Una victoria que está escrita en piedra
Doy gracias a Dios por el privilegio de poder dirigirme a ustedes en esta ocasión con un tema tan importante para todos y particularmente para el pueblo de Nicaragua
Miguel Mora
Doy gracias a Dios por el privilegio de poder dirigirme a usted en esta ocasión con un tema tan importante para todos y particularmente para el pueblo de Nicaragua.
Si no lo hubiera vivido en carne propia, es muy probable que hasta para mí resultaría difícil de creer; el nivel de crueldad, saña, cobardía y de criminalidad con que los sandinistas en el poder han reprimido a un poco más de mil periodistas que, según el último censo creíble, estábamos capacitados para informar hasta abril del 2018.
Por favor, permítame por un momento testimoniar el calvario del periodismo de mi país al hablar en primera persona.
Ante ustedes está un periodista nicaragüense que, al decidirse por informar con la verdad, fue; amenazado, injuriado, robado, golpeado, torturado, secuestrado, detenido arbitrariamente en dos ocasiones (que sumaron dos años de prisión de aislamiento en cárceles de máxima seguridad), mi esposa quien también es periodista fue cobardemente apedreada por paramilitares, fue confiscado, condenado a 13 años de prisión, acusado de traidor a la patria, exiliado y, por si fuera poco, desnacionalizado.
Es claro para mí que el periodismo y los medios independientes de Nicaragua son la primera trinchera donde se defiendio y se defiende la libertad para todos los nicaragüenses.
Pero también fue el primer enemigo a eliminar en la mira de la dictadura sandinista.
Se vinieron con todo: con golpes, disparos, encarcelamiento, campañas sucias de desprestigio, robos, confiscaciones, secuestros, detenciones arbitrarias, destierro, desnacionalización, restricciones al acceso a la información, acusaciones y condenas penales, tortura, violación y abusos sexuales contra las mujeres periodistas, apedreados, heridos de bala y se mando a asesinar.
El dictador le declaró la guerra a muerte al periodismo independiente sin misericordia y sin cuartel.
Ellos, armados hasta los dientes con licencia para matar y con el apoyo de todo el poder del estado se enfrentaron al periodismo que solo contaba con el poder de su palabra.
Así es como presenciamos el asesinato del periodista Ángel Gahona mientras ejercía su profesión, transmitiendo en vivo y en directo.
También vimos al periodista Winston Potosme siendo baleado en el brazo por un paramilitar sandinista, a plena vista y ante la pasividad de la policía.
Enfrentamos otros ataques, como los que sufrió la periodista Leticia Gaitán, quien fue secuestrada y amenazada de muerte por paramilitares, así mismo transmitimos la agresión al periodista Jackson Orozco, a quien las turbas sandinistas ataco, golpeándolo brutalmente quebrandole la nariz mientras hacía una cobertura en vivo.
Del mismo modo, se encarceló a la periodista Lucía Pineda Ubau, directora de 100% Noticias, así como a comentaristas, cronistas deportivos, varios trabajadores de la Fundación Chamorro, incluyendo a su directora, Cristiana Chamorro, y a trabajadores del diario La Prensa.
Todos ellos fueron encarcelados injustamente por el simple hecho de informar y de expresar sus opiniones. O de laborar en un medio de comunicación.
Hoy lamento que el colega periodista Victor Tikay cumpla 217 días de injusta prisión solo por informar sobre una procesión religiosa de la iglesia católica.
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Además de la violencia física, la represión también ha incluido la criminalización de la práctica periodística a través de leyes espurias aprobadas por la Asamblea Nacional.
Ser periodista hoy en Nicaragua para los sandinistas, es ser un criminal al cual se le puede encarcelar, exiliar o asesinar de ser necesario, esa es nuestra realidad.
Los periodistas nunca hemos sufrido tanto en Nicaragua como ahora.
Más de 2 mil ataques contra periodistas y medios se contabilizan desde abril del 2018 pero, los números aumentan cada día.
Es importante y oportuno remarcar y señalar que las cifras de violencia contra el periodismo independiente en Nicaragua podrían ser aún mayores de lo que se ha documentado por el creciente temor impuesto por la dictadura de Daniel Ortega.
Este temor ha llevado a que muchos periodistas denuncien menos y prefieran callar las transgresiones antes de ser víctimas de una mayor represión estatal.
La diversidad, el nivel y la prolongación de los agresores y las agresiones demuestran la complejidad de la situación y la magnitud de la represión que enfrenta el periodismo independiente en Nicaragua.
En este contexto, hemos presenciado las mayores olas de exilios de periodistas en nuestra historia; la primera ola en 2018 y una segunda en 2021, que ha obligado al exilio al menos a 300 periodistas, hasta abril de 2023.
Los sandinistas solo quieren a sus propagandistas monopolizando todas las radios y televisoras, Nicaragua es el único país en el continente que no cuenta con un periódico impreso.
No quieren que nadie se atreva a utilizar el internet y las redes sociales, sin su permiso.
Como ladrones se fueron en contra de los medios más influyentes, por su credibilidad en el país, así vimos; la toma, confiscación y destrucción de las instalaciones de 100% NOTICIAS, el diario La Prensa, Confidencial y Radio Darío.
Luego de esta masacre mediática, los demás medios se rindieron a la autocensura por miedo a correr con la misma suerte.
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Las leyes dictatoriales copiadas de la Rusia de Putin criminalizan no solo a los periodistas sino a cualquier ciudadano que se atreva a criticar a la dictadura en sus redes sociales, en las calles, reuniones familiares, incluso en las iglesias.
Todos aquí sabemos que el libre flujo de información y la libertad de prensa son fundamentales para la rendición de cuentas y la protección de los derechos humanos.
No nos podemos acostumbrar a la barbarie, inmoralidad e injusticia.
A nosotros las víctimas solo nos queda la denuncia y la decisión de seguir ejerciendo nuestra labor; donde estamos, con lo que tenemos, de la mejor forma posible.
Pero la simple denuncia y la recopilación de los hechos amigos, ya no es suficiente.
Según los datos que se han recopilado por la Fundación Violeta Barrios de Chamorro, la Fundación por la libertad de expresión y democracia ( FLED) y la Fundación Voces del Sur (VDS).
El indicador que ha prevalecido en esta triste estadística es el de "Agresiones y ataques," que representa el 57% del total de violaciones.
El segundo indicador que ha predominado es el de "Discurso estigmatizante," que equivale al 12% del total.
El tercer indicador es el de "Restricciones al acceso a la información," equivalente al 10% del total.
Un aspecto especialmente preocupante es que las periodistas mujeres han sido víctimas recurrentes de estas violaciones, con el 33%.
También se han cerrado forzosamente al menos 57 medios de comunicación desde 2007, lo que representa un asalto a la diversidad de voces y opiniones en nuestro país.
No nos cansaremos de exigir un entorno seguro y propicio para el periodismo independiente en Nicaragua, y pedimos a la comunidad internacional que preste atención a esta situación y tome medidas para presionar a la dictadura dinástica a respetar la libertad de prensa y los derechos humanos.
Es fundamental que el periodismo independiente pueda florecer en Nicaragua, que los periodistas no tengamos que temer por nuestras vidas o nuestra seguridad y la de nuestras familias al hacer nuestro trabajo y que la información llegue de manera imparcial y veraz a nuestra sociedad.
En Nicaragua los canales de televisión, en particular, fueron los más afectados, con una serie de violaciones que incluyen la cancelación de frecuencias, el asedio policial en sus instalaciones y presiones para transmitir contenido político partidista.
El hecho de que se hayan cerrado 21 canales de televisión es una señal alarmante de la creciente intolerancia hacia la prensa libre y crítica.
La situación no es mejor para las radios locales y comunitarias, que también han sufrido cierres forzados, prohibiciones de coberturas en instituciones públicas y la interferencia constante de las señales por parte de medios oficialistas.
La aplicación de la pena de cadena perpetua por "delitos de odio" y la Ley de Regulación de Agentes Extranjeros son ejemplos de esta tendencia preocupante.
La citación a periodistas para interrogatorios bajo amenazas de aplicar la Ley de Ciberdelitos por supuesta difusión de noticias falsas es una táctica de intimidación que socava la confianza en la profesión periodística y limita la capacidad de los medios de comunicación para cumplir su función en una sociedad democrática.
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Las iglesias no se salvaron de la embestida dictatorial, los medios de comunicación de la Iglesia Católica que estaban bajo la dirección del Monseñor Rolando Álvarez, actual preso político, también fueron víctimas de la represión gubernamental.
El Canal 51, perteneciente a la Conferencia Episcopal, fue sacado del aire el 19 de abril de 2018, un día que lamentablemente se recuerda por la pérdida de vidas humanas.
A partir de ese momento, los ataques contra los medios religiosos no cesaron.
El canal 21 de los evangélicos también corrió con la misma suerte.
Faltaría a la verdad si no dejara de destacar la capacidad de resistencia que en medio de todo lo antes expuesto caracteriza al periodismo y los medios independientes de Nicaragua.
Si hay una batalla que perdió de calle y desde el inicio la dictadura sandinista fue la de la opinión pública.
Con la desaparición del periodismo independiente, los sandinistas pretendían vender e implantar sus mentiras como verdades ante el pueblo nicaragüense y ante la comunidad internacional.
La victoria, del valiente y efectivo periodismo nicaragüense, se refleja en cada informe de los organismos internacionales y de DDHH que, en base a la verdad reportada bajo balas, golpes y amenazas de muerte, los periodistas informamos y seguiremos informando.
La verdad es simple y es llana.
En Nicaragua no se dio un intento de golpe de estado; lo que se dio fue una masacre de estado por una organización criminal llamada FSLN que, bajo la dirección de una familia y sus cómplices, entre los que se destaca el ejército y la policía, se aferran al poder por sobre muertos, heridos, encarcelados, exiliados por sobre el sufrimiento y sobre la libertad de todos los nicaragüenses.
Esa es la verdad.
¿Dónde y cuándo es que brilla más nuestra profesión sino en estos tiempos de oscurantismo y persecución?
Hoy por hoy, los nicaragüenses, por millones, se informan desde las plataformas digitales de los medios más creíbles que laboran con las uñas y sin descanso desde el cruel exilio.
Hermanos, el periodismo nicaragüense venció la censura e impuso la verdad, tanto dentro como fuera de nuestro país.
Esa victoria está escrita en piedra, es estratégica, es irreversible, es fundamental.
Que Dios bendiga a los periodistas nicaragüenses.
Que Dios bendiga a Nicaragua.
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