¿Cómo la xenofobia impacta las oportunidades laborales de los nicaragüenses en Costa Rica?
Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) , para finales de 2022, más de 150,000 nicaragüenses habían buscado refugio en Costa Rica, convirtiéndose en una de las mayores crisis migratorias de la región. Sin embargo, el éxodo masivo de nicaragüenses no solo se enfrenta a los retos del desplazamiento forzado, sino también a un profundo estigma social en su país de destino.
Costa Rica, conocida históricamente por su política de puertas abiertas hacia los refugiados, ha visto cómo se incrementa la xenofobia hacia los migrantes nicaragüenses. Este fenómeno no es solo una cuestión de prejuicio social, sino que impacta directamente en las oportunidades laborales y la integración de estos exiliados en la sociedad costarricense.
La xenofobia en el contexto de la crisis
La llegada de miles de nicaragüenses a Costa Rica ha sido vista con preocupación por algunos sectores de la sociedad costarricense. Según datos recopilados en 2021, los discursos de odio y la discriminación en Costa Rica aumentaron en un 71%, siendo los migrantes nicaragüenses uno de los principales grupos afectados. Esta tendencia ha sido alimentada por la desinformación y los prejuicios, donde una parte de la población costarricense percibe la llegada de migrantes como una amenaza a su seguridad y al mercado laboral.
Este aumento en la xenofobia ha generado barreras adicionales para que los nicaragüenses exiliados puedan integrarse adecuadamente y acceder a empleos formales, perpetuando un ciclo de exclusión social y económica.
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La Fundación para el Desarrollo y la Innovación Social (FDSI), en colaboración con el Observatorio de Derechos Humanos para Nicaragua, ha señalado que el estigma que enfrentan los nicaragüenses no es solo un problema social, sino que tiene consecuencias directas en su acceso a oportunidades laborales.
Muchos empleadores en Costa Rica han adoptado posturas discriminatorias, evitando contratar a migrantes nicaragüenses o relegándolos a trabajos precarios y mal remunerados, especialmente en sectores de la economía informal.
La crisis migratoria nicaragüense: Datos y realidades
Desde que comenzaron las protestas en abril de 2018, el gobierno de Daniel Ortega ha implementado una serie de medidas represivas que han provocado el desplazamiento masivo de miles de personas.
Según datos de ACNUR, la mayor parte de estos desplazados son jóvenes y familias que se vieron obligadas a huir de la persecución, la violencia estatal y la falta de oportunidades en Nicaragua.
Costa Rica ha sido el principal destino de estos refugiados. El país centroamericano, que ya contaba con una importante comunidad nicaragüense debido a los flujos migratorios históricos, ha recibido una oleada sin precedentes de migrantes y solicitantes de asilo en los últimos años.
Sin embargo, la capacidad de respuesta del Estado costarricense ha sido limitada, y los migrantes nicaragüenses se enfrentan a serias dificultades para acceder a servicios básicos, empleo formal y protección social.
Uno de los principales desafíos para los migrantes nicaragüenses en Costa Rica es el acceso al mercado laboral formal.
Según datos recogidos por 100% Noticias, más del 87% de los migrantes nicaragüenses trabajan en sectores como la agricultura, la construcción y el trabajo doméstico. En particular, el sector agrícola es uno de los que más depende de la mano de obra nicaragüense, con más de 75,000 migrantes empleados en la cosecha de café y otros productos agrícolas.
Estos sectores suelen estar altamente informalizados, con salarios bajos, sin acceso a seguridad social y con condiciones laborales precarias, lo que agrava la vulnerabilidad de estos trabajadores y limita su integración en el país.
Estigmatización y precariedad laboral
El estigma hacia los migrantes nicaragüenses en Costa Rica no es nuevo, pero la crisis de 2018 ha incrementado las tensiones sociales.
A medida que más nicaragüenses llegan al país en busca de refugio y oportunidades, también aumenta la percepción de competencia laboral entre los trabajadores costarricenses. Esta situación ha generado un ambiente de hostilidad en algunos sectores, especialmente en aquellos que tradicionalmente han empleado mano de obra nicaragüense.
Según el Observatorio de derechos Humanos para Nicaragua, sobre la percepción de la migración nicaragüense revela que muchos costarricenses creen que los migrantes "roban" empleos o aceptan trabajos a menores salarios, lo que supuestamente afecta a los trabajadores locales.
Este tipo de percepción refuerza la xenofobia y limita las oportunidades laborales para los migrantes, quienes ya se encuentran en una situación de desventaja debido a su condición de refugiados o solicitantes de asilo.
Al trabajar en sectores informales, estos migrantes no cuentan con acceso a protección social ni a beneficios de desempleo, lo que los coloca en una situación de vulnerabilidad extrema.
El papel de las organizaciones de derechos humanos
Ante este panorama, diversas organizaciones de derechos humanos, tanto en Costa Rica como a nivel internacional, han estado trabajando para visibilizar la situación de los migrantes nicaragüenses y abogar por sus derechos.
La Red ProdePaz Nicaragua y el Colectivo Nicaragua Nunca Más han denunciado la falta de protección y las condiciones de explotación laboral a las que se enfrentan los migrantes en Costa Rica, y han instado al gobierno costarricense a implementar políticas que promuevan la inclusión y protección de esta población.
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Asimismo, ACNUR y la OIM han brindado asistencia a los migrantes nicaragüenses, proporcionando apoyo legal, acceso a servicios básicos y asistencia económica a los más vulnerables.
Sin embargo, estas organizaciones enfrentan desafíos significativos debido al volumen de personas que requieren ayuda y a las limitaciones de los recursos disponibles.
Hacia una sociedad más inclusiva
El estigma y la xenofobia hacia los migrantes nicaragüenses en Costa Rica no solo impactan las oportunidades laborales de estas personas, sino que también perpetúan un ciclo de marginación y exclusión.
Para romper este ciclo, es fundamental que se promueva una cultura de inclusión y respeto hacia los migrantes, reconociendo sus contribuciones al desarrollo económico y social de Costa Rica.
El gobierno costarricense, en colaboración con la sociedad civil y las organizaciones internacionales, debe tomar medidas concretas para garantizar que los migrantes nicaragüenses tengan acceso a empleos dignos y a una protección social adecuada.
Esto no solo es una cuestión de derechos humanos, sino también una inversión en la cohesión social y el desarrollo sostenible del país.
La xenofobia y el estigma hacia los migrantes nicaragüenses en Costa Rica son barreras importantes para su integración y acceso a oportunidades laborales.
Solo a través de un enfoque inclusivo y solidario se podrá superar el impacto del exilio y garantizar que los migrantes nicaragüenses tengan la oportunidad de reconstruir sus vidas en condiciones de dignidad y respeto.