Oscar René Vargas: Huracanes, el capital y el régimen Ortega-Murillo
Oscar René Vargas
Tanto el Marco Presupuestario de Mediano Plazo 2021-2024 y como el Presupuesto General de la República (PGR) presentado por el Ministerio de Hacienda y Crédito Público (MHCP) contemplaban, junto con los organismos internacionales, un comportamiento económico previsto para el 2021 negativo, previendo una contracción entre el -1.2 por ciento a -3.0 por ciento.
Tomando en consideración los posibles préstamos que el régimen pueda obtener, después de los huracanes, son los siguientes: BCIE US$ 178 millones de dólares ya aprobado, FMI US$ 185 millones de dólares, Banco Mundial y BID sumado US$ 90 millones de dólares, Fondo Verde Climático US$ 176 millones de dólares ya aprobado, Unión Europea US$ 10 millones de dólares y otros pequeños aportes (EEUU y Alemania).
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En la reunión virtual del BCIE con los presidentes de Guatemala, Honduras, Nicaragua y Costa Rica, el presidente del BCIE dijo que el banco centroamericano tenía a disposición la cantidad de US$ 2,000 millones dólares para Centroamérica. Dijo, también, que le correspondería a unos US$ 400 millones de dólares para cada país. No dijo cuando comenzaban los desembolsos ni los términos. Por otro lado, el BID aprobó la cantidad de US$ 1,700 millones de dólares para la región de Centroamérica.
Es decir, con el dinero de los préstamos que pueda el régimen consiga, aunque sean controlados por organismos financieros, el escenario económico 2021 puede cambiar y tener una consecuencia favorable traduciéndose en un crecimiento macroeconómico positivo, aunque sea muy limitado, pero positivo. Sin embargo, a nivel microeconómico las condiciones no sufrirán ningún cambio importante a lo largo del año 2021: pobreza, desigualdad, desempleo, empleo informal, pobreza laboral, etcétera. Tampoco podemos prever que se produzcan inversiones locales y/o internacionales importantes, ni mejorar la crisis socio-políticas.
Desde esa óptica, el régimen está considerando a los huracanes como un alivio económicamente hablando, lo cual le puede permitir hacer jugadas políticas de coqueteo con sectores del capital. En esa dirección hay que interpretar la propuesta de “reconciliación y convivencia nacional” impulsada por Alejandro Bolaños, Néstor Avendaño y otros. Igualmente, hay que tomar en cuenta las declaraciones de la Sra. Hildebrandt en su voluntad expresa e insistencia en reunirse con Ortega.
La ecuación que bosqueja la dictadura plantea demostrar que la conformación de un nuevo pacto es posible por la bonanza de dinero fresco de los organismos internacionales y permita preservar determinados márgenes de negocios y beneficios. La dictadura no se imagina una leve recuperación macroeconómica sin el concurso y auxilio de sectores del capital que han expresado estar dispuestos a lanzar una salvavida al régimen.
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Neutralizar y diezmar a los movimientos sociales, se suma la estrategia económica del dinero de los préstamos y cooperación de los organismos internacionales para conquistar al poder fáctico del gran capital. La búsqueda de una “salida al suave” ha sido una acción política insuficiente que bien puede derivar en una especie de rendición política involuntaria o voluntaria, dependiendo quién sea.
Previamente, en el proyecto de Presupuesto 2021, el régimen no tenía muchas esperanzas de conseguir donaciones y préstamos. Ahora ellos piensan que la proyección de contracción macroeconómica prevista en el presupuesto se puede transformar en crecimiento muy limitado, a nivel macroeconómico.
Insisto, la crisis sociopolítica continuará, aunque sea con un escenario macroeconómico limitado positivo por el flujo de dinero fresco desde el exterior. Al mismo tiempo, la combinación de la existencia de una oposición frágil y sin propuestas concretas para tiempos políticos determinados, al mantenerse la represión y sin mayor presión económica, a la dictadura le puede permitir mantener su clientelismo político que se encuentra en la planilla de gobierno.
Por el comportamiento del régimen frente a la tragedia de la población damnificada por los huracanes de noviembre 2020, nos indicaría que la estrategia del dictador es dejar que la profundización de las cinco crisis, con un alto costo para la población, haga que la gente “de a pie” sólo tenga tiempo para pensar en resolver los problemas inmediatos para sobrevivir.
Hablando con amigos de ahí abajo, nos dicen: “Tengo que comer, encontrar cómo puedo darle que comer a mi familia”. En esas condiciones la dictadura sabe que es muy difícil crear una alternativa de oposición democrática, Ortega juega a ganar tiempo esperando que la fase represiva impida una organización unitaria en contra. Por esa razón es necesario establecer, a la dictadura, tiempos políticos y fechas precisas para el cumplimiento de las precondiciones para unas elecciones transparentes y verificables establecidas por la comunidad internacional.
Estamos en un impasse, porque hoy en día la alternativa democrática-progresista no tiene organización con vocación de poder y sin programa. El reto es crear el tejido social y político que permita construir una alternativa frente al binomio mortal en el poder.
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