Miguel Mora: El primer día de Trump que cambiará al mundo

La fecha de impacto que todos los pronosticadores políticos señalan es el 20 de enero de 2025, cuando ese tifón tocará tierra con máxima intensidad en la Casa Blanca
Miguel Mora
Noviembre 13, 2024 11:40 AM
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden junto al mandatario electo, Donald Trump. • Foto: EFE

“Dicen que después de la tormenta viene la calma… pero el huracán rojo que arrasó con la ‘muralla azul’ en las últimas elecciones en Estados Unidos sigue en trayectoria y aumentando en intensidad. 

Ahora va camino a convertirse en un fenómeno de categoría 5.

La fecha de impacto que todos los pronosticadores políticos señalan es el 20 de enero de 2025, cuando ese tifón tocará tierra con máxima intensidad en la Casa Blanca

Ese día, Donald Trump tomará posesión como el 47º presidente de Estados Unidos.

Para muchos, ese primer día promete ser impactante, no solo para este país, sino para el mundo entero.

¿Pero, porqué?

En palabras del propio presidente electo, ese será el día en que ejercerá, su poder “como un verdadero dictador” —un mandato que, dice, ha recibido con la ola de votos que arrasó en la mayoría de los Estados, pero sorprendentemente en siete Estados claves, con los que además se llevó el voto popular, la Camara de Representantes y el Senado. Además de tener mucha influencia en la Corte Suprema de Justicia.

Ese primer día de trabajo en la presidencia le otorgará a Donald Trump un poder único, un poder que, según algunos analistas, ningún presidente estadounidense ha tenido en la historia reciente.

¿Qué decisiones tomará?  

¿Cómo impactarán en el rumbo de la nación y el mundo?

Aunque hay muchas incógnitas, el Presidente Trump ha dejado en claro algunos de sus planes a su regreso a la Casa Blanca. Según sus propias declaraciones, su objetivo es implementar cambios significativos desde el primer día de mandato, propuestas que ya han encendido intensos debates en el país. 

Desglosemos cada una de estas iniciativas para analizar sus implicaciones y viabilidad.

En primer lugar, Trump ha prometido lanzar una operación de deportación masiva que comenzaría en su primer día en el cargo. 

Este plan busca sacar del país a millones de migrantes, enfocándose inicialmente en aquellos con antecedentes penales, presos o buscados por delitos en sus países de origen. 

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Trump afirma que invocaría la Ley de Enemigos Extranjeros para agilizar estas deportaciones, especialmente hacia naciones que él perciba como una amenaza para la seguridad de los Estados Unidos. 

Este enfoque tendría un impacto profundo en las comunidades migrantes y reavivaría el debate sobre el papel de la inmigración en la economía y la sociedad estadounidense.

Sin embargo, aunque el presidente Trump ha jurado a sus seguidores cumplir cada una de sus promesas de campaña, esta en particular, parece difícil de alcanzar. 

y no es por falta de voluntad política, sino por la complejidad que implica deportar a cerca de 11 millones de migrantes, muchos de los cuales llevan décadas trabajando, pagando impuestos y contribuyendo a la economía, formando familias y comunidades sólidas.

¿Por qué es prácticamente imposible que el mandatario logre cumplir esta promesa? 

Hay varios factores que juegan en contra.

Para comenzar, se necesitarían más de 100 mil millones de dólares solo en costos básicos y de entrada. Si bien esta economía tiene los recursos, su aprobación y ejecución requerirían años y un alto costo humano y económico.

Crear en poco tiempo la infraestructura necesaria para localizar, capturar, retener y deportar a millones de personas es un desafío colosal. 

Aunque suena sencillo en palabras, los especialistas consideran que es una tarea logística prácticamente imposible.

El otro problema a entre seria la cooperación de los países de origen que es esencial, pero difícil de conseguir. ¿Quién estaría dispuesto a recibir a estas personas?. 

La mayor parte de esta migración proviene de naciones que son vistas como enemigas de EE.UU. o de regímenes autoritarios que ven en la migración una forma de aliviar las presiones sociales y económicas en sus propios países, descargando en otros países la responsabilidad de proporcionar servicios básicos como alimentación, trabajo, salud y educación.

Trump se enfrenta a una serie de desafíos monumentales en su regreso al poder, y las expectativas sobre lo que puede lograr en su primer día son altísimas.

Lo que el nuevo Presidente sí podría hacer de inmediato y sin mayores costos sería cerrar la frontera de forma drástica. 

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Esto implicaría cancelar los programas de parole, restringir al máximo la aprobación de solicitudes de asilo y aumentar el presupuesto para desplegar más tropas en la frontera. 

Además, podría agilizar la construcción del muro físico y ofrecer pleno respaldo a los estados fronterizos para levantar un muro de contención nunca antes visto.

Con estas medidas, el nuevo presidente podría implementar un sistema de control fronterizo extremadamente estricto desde su primer día en el cargo. 

Aunque estas acciones no solucionan el tema de la migración en su totalidad, sí representarían un golpe rápido y directo para limitar el ingreso de nuevos migrantes, alineando así sus promesas de campaña con acciones inmediatas. 

Lamentablemente  aun alto costo de sufrimiento de vidas que vienen huyendo de falta oportunidades y persecución política.

La pregunta que queda en el aire: 

¿Qué impacto tendrían estas decisiones en la dinámica entre Estados Unidos y sus países vecinos?.

¿Cómo responderán aquellos que dependen del flujo migratorio en ambos lados de la frontera?.

En otro orden también el presidente electo ha expresado su intención de revertir varias de las políticas implementadas por la administración Biden, particularmente en temas de educación. 

Trump asegura que eliminaría las protecciones para estudiantes transgénero y prohibiría enseñanzas que, en sus palabras, promuevan ideologías políticas y raciales inapropiadas. 

Esta medida ha sido especialmente controvertida y podría traer consigo largas batallas judiciales, dado que los derechos transgénero y las políticas educativas se han convertido en temas centrales en el debate político estadounidense.

Por otro lado, Trump planea otorgar indultos a muchas de las personas condenadas por los disturbios en el Capitolio del 6 de enero de 2021. Para Trump, estos acusados son “patriotas”, y ha prometido detener cualquier nuevo proceso judicial en su contra. 

Este anuncio representa una señal clara de apoyo hacia quienes participaron en el asalto al Capitolio, un acto que dividió profundamente a la sociedad y cuya memoria sigue latente en la vida política del país.

En términos económicos, el presidente Trump ha reafirmado su intención de imponer aranceles masivos sobre las importaciones, especialmente las provenientes de China y México. 

Ha mencionado un arancel general del 10% sobre todos los productos importados para todos, con tasas aún mayores para productos específicos de estos países. 

Su argumento es que estos impuestos protegerían empleos en Estados Unidos y reducirían el déficit comercial. 

Sin embargo, los críticos señalan que esta política podría encarecer productos para los consumidores y generar tensiones comerciales internacionales.

Otro de sus objetivos es reestructurar el gobierno federal para despedir a miles de empleados que considera parte del “estado profundo”. 

Trump busca eliminar protecciones laborales para estos trabajadores, con la meta de hacer más fácil su reemplazo por personas leales a su administración. 

Para esto, propone revivir la orden ejecutiva conocida como “Schedule F”, que convertiría a una gran cantidad de empleados federales en personal de libre designación. 

Esta reestructuración podría afectar la continuidad y estabilidad de la administración pública cada vez que se haga un cambio de gobierno en el país.

El tema de la explotación de petróleo en Estados Unidos será otro de los grandes puntos de cambio bajo la presidencia de Donald Trump. Desde su campaña y a lo largo de su primer mandato, Trump ha dejado claro su objetivo de aumentar la producción interna de petróleo y gas, y se espera que esta política se intensifique desde su primer día en la Casa Blanca en 2025.

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Uno de los primeros movimientos que podría tomar el presidente electo sería la apertura de nuevas áreas para la perforación, especialmente en zonas ricas en hidrocarburos como el Ártico, que durante las administraciones de Barack Obama y Joe Biden estuvieron protegidas debido a los riesgos ambientales. 

Bajo Trump, la administración probablemente buscaría revertir esas protecciones para permitir la explotación de estos recursos.

El objetivo, según sus declaraciones, es claro: reducir los costos de energía en Estados Unidos, convertir al país en un exportador neto de energía y, además, generar empleos en la industria del petróleo, gas y carbón. 

Este enfoque podría fortalecer la posición de EE.UU en los mercados internacionales de energía, pero también generará controversia.

Por un lado, se espera que la industria del petróleo se beneficie, y que el precio de la energía en EE.UU se vea reducida y por otro, lo que organizaciones medioambientales y expertos en cambio climático ya han advertido que esa política podría acelerar la crisis climática, además de generar conflictos con países que se han comprometido con la lucha contra el calentamiento global.

Así que, la explotación de petróleo será uno de los primeros desafíos del nuevo gobierno de Trump, no solo para la economía estadounidense, sino también para el equilibrio del medio ambiente y la política energética internacional.

En el ámbito internacional, Trump asegura que podría resolver la Guerra entre Rusia y Ucrania en un solo día. 

Su propuesta se basa en sentar a ambas partes en una negociación directa. Aunque su afirmación es ambiciosa, expertos indican que la situación es mucho más compleja y que lograr la paz en tan poco tiempo parece poco probable. 

Sin embargo tanto Putin como Zelensky ya hablaron con Trump y han dado una aprobación para  escuchar con atención su plan de paz. 

En su discurso, Trump se ha mostrado crítico hacia el apoyo financiero y militar que la administración Biden ha brindado a Ucrania, argumentando que la ayuda estadounidense prolonga el conflicto y supone un gasto significativo que podría invertirse en problemas internos. 

Según el mandatario, una estrategia más efectiva sería utilizar su influencia para lograr que ambas partes acepten una resolución inmediata, aunque no ha detallado en profundidad, cómo abordaría los complejos intereses geopolíticos y de seguridad en juego.

Hay dos puntos que se filtraron y que son claves en este cese al fuego en UcraniaUcrania.

Primero que el territorio invadido por Rusia a la firma de un acuerdo de paz, quede en manos rusas, mientras Ucrania postergaría por 20 años su integración a la OTAN.

Y segundo que desde la firma, Ucrania contaría con la protección militar de los EEUU para evitar nuevas invasiones además recibiría una cuantiosa ayuda económica por muchos años para la reconstrucción del país.

Es importante considerar que, hasta la fecha, este conflicto se ha caracterizado por su complejidad. 

Ucrania mantiene su demanda de recuperar territorios ocupados, como Crimea y las regiones del Donbás, que Rusia ha anexado o reclamado en los últimos años. 

Por su parte, el gobierno ruso exige garantías sobre su seguridad y se ha opuesto a la expansión de la OTAN hacia el este, incluyendo la presencia de la alianza en la esfera de influencia rusa.

El Presidente Trump también ha señalado su cercanía con Putin como una ventaja para negociar, lo cual ha generado diversas opiniones. 

Si bien sus partidarios sostienen que podría aprovechar esta relación para alcanzar un acuerdo, los críticos argumentan que esta postura podría implicar concesiones a Rusia, lo que podría desestabilizar aún más a Ucrania y a sus aliados en Europa. 

Además, existe el riesgo de que cualquier intento de acelerar un acuerdo sin considerar plenamente las demandas de cada lado podría resultar en un acuerdo temporal que no ataque las raíces profundas del conflicto, dejando abiertas las puertas para futuros enfrentamientos.

Trump ha mencionado su deseo de frenar las pérdidas humanas y económicas asociadas con la guerra, y ha afirmado que, en su opinión, tanto los ucranianos como los rusos “están muriendo en vano”. 

Promete que bajo su liderazgo esta situación podría ser contenida rápidamente, lo que sugiere un enfoque pragmático y, según algunos analistas, un probable alejamiento de la política exterior estadounidense que ha defendido hasta ahora la soberanía ucraniana con firmeza.

Respecto a Israel, el único cambio esperado es que la administración estadounidense brinde su total respaldo sin condiciones al Estado hebreo en su lucha contra grupos como Hamás y Hezbollah. 

Se prevé un apoyo firme para que Israel actúe en su defensa y en la neutralización de estos grupos terroristas. 

Además, Trump ha dejado claro que en su administración, el apoyo a Israel en contra de Irán será una prioridad, lo que anticipa una era de confrontación directa con el régimen iraní.

Este posible enfrentamiento entre Estados Unidos e Irán podría redefinir el equilibrio de poder en el Medio Oriente, con Estados Unidos ejerciendo presión y alineándose más estrechamente con Israel para contrarrestar la influencia iraní en la región.

Y que con respecto a Latinoamérica?

La posibildad real de que el Presidente electo nombre a Marcos Rubio como su Secretario de Estado cambia el panorama debido a la agenda y liderazgo de Rubio con respecto al hemisferio occidental.

 

Muchos analistas de las relaciones internacionales de Estados Unidos con Latinoamérica coinciden en que el presidente Trump podría dejar a la región en un segundo plano, al menos en sus primeras acciones. 

Argumentan que, si bien Latinoamérica no es una prioridad inmediata para su administración, su enfoque podría cambiar en el mediano plazo, dependiendo de cómo se desarrollen los acontecimientos.

Sin embargo, hay quienes, basándose en la experiencia de su primer mandato, creen que lo que se viene para las dictaduras latinoamericanas será serio. 

Estos analistas apuntan a que Trump ya conoce bien la dinámica de la región y las tácticas utilizadas por varios de estos regímenes para ganar tiempo y manipular a la administración saliente percibiéndola como débil. 

Tras haber sido víctima el mismo de esas maniobras, muchos esperan que en su segundo mandato el presidente Trump no sea tan indulgente.

La realidad es que esta disyuntiva no existiría si la victoria hubiera sido para los demócratas. 

En ese escenario, los regímenes autoritarios de la región y sus aliados seguirían disfrutando de un espacio más seguro y cómodo, ya que los dictadores no se sentían amenazados con los demócratas y su política permisiva hacia las dictaduras en América Latina. 

Sin embargo, con Trump en el poder, se anticipa un giro más agresivo en la política estadounidense hacia estas dictaduras, especialmente aquellas que desafían abiertamente los intereses de los Estados Unidos.

En su primer periodo presidencial  el presidente Donald Trump reiteró su compromiso de tomar una postura firme frente a lo que llama la “tríada autoritaria” en América Latina: Venezuela, Nicaragua y Cuba

Estos tres países, bajo los gobiernos de Nicolás Maduro, Daniel Ortega y Miguel Díaz-Canel, son para el mandatario Trump, ejemplos de regímenes que oprimen a sus pueblos y amenazan la democracia en la región.

En el caso de Venezuela: En su primer periodo Trump intensificó las sanciones contra el régimen de Maduro, apuntando directamente a la industria petrolera y minera, principales fuentes de ingreso del gobierno venezolano, apoyó públicamente a la oposición de Juan Guaidó y puso precio a la cabeza de Maduro.

Ahora, la actual oposición venezolana cree que su estrategia iría más allá, considerando incluso acciones militares o de seguridad para contrarrestar la influencia de Venezuela en América Latina.

En cuanto a Nicaragua: Aunque no la determinó en su campana, en su primer periodo aplico las mas duras sanciones contra el gobierno de Ortega y puso al dictador sandinista a dialogar debido a que estas sanciones fueron contra su círculo mas cercano. 

En ese primer mandato impuso restricciones a figuras clave del régimen y su familia.

Según analistas en este segundo mandato podría enfocarse en aumentar la presión financiera y diplomática. 

Trump ve a Nicaragua como un eslabón en un bloque de gobiernos de corte socialista de izquierda que según él, amenaza la estabilidad de la región. 

Ha mencionado que buscaría coordinar esfuerzos con otros países para aislar al régimen de Ortega y fomentar un cambio político en el país.

Y sobre Cuba:  El presidente Trump planea retomar y expandir las restricciones que impuso durante su primer mandato. 

Se centrará en limitar aún más las remesas y las relaciones comerciales que representan ingresos clave para el gobierno cubano, buscando debilitar al Partido Comunista en la isla. 

También promete apoyar a la disidencia cubana y a movimientos sociales que han surgido en los últimos años, como el Movimiento San Isidro que exige reformas políticas y económicas.

Con solo el hecho de cerrar las fronteras para migrantes de estos tres países crea un caldo de cultivo explosivo para los dictadores en cuanto que, las exigencias de sus ciudadanos que ahora ya no verán la migración como una forma de escape de su desesperanzada realidad generando reclamos que los dictadores deberán afrontar.

Todo ese escenario que se vislumbra oscuro para los regímenes solo puede cambiar si acceden a iniciar procesos de transición a la democracia. 

Proceso ya adelantado en Venezuela con una elección ganada por la oposición liderada por Marina Corina machado y su presidente electo Edmundo Gonzales Urrutia que de seguro contará con su respaldo y el de la mayor parte de las democracias del mundo libre.

En resumen, la estrategia de Trump hacia América Latina se basaría en una “máxima presión”, o en el peor de los casos de aislamiento total, con el objetivo de debilitar su influencia. 

Estos apenas son algunos temas que marcan el discurso de Donald Trump en su camino hacia sus primeros días en La Casa Blanca. 

Queda por ver cómo responderá el Congreso y la sociedad estadounidense a sus propuestas y, cuánto de este ambicioso programa logrará llevarse a cabo.

Dios le de sabiduría al presidente Trump para que tome las mejores decisiones para que beneficie a su pueblo y a muchas naciones. 

Gracias por su tiempo para escuchar mis comentario que por supuesto son al margen de otros argumentos incluso mas valiosos y atinados.

Que Dios le bendiga y que Dios bendiga a Nicaragua.

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