Oscar René Vargas: Nicaragua: el problema no es sólo Ortega
El régimen atropella todos los principios que antes defendió y le permitieron llegar al poder.
Oscar René Vargas
El régimen Ortega-Murillo y el partido de gobierno son los principales exponentes de la teoría “golpe de estado”, lo que le permite justificar la represión indiscriminada. Dicha apuesta de buscar fantasmas y no querer ver las raíces de las cinco crisis, lo cual lleva al régimen a que no tenga, ni quiera tener, como estrategia, una salida negociada a la actual coyuntura. Por ello ha hecho hasta lo imposible por negarse a entablar cualquier negociación, ya que su objetivo es negociar solamente después de las elecciones de noviembre 2021, no importando las consecuencias.
Lo que ha hecho el régimen es generar un clima de terror para evitar el avance de los que pueden derrotarlo en las urnas electorales, evitar que cualquier candidato se transforme en la alternativa de las mayorías y tener apaciguado al pueblo por el terror. El régimen atropella todos los principios que antes defendió y le permitieron llegar al poder.
Al mismo tiempo, el régimen ha desatado sobre el pueblo la peor represión imaginable, la eliminación de sus ingresos a través del desempleo y la caída del poder adquisitivo de los asalariados, para que no repitan nunca más otro 2018. Así se conduce la dictadura y su pléyade de compadres que viven de la corrupción, de los beneficios y exoneraciones.
Sectores de los poderes fácticos, elites y nomenclatura no han querido entender que hay una crisis generalizada del modelo vigente y creen que, al final, todo volverá a ser como antes con algunos cambios cosméticos. Por ello, políticos y partidos tradicionales negocian su participación en las elecciones de noviembre de 2021, respaldando la estrategia electoral del régimen, a cambio de recibir algunas prebendas como recibir un número de diputados y otros cargos en el aparato del Estado.
Si no se produce ningún cambio real, si no se reforma nada, si se mantiene el régimen autoritario, lo que puede darse es un nuevo tsunami sociopolítico. Pero más allá del próximo estallido social, el hecho de no reconocer el fracaso del modelo y sostener la narrativa de una conspiración internacional va a causar mayor aislamiento internacional, menor inversión internacional, más desempleo y empobrecimiento de la población incluyendo a la raquítica clase media.
Si el régimen mantiene en su posición de no negociar, mantener la represión, incrementar las desigualdades, se producirá una mayor degradación del sistema político, judicial y electoral provocando que la gente pierda la confianza en las elecciones como vía para salir de la crisis y habrá otro estallido social. La represión del régimen ha sobrepasado todas las líneas rojas, no le importa pagar los costos que sean. Ortega-Murillo, con su política represiva, están intentando apagar un incendio con gasolina.
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