Cardenal de Nicaragua: "No somos enemigos de ningún gobierno"
MANAGUA - Desde 2018 la Iglesia católica en Nicaragua ha sido blanco de constantes ataques tras el papel de los obispos como mediadores en dos infructuosos diálogos nacionales en busca de una salida a la crisis social que aún persiste en el país.
Desde la vigilancia constante en las parroquias, amenazas contra sacerdotes, un inexplicable atentado contra la imagen de la Sangre de Cristo y estigmatizaciones verbales del propio presidente Daniel Ortega, que los ha calificado como “golpistas”, la Iglesia en Nicaragua enfrenta un duro panorama social.
No obstante, el cardenal Leopoldo José Brenes, arzobispo de Managua y máximo líder de la Conferencia Episcopal de Nicaragua, dijo a la Voz de América que en el país se respetan las libertades religiosas y que la Iglesia no se declara enemiga de ningún gobierno.
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“Un decreto, una norma que diga así directamente que se nos impide hasta el momento no lo tenemos. Nosotros seguimos trabajando, porque nuestro trabajo no es político, nosotros le hemos dicho que no somos enemigos de ningún gobierno, nuestras orientaciones son una aportación en la buena andanza, cuando hemos entregado una carta al gobierno era un aporte como pastores”, dijo el líder religioso.
Añadió que si bien existe vigilancia en las parroquias y en la catedral de Managua, la Iglesia no puede responsabilizar al gobierno de los atentados y agresiones que han sufrido a lo largo de estos años de crisis social.
Esta semana Estados Unidos incluyó a Nicaragua en la lista de vigilancia especial para los gobiernos que se han involucrado o tolerado "graves violaciones de la libertad religiosa". El Cardenal Brenes considera que esta podría ser una medida preventiva para evitar que la Iglesia se convierta en blanco directo de limitaciones o agresiones por parte del Estado.
“Yo creo que es importante, para prevenir que el día de mañana pueda darse algo contra nosotros”, señaló.
En tanto, el analista político y opositor José Dávila considera que esta medida es una constatación de que el gobierno es hostil con la Iglesia.
“El gobierno quisiera que la Iglesia sólo fuera a celebrar misas y actos litúrgicos, por eso es por lo que el régimen directa o indirectamente mantiene una presión sobre la Iglesia católica. Recordemos la profanación de los templos, los ataques, la expulsión de sacerdotes extranjeros”, dijo Dávila.
Según un informe del Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (CENIDH), la Iglesia católica en Nicaragua sufrió 24 ataques en los últimos 20 meses, incluyendo el incendio que calcinó una histórica imagen de la Sangre de Cristo en la catedral de Managua.
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El organismo responsabiliza al Estado por estos ataques, mientras la Iglesia prefiere dejar todo “en manos de Dios”.
La denuncia del CENIDH incluye el caso de una mujer que roció con ácido la cara de un sacerdote, el encierro de nueve días que aplicó la policía a otro sacerdote en su parroquia tras cortar los servicios de agua y luz, la retención de un grupo de mujeres en la catedral de Managua y la destrucción o robos de imágenes.
“Todos estos ataques a la Iglesia católica confirman que el régimen Ortega-Murillo quebranta el derecho a la libertad de conciencia, de pensamiento, y de religión, establecidos en la Constitución de Nicaragua y la Declaración Universal de Derechos Humanos", dijo el CENIDH en su informe.
El opositor Félix Maradiaga considera que “el régimen de Daniel Ortega ha provocado que el estado de Nicaragua sea colocado en la lista de los peores países del mundo en cuanto a violaciones a las libertades de credo religioso. Esta nueva lista bochornosa es efectivamente el resultado de una serie de violaciones sistemáticas a los derechos humanos de religiosos católicos y de otras denominaciones”.
“Para entender la gravedad de esta situación, debemos ver que en esta lista hay países como Pakistán o Nigeria, lo que revela la profunda persecución religiosa que muchos creyentes viven en Nicaragua, en pleno hemisferio occidental”, añadió.
Ortega y la Iglesia católica
La relación de Ortega con la Iglesia católica ha sido larga y atravesado por distintos momentos. También las mediaciones de la cúpula católica en los conflictos políticos del país tienen larga data. Se remontan a la época del gobierno de Anastasio Somoza, cuando la Iglesia participó en al menos dos intervenciones entre éste y los sandinistas en caso de rehenes durante la guerra de guerrillas que terminó en el derrocamiento de Somoza.
Poco después de que los sandinistas se hicieran con el poder, en 1979, la Iglesia, como gran parte de la sociedad nicaragüense, respaldó abiertamente al Frente Sandinista de Liberación Nacional. Pero este apoyo no se mantuvo indefinidamente. Los seguidores del movimiento se enfrentaron repetidamente a los obispos conservadores, que criticaron a los sacerdotes de influencia marxista por respaldar al gobierno de Ortega y por el crecimiento de una “iglesia del pueblo” respaldada por los sandinistas.
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La visita a Managua en 1983 del papa Juan Pablo II no aminoró las diferencias. Ortega pierde las elecciones en 1990 y ya alejado del poder intentó componer su relación, expresando su fe y llamando a la reconciliación con sus enemigos.
La Iglesia católica ha intentado mediar sin éxito hasta ahora en diálogos recientes para poner fin a la crisis que inició en abril de 2018 tras las protestas contra Ortega y que dejaron heridos, muertos y desplazados en la nación centroamericana.
El propio Brenes y varios obispos han realizado diversas declaraciones en contra de la violencia y a favor del diálogo.
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