Oscar René Vargas: ¡Es la economía, estúpido!
Oscar René Vargas
Lo que ocurre hoy es la caída del consumo por efecto de la pandemia y la recesión económica. ¡No hay quién gaste! Las ventas y la producción en sectores enteros de la economía se han derrumbado de tajo. Mientras no se controle la pandemia, pensar en una recuperación de la economía es imposible. Cuando la economía se queda sin consumidores se pone de manifiesto que nada se sostiene sin la gente.
Al mismo tiempo, la actividad financiera se distancia de la inversión que crea empleos e ingresos; se aleja de la producción y de la generación de riqueza asociada con mecanismos socialmente eficaces de tipo distributivo. El sistema financiero comienza a vivir dificultades y a lo largo de los siguientes meses se puede producir quiebras de algunas microfinancieras que no están suficientemente capitalizadas.
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La recesión implica tanto la pérdida estructural de empleo como la desaparición de empresas. El problema es que muchas empresas y personas no cuentan con recursos para pagar sus deudas. Miles de trabajadores han perdido sus empleos y más del 50 por ciento de las empresas redujeron al máximo sus operaciones (frenando salarios e inversión) o simplemente cerraron sus puertas.
La precarización del mercado laboral tiene una estrecha relación con la erosión que enfrenta el sistema productivo. La consecuencia se puede observar en la afectación que existe en el bienestar de las familias, el aumento de la pobreza muestra que la pérdida de empleo y la contracción del ingreso de quienes han logrado conservar su fuente de empleo ha causado un aumento en la pobreza. Paralelamente se está produciendo una mayor concentración de la propiedad y la riqueza.
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Las empresas, endeudadas y con inciertas salidas de mercado, dudan en invertir, reducen empleos y salarios. Los hogares empobrecidos, reducen el consumo, favorecen el ahorro preventivo y posponen sus compras de bienes duraderos. El régimen se verá obligado a sanear las finanzas públicas e implementar la austeridad salarial en los empleados estatales.
Ante la posibilidad real que la recesión se transforme en depresión económica, el régimen tiene premura por reactivar la actividad económica y retomar el proceso de ingreso-gasto, pero la cosa no sale bien, ya que el reto del régimen es cómo generar ingresos para la población, ganancias para las empresas, crédito para consumir y producir e impuestos para que recaude el gobierno. Factores imposibles de realizar en el contexto de las cinco crisis (social, política, económica, financiera y sanitaria) en la que se encuentra inmersa el régimen.
En la intimidad, el círculo cercano del poder dictatorial, están angustiados (o deberían estarlo) ante esta economía de agujero negro, sin posibilidades de recuperación en el corto y mediano plazo. En todo caso, las previsiones para el 2021, son de crecimiento negativo. Una característica de esta recesión es que combina dos mecanismos: crisis económica y crisis sanitaria que facilita o posibilita el inicio de un ciclo de depresión económica.
Dicho de otro modo, a partir de octubre 2020, después de haber experimentado 10 trimestres de crecimiento económico negativo y haber acumulado más de menos 10 por ciento de crecimiento negativo del PIB (ambas condiciones básicas para que un país entre en una depresión económica); existe el peligro real que Nicaragua, entre los meses de octubre y diciembre de 2020, caiga en una fase de depresión económica con incalculables consecuencias socio-políticas.
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La depresión estará condicionada por factores extraeconómicos determinados por la duración de la crisis sanitaria y el número de personas contagiadas por el coronavirus. En ese contexto, preocupa también el factor hambre, porque la crisis ha reducido la actividad laboral y los recursos disponibles de las personas para adquirir la canasta básica alimentaria.
Ante esa posibilidad real, el régimen ha tomado una serie de medidas económicas contraproducentes que no evitan esa tendencia a la implosión interna por la vía económica y/o social. Todas las actuales decisiones económicas del régimen tratan de evitar que la depresión económica los obligue a doblar el rey, evitar la implosión y negociar una salida política que no sea del agrado de sus intereses estratégicos. Es la economía la que dará el último empujón a la caída de la dictadura. ¡Es la economía, estúpido!
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