Daños en imagen calcinada de la Sangre de Cristo obligan a bajarla y recostarla en cruz de madera

La venerada imagen de la Sangre de Cristo, que fue destruida por un incendio que la calcinó por completo el mediodía del 31 de julio de 2020, fue bajada este miércoles y recostada en una repisa en forma de cruz para evitar que siga deteriorándose.

El Cardenal Leopoldo Brenes, Arzobispo de la Arquidiócesis de Managua, presidió la misa de este primer miércoles del mes de agosto, el que fue dedicado a la conmemoración mensual a la Sangre de Cristo y explicó que con el paso de los años, la imagen ha venido dañándose.

De acuerdo con el relato del Cardenal, en los últimos meses, la imagen ha venido desprendiéndose de los clavos que la sostenían, por lo que teme que colapse producto de un sismo y se dañe por completo.

Lea: Temor: visto y oído en veneración de la Sangre de Cristo en Nicaragua

“Hay dos clavos que la sostenían por la espalda a la imagen de la Sangre de Cristo. La imagen estaba sostenida por cinco clavos, dos en los brazos, uno en los pies y dos en la espalda, pero en este momento, solamente hay un clavo que está sosteniéndola de la cintura”, explicó el cardenal al finalizar la eucaristía.

Producto del incendio y por el paso del tiempo, los clavos de la cruz se oxidaron y provocaron que los brazos del Cristo se desprendieran y quedaran al aire libre, sin protección alguna.

“Este clavo de arriba de la espalda, ya está sarroso. Ya está separado del cuerpo de la imagen, está prácticamente en el aire. Ya está carcomido y solo el de la cintura lo está sosteniendo y da la impresión de que se va zafando ya”, puntualizó Brenes.

Temen que sismo la destruya

Aunque el Cardenal no explicó si el sismo de hace unas semanas causó daño alguno en la representación religiosa, mostró preocupación que un fuerte movimiento telúrico la bote y sufra mayores daños, lo que podría complicar su “restauración”.

“El temor nuestro es que un temblor pueda aflojar este último clavo y la imagen se vaya al suelo y se desbarate y eso nos va a impedir más adelante cuando tengamos la oportunidad, tener la restauración”, añadió el clérigo, quien con fotografía en mano explicó a la feligresía los daños.

Expertos en Guatemala que están relacionados con el tema de la restauración, sugirieron a las autoridades de la Arquidiócesis de Managua que por seguridad, lo mejor es que la imagen fuera descendida y recostada para darle un poco de protección.

“Estábamos hablando con los técnicos de Guatemala y nos dicen que es una buena opción (bajarla) porque ustedes ven que hubo temblores hace una semana y mi miedo es que ese temblor puede ir aflojando y el peso de la imagen, se puede venir al suelo y eso es más triste”, mencionó el prelado.

Brenes dijo a los fieles que tuvieron “la dicha” de participar de la bajada, que el proceso para el descenso fue delicado porque uno de los pernos que sostenían a la cruz con la base del suelo, estaba zarroso y eso impedía que la imagen fuera recostada.

“Había un perno abajo que sostenía la cruz y todos estos días estaban echándole aceite y gracias a Dios se zafó porque ese era el otro problema, cómo levantar porque estaba el perno. Gracias a Dios cedió el perno que estaba ahí abajo”, finalizó el Cardenal Leopoldo Brenes, Arzobispo de Managua.

La imagen tenía más de 380 años de existencia en Nicaragua y fue traída desde Guatemala y desde entonces, estuvo en varias parroquias, ha sufrido terremotos e inundaciones, pero siempre estuvo intacta, hasta que un sujeto encapuchado entró a la capilla y lanzó un artefacto explosivo para quemarla.

Ese día, Rosario Murillo se adelantó al informe de los bomberos y dijo que la imagen fue calcinada producto de un incendio provocado por veladoras, lo que fue desmentido por el Cardenal Brenes.

Lea más: A tres años de la quema de la imagen de la Sangre de Cristo, el primer gran ataque a la iglesia católica de Nicaragua

Al día siguiente, la Policía sandinista emitió un comunicado donde dijo que el incendio fue provocado por una mezcla de químicos de un alcohol que estaban en un atomizador que era utilizado para aplicar en las manos de los fieles que llegaban a orar.