la primera vez que el campesinado desafiaba a Ortega. Desde 2013, los campesinos han protestado contra el Gobierno por la aprobación de onerosa ley para la supuesta construcción de un canal interoceánico, que les expropiaría sus tierras
Ramírez, expresidenta de ese movimiento campesino anticanal y uno de los liderazgos sociales más reconocidos en Nicaragua, salió del país como miles de nicaragüenses opositores, en el punto más álgido de la represión estatal en 2018, que ya dejaba cientos de muertes, miles de heridos y decenas de protestantes encarcelados
“Doña Chica”, como también es conocida, llegó a Costa Rica el 20 de septiembre de 2018. Salió sin nada de Nicaragua, escapando de la persecución y amenazas de muerte. En su exilio, no se ha quedado de brazos cruzados. “Decidimos comenzar a rentar algunas tierras y poder seguir, trabajar. Ya hoy podemos contar que tenemos frijoles y hay varias manzanas de plátano que están reventando”, comparte con voz de orgullo.
Al llegar a Costa Rica, Ramírez se encontró con una crisis humanitaria entre los nicas que habían huido por la crisis. Las necesidades eran muchas y la asistencia del Gobierno tico y de los organismos locales e internacionales, poca. “El campamento de doña Chica”, como le conocen en la zona, nació de la determinación del grupo de productores.
Una oenegé les construyó un salón y una cocina, otra les brindó apoyo para sembrar 20 manzanas de frijoles, algunas de arroz, yuca y plátano; pero la mayoría de lo construido ha sido por cuenta propia. Lograron, incluso, pagar un camión al crédito, para mover las cosechas.
El regreso a Nicaragua
En el campamento ya hay comida, agua, luz, y los 30 niños que aquí viven van a la escuela más cercana. Pero si alguien se enferma, no hay acceso a atención médica y tampoco hay medicinas. Tres bebés han nacido en el campamento. Algunas necesidades básicas se van resolviendo y la vida continúa, pero la conversación siempre está anclada en Nicaragua. En medio de las dificultades y la precariedad, y la rutina del trabajo: ya sea espulgar frijoles, dar de comer a los cerdos, cortar las matas de plátano o hacer el café de la mañana, queda siempre tiempo para hablar de lo que ocurre en el país que dejaron. Uno de esos temas es el retorno
“Nosotros creemos que vamos a regresar en los últimos días de 2020 o en los primeros días de 2021”, dice Ramírez. Es una fecha tentativa. Los preparativos han empezado y el regreso podría darse antes, siempre y cuando se cumpla al menos uno de sus requerimientos. “Estamos demandando que haya organizaciones que velen por los ciudadanos, para que podamos retornar. Estamos tocando las puertas a los organismos internacionales para buscar un mecanismo”, explica.
La Coalición Nacional
En Nicaragua, el pasado 25 de febrero se integró una coalición opositora. Siete actores políticos juntaron fuerzas contra el régimen de Ortega, entre ellos Medardo Mairena, actual presidente del Movimiento Campesino
“Me venís a preguntar de la Coalición, pero nosotros no tenemos ninguna información, porque se está cayendo de vuelta como en un juego político de que son cuatro los que toman decisiones”, reclama Ramírez, a la vez que explica su opinión sobre la misma: “Solo vemos cantidades de personas mayores, no hay espacios de jóvenes universitarios, de otros, de otras personas…Vemos más de lo mismo viejo, que algo nuevo, y eso a nosotros nos genera mucha duda”, confiesa
Ramírez espera que “la Coalición siga abriendo espacios para que realmente la gente se sienta representada. Porque si están un poco de sectores que yo siento que no me representa, el PLC (Partido Liberal Constitucionalista), que no me representa un partido político y que no hay nadie de la sociedad civil que pueda ser transparente”, reclama.
Sin embargo, agrega, “esperemos que esto cuaje, porque nosotros no estamos apostando porque fracase. Estamos apostando porque realmente se haga esa Coalición donde nos sintamos representados todos los nicaragüenses”.
En el campamento, hay diversas opiniones sobre la formación de la Coalición. Freddy Mairena, líder de base del Movimiento Campesino en San Miguelito, Río San Juan reclama que “los miembros del Consejo (por la Defensa de la Tierra, el Lago y la Soberanía) no nos han hecho esa consulta sobre lo de la Coalición” y afirma que no se sienten representados “porque no nos han tomado en cuenta”
“Nosotros trabajamos de una manera todos estos años, Que las decisiones tenían que ser consultadas con los territorios”, compara.
Sin embargo, también hay quienes ven los primeros pasos de la Coalición con optimismo, como René Calero, exmiembro de la Resistencia Nicaragüense y exvicealcalde de Nueva Guinea por el Partido Liberal Constitucionalista. “Hay una esperanza ahorita, con eso de que se firmó una Coalición. Yo siento que ahorita el pueblo de Nicaragua lo que tiene más próximo para volver a recuperar una democracia es mediante unas elecciones. A mí me parece excelente que (el PLC) sea parte de la Coalición, porque prácticamente ahora no es una lucha de partido. Ahora es una lucha de nación, ¿verdad? Entonces, prácticamente estamos obligados toditos a estar involucrados en recuperar esa democracia que tanto nos ha costado”, expresa.
Volver a las calles
Los campesinos exiliados demandan ser escuchados en la Coalición Nacional opositora. Ramírez relata que recientemente organizaron una asamblea, como parte de un conjunto de actividades en Costa Rica para definir mecanismos de articulación, y porque quieren ser escuchados. Algunos, relata, opinaron organizar un movimiento campesino en el exilio que los represente en la Coalición. “Necesitamos que nos estén informando, que estén demandando desde adentro, que digan qué es lo que estamos pensando”, sostiene.
—¿La veríamos a usted en la Coalición Nacional como figura?
—Si el pueblo lo demanda y el pueblo ve que mi voz puede ser necesaria, voy a estar, porque yo voy a estar donde la gente demande, donde la gente quiera que los represente— contesta Ramírez.
Fátima Duarte, de San Jorge, Rivas, fue militante sandinista y concejal por ese partido. Ahora, es opositora al régimen de Ortega y, al igual que Ramírez, quiere volver, y lo haría dispuesta a apoyar a la Coalición en lo que mejor saber hacer: organizar y movilizar personas. “Yo era la que levantaba gente, recogía los buses y andaba para el 19 de julio, yo levantaba gente para lo del canal. Yo levantaba gente ahorita para los tranques también… y ahorita estoy comunicándome con la gente, voy para Nicaragua a reunirme con la gente y a recoger a la gente, según lo que veamos viable para nosotros los nicaragüenses. Vamos sobre esa línea, no vamos a estar en favor de la corrupción; vamos a buscar la forma de hacer una sola voz, un solo camino, siempre y cuando todo sea transparente”, advierte
Antes de hablar de elecciones presidenciales, estos refugiados demandan el restablecimiento de las libertades cívicas, el respeto de los derechos humanos y el desarme de los paramilitares que reprimieron la protesta ciudadana.
En el campamento, mientras trabajan para subsistir, meditan sobre sus próximos pasos: “Hay una desesperación total por regresar, por retornar, pero también tenemos la calma de esperar el momento”, asegura Ramírez.
“Hemos visto que hay un figureo ahorita, de poder, y ese figureo es división. Entonces nos ha ayudado mejor estar de larguito, viendo qué va a pasar y viendo en su momento, porque de algo sí estamos claros: Si no nos organizamos tanto los que están dentro de Nicaragua y como los que estamos en el exilio, Ortega va a mantenerse en el poder”, dice rotunda
“No queremos —añade— que Nicaragua caiga en una pobreza extrema, que caiga en una crisis humanitaria, alimentaria. Sabemos que mientras esté Ortega eso va a ir sucediendo. Él se siente que ya está sentado con armas, con la represión, pero él también tiene mucho miedo al pueblo”.
Por eso, desde su campamento en Upala, pero con la mirada puesta en el regreso, Francisca Ramírez mantiene su desafío contra la dictadura Ortega Murillo: “Yo voy a seguir comprometida con los derechos humanos en Nicaragua. Voy a seguir demandando porque se nos respeten nuestros derechos y voy a seguir en las calles presionando para que logremos el objetivo, que es que alcancemos una democracia verdadera”.