Monseñor Silvio Báez recuerda que perdonar no es olvidar
Monseñor Silvio Báez, obispo auxiliar de Managua,expresó que el perdón es necesario en la familia, entre amigos, compañeros de trabajo y en la sociedad.
“Un mundo sin perdón sería insoportable, cruel e inhumano. A mucha gente le parece que la reacción más lógica ante la ofensa, la humillación o la injusticia es la negación del perdón. Sin embargo, esto no hace más humano el mundo ni más feliz a las personas. El deseo de revancha es la respuesta más instintiva ante la ofensa, pero esto no sana la herida recibida, ni devuelve la dignidad perdida, ni da fuerzas para empezar de nuevo. Más bien eleva el grado de dolor y de violencia”, dijo Báez en su homilía desde St. Agatha Catholic Church desde Miami, Estados Unidos.
El Obispo recordó a la feligresía que el perdón destruye de raíz la espiral del mal “Es comprensible la indignación que sentimos ante el mal, la injusticia y la violencia. Entendemos que frente a tanta crueldad e injusticia surja el grito: “¡ni perdón ni olvido!”. Sin embargo, no podemos resignarnos a la lógica de la represalia, del odio y de la venganza. Perdonar no es olvidar, sino recordar de otra manera, sin rencor ni deseos de venganza”.
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Para Monseñor Báez, perdonar no significa ignorar el mal, negar la justicia o permanecer pasivos ante el daño recibido. “Perdonar es revelarnos a que el pecado y el mal tengan la última palabra sobre los seres humanos, para lo cual hay que distinguir siempre la acción que ha producido el mal de la persona que lo ha cometido, sin resignarnos a negar a esta persona o reducirla a simple enemigo. El perdón es escandaloso porque exige la conversión no de quien ha cometido el mal, sino de quien lo ha sufrido. Es la víctima quien debe convertirse”.
El religioso motivó a los creyentes a pedir en oración el don del perdón que proviene de Dios “Perdonar es un don de Dios, a través del cual llegamos a superar el mal con el bien, introduciendo en el mundo el amor misericordioso con el que somos amados por Dios. Quien perdona llega a tener un corazón como el de Dios, en el cual hay sitio para todos, siempre y sin condiciones”.