Del sueño americano al infierno mexicano: “Papá consiga el dinero dicen que nos van a matar”
Un video muestra a los hermanos Martínez con un arma en la sien, ambos migrantes fueron secuestrados en México. Su familia tiene tres días para reunir la suma de 30,000 dólares
“Por favor papá, ayúdenos, consiga el dinero si no dicen que nos van a matar. Ayúdenos”, dice entre llantos la nicaragüense migrante Heysell Lineth Martínez, al mismo tiempo que es apuntada con un arma de fuego por los presuntos secuestradores mientras estos se encargan de grabarla.
Haysell se encuentra sentada en un viejo sofá, visiblemente nerviosa se masajea sus manos, intenta ver la cámara del teléfono que la graba, sus ojos están hinchados, llora, suplica y repite a su padre que la rescate a ella y a su hermano porque les han prometido matarlos si no pagan.
“Nos van a cortar un dedo, nos van a matar si no consigue el dinero”, dice con voz quebrada Julmer Martínez Hernández, hermano de Heysell mientras otra persona sostiene una pistola sobre su oreja izquierda y mantiene el dedo índice en el gatillo y es filmado en el mismo asiento donde antes fue filmada su hermana.
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“Nos van a matar”, repiten los hermanos Martínez desde México y sus voces hacen eco en la comunidad norteña de Santa Rosa, municipio de Jalapa, Nueva Segovia, Nicaragua, de donde ambos son originarios.
A la familia Martínez le han sorprendido con la suma de 30,000 dólares que deberá ser reunida en un lapso de 72 horas.
Los hermanos Martínez abandonaron el país como otros miles de nicaragüenses, tenían la ilusión de llegar a Estados Unidos, trabajar, ahorrar y ayudar a su familia en Nicaragua, pero la desgracia se les atravesó solo quince días más tarde.
Fue el 13 de noviembre que se despidieron de los suyos y se marcharon con destino a Estados Unidos, los jóvenes iban ilusionados y convencidos de que pronto enviaría buenas noticias sobre el arriesgado viaje migratorio.
Sin embargo, el primero de diciembre, la familia Martínez fue sorprendida con el secuestro de ambos hermanos en Ciudad Juárez, México.
La súplica de Heysell y Julmer está dirigida a Daniel Martínez, padre de ambos y quien hoy se encuentra entre la espada y la pared porque sus limitaciones económicas no le permiten reunir el dinero que supera los 30,000 dólares, pero reconoce que la vida de sus hijos está en juego y teme perderlos.
La familia deberá enviar un adelanto este lunes para evitar que los traficantes de personas cumplan su promesa y piden a la población que les ayuden con un grano de arena para evitar una tragedia.
Según la organización pro inmigrantes Texas Nicaraguan Community (TNC) existen al menos 250 denuncias de nicaragüenses en calidad de desaparecidos ante el Instituto Nacional de Migración de México.
Negocian con vidas humanas
El rapto de los hermanos Martínez se conoció en la misma semana que se supo del secuestro de la joven nicaragüense Mayte Padilla y su novio Reymond Lanzas, ambos casos los responsables están vinculados a supuestas bandas delincuenciales que operan con migrantes en México.
Padilla y Lanzas fueron secuestrados el 30 de noviembre y según testimonio de sus familiares, los secuestradores pidieron 10 mil dólares de rescate en un plazo no mayor de 24 horas.
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Según Rebeca Bustillo, su sobrina Mayte Padilla salió de Nicaragua en octubre pasado con destino a Estados Unidos, pero fue secuestrada en México.
“Ella se fue con la ilusión como muchos sin imaginar que ese sueño se iba a truncar en el camino”, lamentó, “no todos corremos la misma suerte, hoy pues le tocó la angustia y pesadilla que no se la deseo a nadie, tenemos esa angustia desde que ella salió, pero siempre con la fe que Dios la iba acompañar”, dijo.
Por su parte, Ali Enríquez López, le expresó algunas palabras de ánimo.
“Mi hija saldrá bien de todo peligro y agradezco a todos los que están colaborando económicamente y con sus oraciones. Se les agradece y se les quiere. Hija Mayte si ves esto quiero que sepas que te amo y adoro y estamos contigo y Reymond Lanzas. Donde estés todo mi amor para ti”.
Según datos la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza (CBP, en inglés) de Estados Unidos que, en el último año fiscal, comprendido del 1 de octubre de 2021 al 30 de septiembre del año en curso, cerró con un total de 164,600 detenciones de nicaragüenses indocumentados.
La desconfianza se suma al drama familiar
Magali Padilla Neira, madre de Mayte confirmó que se pagaron los 10, 000 dólares del rescate.
Asimismo, se mostró esperanzada en la pronta liberación de Mayte y su novio, agregó que para completar la suma de dinero recurrió a un préstamo y agradeció la generosidad de quienes se sumaron dentro y fuera del país a apoyarles en “esta pesadilla que como madres estamos viviendo”.
Además de la preocupación de reunir el dinero y esperar con paciencia que los delincuentes honren su palabra, Magali al igual que los familiares de secuestrados se enfrentan a una ola de desconfianza que mayormente se expresa a través de las redes sociales.
Son muchos los comentarios de personas que dudan de la veracidad de los secuestros, puesto que algunos dicen conocer a personas que se “auto secuestraron” para que sus familiares pagaran el viaje.
Las familias de los migrantes deben enfrentarse a todo tipo de comentarios y algunas veces son aclarados por los parientes, pero responder a cada mensaje conlleva a gastar energías a veces innecesarias.
Sin embargo, no todo está perdido, existen personas que se suman al clamor familiar y mediante actividades físicas y digitales dentro de la misma comunidad han logrado reunir fondos para apoyar a las víctimas.
Migrantes vendidos por autoridades mexicanas
Por casi un mes, el boaqueño Julio Ampié fue secuestrado en junio de 2021, su familia tuvo que vender propiedades, endeudarse y hacer distintas actividades para reunir la suma del rescate de él, su esposa y sus dos hijos, por cada uno los secuestradores pedían seis mil dólares inicialmente.
Julio declaró más tarde que se encontraba en un hotel de paso de la ciudad fronteriza de Reynosa, Tamaulipas, preparándose para cruzar el río cuando un 2 de julio de 2021 fue sorprendido por agentes policiales que los trasladaron hacia una de las casas de seguridad conocidas en México como bodegas. Estaban los cuatro junto a otros 22 migrantes.
Más tarde supo que los policías mexicanos los habían vendido a los carteles de México por 12,000 dólares, casi por quince días estuvo en manos de los traficantes quienes le pidieron a la familia en Nicaragua 17,500 dólares. La familia los reunió a base de sacrificios.
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Al completar el rescate los secuestradores le prometieron a Julio que lo cruzaría el río, sin embargo, lo vendieron a otro cartel.
El nuevo cartel les pidió la cantidad de 2,500 dólares, para Julio era demasiado el sufrimiento que había trasladado a su familia en Nicaragua y en medio de su frustración pidió a sus raptores que lo mataran.
Sin embargo, la familia nuevamente hizo lo imposible por reunir esa cantidad y el segundo cartel cumplió su palabra: lo liberó y le ayudó a cruzar el río.
“Esa amarga experiencia uno no se la desea ni a su peor enemigo”, declaró Julio Ampié tras salir de un refugio en Estados Unidos.
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