Báez: "No nos dejemos arrebatar la última de nuestras libertades, la libertad de creer, confiar y esperar en Jesús"
En ocasión de la fiesta de la Gritería, en honor a la Inmaculada Concepción de María, Monseñor Silvio Báez lamentó que quienes deberían velar por el bienestar de la sociedad nicaragüense se han convertido en productores de lágrimas, terror y destrucción de la dignidad humana.
“Vivimos un momento de orfandad como país. Quienes deberían velar por el bienestar de la sociedad y cuidar nuestro futuro, se han convertido en productores de lágrimas, artesanos del terror y destructores de la dignidad humana”, expresó Báez.
Agrega “Nos sentimos huérfanos, desamparados por la ley, cautivos en un país que se ha vuelto una gran cárcel o desterrados en tierras desconocidas”.
En este sentido, el prelado expresó que los creyentes no están en la orfandad, por el contrario cuentan con una madre, no somos huérfanos. “Tenemos una madre que nos ama y nos cuida, llora con nosotros y desea consolarnos. Una madre nunca abandona a sus hijos”.
En su homilía, Báez señaló que aunque parezca que nuestra historia va a la deriva, los nicaragüenses no estamos solos. “A veces a merced de ambiciones, mezquindades y violencia, y llena de lágrimas y de incertidumbre, no estamos solos. Aunque la tristeza nos domine muchas veces y el cansancio nos agobie, aunque el dolor hiere nuestro corazón y nos sintamos solos y sin fuerzas, no estamos solos. Tenemos una madre”.
Báez elevó una plegaria de súplica por quienes se encuentran en la pobreza para que puedan tener un trabajo digno. “Te invocamos desde un doloroso valle de lágrimas: lágrimas de quien se siente solo y excluido, lágrimas de quien sufre en su cuerpo o en su espíritu; lágrimas de tantas familias pobres que no tienen ni trabajo ni pan para vivir dignamente, mientras unos pocos poderosos y ricos viven en la abundancia; lágrimas de tantos jóvenes a quienes se les niega un futuro digno, que son usados para fines ideológicos o se ven obligados a huir del país para poder salir adelante;
Al mismo tiempo, imploró por los exiliados y encarcelados, separados de sus familias por la injusticia “lágrimas de los presos políticos, hombres y mujeres admirables, quienes por soñar y luchar por un país justo y libre, han sido privados de su libertad injustamente por un sistema desquiciado y cruel; lágrimas de las familias de los presos políticos, que sufren la ausencia de sus seres queridos y que se han vuelto ellos también víctimas de una represión irracional”, reza el mensaje.
También pidió por las madres y familiares de las víctimas inocentes, que fueron asesinados mientras alzaban pacíficamente su voz y luchaban por un mejor país, así como por los miles de exiliados.
“Lágrimas de miles de exiliados quienes, perseguidos y amenazados por un régimen de terror, salen desesperados, exponiendo su vida, sin ni siquiera saber adónde van; lágrimas de quien clama justicia sin ser escuchado, lágrimas de quien, queriendo hablar, calla por miedo”.
Aún en medio del dolor y la incertidumbre, Monseñor confía en que María puede traer una sonrisa al pueblo nicaragüense. “Hermanos y hermanas: No nos dejemos arrebatar la última de nuestras libertades, la libertad de creer, confiar y esperar en Jesús, nuestro Señor, y en María, Madre suya y Madre nuestra”.
“Que la tierna mirada de la Purísima, aún en medio del dolor y la incertidumbre, vuelva a dibujar en nuestros rostros la sonrisa de sentirnos pueblo, pueblo con historia y con futuro, pueblo con dignidad y con vocación de libertad, pueblo con fe en el Dios de la vida”, finaliza.