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¿Quién es la influyente vicepresidenta de Nicaragua Rosario Murillo?

De poeta y sandinista a la vicepresidencia de Nicaragua. La trayectoria de la también primera dama de la nación centroamericana.

Octubre 12, 2021 08:03 AM

Es el mediodía del 19 de abril de 2018 y Managua está muy agitada.

Un día antes habían comenzado las protestas que pusieron fin a años de una relativa calma en Nicaragua, gobernada por el Frente Sandinista desde 2007.

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La vocera del gobierno y vicepresidenta, Rosario Murillo, irrumpió en los medios oficiales, pero no para difundir su acostumbrado discurso que de lunes a viernes emitía desde hacía años, cuando su esposo volvió al poder.

                                                           

Esta vez, en un tono que mostraba su malestar, sustituyó los usuales informes institucionales colmados de alabanzas sobre el crecimiento económico del país, reportes de fenómenos naturales y hasta las lecturas de versículos bíblicos, por descalificativos contra los manifestantes que salieron a las calles el día anterior.

“Compañeros, este mediodía no quiero leer todas las notas que me mandan las instituciones de gobierno. Creo que estamos ocupados en preservar la paz”, dijo entonces Murillo visiblemente irritada.

Ese día tildó a los manifestantes de “grupos minúsculos, almas pequeñas, tóxicas, llenas de odio”. Dijo además que estas personas que salieron a manifestarse “no representan el sentimiento, la necesidad de paz, de trabajo del pueblo nicaragüense”.

Murillo es la segunda persona al mando en Nicaragua a la par de Ortega e influye de cierta forma en el Ejército, según sus críticos, quienes aseguran que nada se mueve sin que ella lo autorice.

El mayor en retiro del Ejército de Nicaragua, Roberto Samcam, afirma que aunque el poder de Murillo se extiende a todos los estamentos del Estado y del gobierno, decir que manda más que el general Julio César Avilés es un poco inexacto.

“Ella no manda en el Ejército, manda a través de Julio Avilés, del jefe del Ejército. Sin embargo, tengo entendido que la relación del jefe del Ejército con el poder es directamente con Daniel Ortega. No pasa por Rosario Murillo, y esto es un problema de mantener las formas, y de mantener esa distancia o respeto con la institución armada, que es el principal soporte de la dictadura”, asegura.

¿Cómo se autodefine?

Murillo se describió como una persona impaciente en una entrevista ofrecida a estadounidenses que simpatizaban con ella y Ortega, que fue publicaba en el portal The Grayzone.

“En medio de las más duras circunstancias él (Daniel Ortega) tiene esta paciencia, esta serenidad, esta prudencia (que) yo no tengo. Tengo que confesarlo. Yo no la tengo. Yo no sé cómo hace él. No soy paciente. No soy capaz de sentarme”, afirmó Murillo en 2018.

La vicemandataria se refería al primer diálogo nacional que tuvo lugar en Nicaragua en medio de la crisis, donde fue increpada junto a Ortega por “ejecuciones a estudiantes” y se les llamó “asesinos” en la televisión.

“Nosotros fuimos a ese teatro llamado diálogo nacional. No sé cómo lo hizo. Él lo hizo, porque yo realmente quería salir. No pude hacerlo, pero Daniel estaba mirando a cada uno, escuchando y pensando con paciencia”, dijo.

Murillo lucía sorprendida en ese momento y constantemente pedía agua. En un reportaje realizado por el medio digital Nicaragua Investiga, el estudiante Lester Alemán, que encaró a Ortega y actualmente se encuentra detenido, habló de ese momento.

“Por primera vez Murillo no tiene el orden del espacio. Ella no estaba controlando el espacio y eso la tenía fatal. Si hubiera tenido en sus ojos armas nos dispara”, dijo.

Murillo y su historia

Rosario Murillo nació en Managua el 22 de junio de 1951. Su padre fue Teódulo Murillo Molina quien, según reportes periodísticos de medios locales, era un hombre fuerte y de mal carácter.

Su madre, Zoilamérica Zambrana Sandino, era sobrina del héroe nicaragüense Augusto C. Sandino. Más tarde una hija de Murillo llevaría el nombre de su mamá.

Murillo fue enviada estudiar a Europa a los 11 años debido a que se destacaba entre sus otras tres hermanas. Eso le sirvió para adquirir algunas habilidades y otros idiomas, como el inglés y el francés.

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Tras su retorno al país se integró al movimiento guerrillero Frente Sandinista de Liberación Nacional. Fue cofundadora en los años 1970 del grupo cultural Gradas, de oposición a la dictadura somocista, y desde la literatura aportaba a la causa de ese entonces.

Posteriormente se exilió y vivió un buen tiempo entre Panamá, Venezuela y Costa Rica, donde conoció a Daniel Ortega.

Desacuerdos con militantes sandinistas

El ingreso de Murillo a las filas del FSLN no siempre fue bien visto por la militancia de ese movimiento guerrillero.

Tuvo roces con algunos dirigentes históricos, sobre todo al tiempo del triunfo de la revolución sandinista en julio de 1979, momento en que ella retornó Managua.

Tras formar parte de la Unión General de Escritores de Nicaragua y de la Asociación Sandinista de Trabajadores, tuvo algunos disgustos con el entonces ministro de Cultura, Ernesto Cardenal, uno de los sacerdotes revolucionarios más destacados de la época.

Héctor Mairena, miembro del Movimiento Renovador Sandinista (MRS), hoy llamado Unamos, fundado por disidentes del Frente Sandinista, explicó a la Voz de América que los disgustos no solo eran con Cardenal, sino con otras figuras, y que estas situaciones mostraban el carácter de Murillo.

“Son conocidos los incidentes entre ella y otros destacados escritores e intelectuales nicaragüenses y también son bastante conocidas las confrontaciones que tuvo con el prestigioso y querido padre Ernesto Cardenal, quien fungía como ministro de cultura de aquel gobierno”, dijo Mairena.

El opositor recordó que la saña de Murillo contra Cardenal la demostró incluso después de muerto, cuando “turbas” irrumpieron en los funerales del sacerdote, y también persiste una persecución contra otras figuras literarias que ya no están al lado del sandinismo, como es el caso del escritor Sergio Ramírez.

Murillo salvó la carrera política de Ortega

Pero el papel de Rosario Murillo se volvió indispensable para Ortega cuando su trayectoria política estuvo a punto de sepultarse tras una denuncia de su hijastra Zoilamérica Narváez en 1998. Narváez lo acusó de supuestamente haberla violado, comenta el analista Héctor Mairena.

“Murillo logra afianzar su poder y su influencia en las estructuras de poder del orteguismo cuando ella, ante la denuncia de Zoilamérica, de los abusos sexuales que sufrió por parte de Daniel Ortega, opta por apoyar a Ortega y no a su hija”, opina Mairena.

“Ese es un momento importante, creo yo, porque Ortega le debe ese favor a la Murillo”, afirma. “Independientemente de que ellos sean pareja, ese fue un favor que, de alguna manera, le salvó la carrera política a Ortega. Murillo optó por apoyar al poder, por apoyar al macho (...) Y también es bastante conocido que ella ha reprimido a su hija, de tal manera que Zoilamérica está en el exilio”, dijo Mairena.

A raíz de ese evento analistas sostienen que Murillo logra ampliar su influencia en el partido, la cual ha mantenido hasta ahora.

“Ella es la vicepresidenta designada por su esposo, es la candidata por ese partido que dirige su esposo y que no ha tenido a otro candidato que él mismo, Ortega. Y que se ha convertido en la otra cabeza de la dictadura de los Ortega-Murillo”, expresó el analista.

Agrega que es “lamentable, es triste, es repudiable el comportamiento de la Murillo que alguna vez tuvo prestigio como poetisa, que alguna vez tuvo, creo yo, allá por el año 1973, 1974, una actividad artística y cultural que contribuía a la lucha contra la dictadura somocista. Pero su comportamiento de las últimas décadas es lo que va a determinar cómo la va a enjuiciar la historia, cómo la juzgamos ya los nicaragüenses”.

El retorno de Ortega y Murillo en 2007

Tras las acusaciones de supuesta violación de Zoilamérica, Ortega y Murillo comenzaron a trabajar por volver al poder y Rosario se encargó de elaborar la estrategia que convertiría al exguerrillero en el nuevo mandatario del país centroamericano, dijeron a la VOA algunos analistas políticos que prefirieron no ser citados por temor a represalias.

Dejando atrás el atuendo verde olivo de militares, y vestido de blanco, sin las típicas gafas que caminaba y hablando de paz y reconciliación, Ortega comenzó la campaña en 2006 con colores llamativos como el rosado, a menudo evaluado por la psicología como un tono emocional e influyente en los sentimientos afectivos, amor y protección. ​

Pidió perdón a la iglesia y dijo haberse equivocado en la década de 1980, en los que desató una feroz guerra contra el clero por denunciar los abusos durante la guerra.

“Nos equivocamos, cometimos muchos errores y atropellamos a figuras tan respetadas”, dijo Ortega al referirse a los obispos en un mitin en 2006, tras intentar por cuarta vez retornar al poder que había perdido ante la expresidenta Violeta Barrios de Chamorro en 1990.

Fue gracias a los escándalos de corrupción de 16 años de gobiernos liberales, además de un pacto político que hizo con el expresidente Arnoldo Alemán, que Ortega retornó al poder en 2007según lo reseña el escritor y exvicepresidente Sergio Ramírez en el prólogo de su libro “Adiós muchachos”.

Desde entonces Murillo comenzó a aparecer en los medios oficialistas de lunes a viernes y fue nombrada “Coordinadora de Comunicación y Ciudadanía”, que es una especie de vocera del gobierno.

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Apenas un mes después del retorno de Ortega al poder en 2007, la vocera del gobierno estableció la llamada “Estrategia de Comunicación” de su llamado Gobierno de Unidad y Reconciliación Nacional.

El desprecio por la prensa independiente

La estrategia indicaba que la información oficial debía salir “sin contaminación”. Para lograr esa pureza, sostuvo, informarían únicamente por los medios creados por el gobierno sandinista.

Desde entonces, se prohibió la entrada de la prensa independiente a las conferencias de prensa de instituciones estatales e incluso a los eventos de los poderes del Estado. Y quienes tienen acceso a las actividades de la presidencia no pueden hacer entrevistas o preguntar libremente.

Un exeditor de El 19 Digital, periódico del oficialismo, dijo a la VOA bajo el anonimato que existe “una especie de temor, de auto inhibición” para abordar a Murillo.

“No recuerdo una sola ocasión en que un periodista asalariado de ellos mismos le preguntara algo. La señora provoca terror y es una persona temperamental. En más de una ocasión mostró su mal humor ante los periodistas”.

“Recuerdo una vez, ya noche, en la Sala Blanca de la Secretaría, una periodista de Radio Ya, otro medio oficialista, tenía un ruido de retorno en su celular cuando se estaba transmitiendo en directo el "mensaje" de Murillo. Murillo lo notó y se apartó muy enojada. Un minuto después, regresó y habló de nuevo como si no hubiera ocurrido nada”, relata.

Los medios independientes también tienen sus vivencias. Jefferson Cruz Díaz, exreportero del clausurado Canal 100% Noticias, logró burlar en una de las pocas veces el perímetro de seguridad impuesto para proteger a Murillo.

Lo hizo en los funerales del exdiplomático y sacerdote Miguel D'Escoto. Díaz le preguntó sobre el legado del religioso.

Sorpresivamente Murillo le respondió una pregunta referida a D’Escoto, pero evidentemente se mostró que ella “no estaba preparada para que un periodista la preguntara nada”.

“No dejó que preguntase más. Le seguí preguntando y no pude… no estaba dispuesta a responder más. Ella se tuvo que ir y en ese momento los policías me empujaron y se pusieron muy molestos porque decían que había roto el cordón policial de la presidencia”.

“Me quedé con el pesar. Quise preguntarle más pero no se pudo y espero no sea un sueño frustrado. Ha pasado cuatro años de aquel encuentro y a la fecha esa idea no se me ha quitado. He querido entrevistarlos sobre muchas cosas”.

¿La heredera?

La vocera del gobierno ha ido trabajando en su proyecto político junto a Ortega y poco a poco fue desplazando a otras destacadas figuras de militantes sandinistas de los años 80, al punto que en 2016 finalmente fue designada como candidata a la vicepresidencia de Nicaragua, puesto en el que permanece hasta la fecha.

Alrededor de su nombramiento tejió un hilo de allegados y nuevas figuras, como el secretario de la Alcaldía de Managua, Fidel Moreno, y el sindicalista y presidente del Parlamento, Gustavo Porras, ambos sancionados por Estados Unidos por presuntas violaciones a los derechos humanos.

“Lo que va quedando con el paso del tiempo en estos últimos años es una imagen totalmente adversa, una especie de antítesis de lo que fue la revolución”, subraya el exdiplomático Edgar Parrales.

El analista considera que “en 1990 se desintegró todo y los cuadros selectos del sandinismo optaron por el plano democrático y eso les valió el repudio de Ortega y su gente”.

Frente a esto Murillo se fortalece aún más y hay quienes auguran que ante el fallecimiento de Ortega la sucesión de la vicepresidenta es una posibilidad, pero otros consideran que las sanciones impuestas en su contra por Estados Unidos, Canadá y la Unión Europea la imposibilitan.

Pero más que eso, la división o fractura que generaría Murillo a nivel interno del Frente Sandinista acabaría con el partido.

“Me parece que hay dos o tres factores que de verdad le impiden a ella ser la sucesora de Ortega”, explica el dirigente de Unamos.

“La primera razón es que ella no es una persona que cohesione dentro de lo que queda en el orteguismo. Ella tiene un repudio subterráneo dentro de los militantes históricos que quedan dentro de eso que se llama Frente Sandinista. No la aceptan como líder, porque no es líder, es la mujer de Ortega. Y ese es un factor que pesa a la hora de que se dieran sus intenciones de suceder a Ortega”, opina Mairena.

El otro factor, según Mairena, es que ella se enfrenta a un repudio nacional por su papel en las protestas de 2018, tras ordenar “ir con todo” contra los manifestantes, lo que dejó un saldo de más de 300 muertos, según organismos internacionales e investigaciones periodísticas de ese entonces.

“El tercero es que está sancionada a nivel internacional. Murillo es un delincuente internacional. Está sancionada por violaciones a los derechos humanos, por corrupción. Estos tres factores, creo yo, que combinados echaron por la borda las intenciones de Murillo por ser la sucesora de Ortega", indicó Mairena.

Pero también otros analistas como el precandidato a la presidencia y ex embajador de Nicaragua en Washington Arturo Cruz, quien se encuentra arrestado por supuesta traición a la patria, considera que el modelo bajo el cual Ortega y Murillo intentan gobernar es como el de una “monarquía envejecida” de siglos pasados.

“Hoy no tenemos República, sino más bien, una envejecida monarquía del siglo XVI, que insiste en aferrarse al pasado, a la penumbra. Y los nicaragüenses no queremos seguir siendo súbditos nunca más. No lo podemos permitir. Queremos ser ciudadanos libres, de un nuevo orden democrático, donde nunca más tengamos que hacer reverencia a ningún monarca”, dijo Cruz.

En tanto Mairena enfatiza que “la posibilidad de una crisis interna de quién sabe qué proporciones dentro del orteguismo está planteada aún con Daniel Ortega en vida, porque eso actúa como una mafia, que cada quien tiene sus cotos, tiene sus feudos, y operan así, como una mafia. Y en esas la Murillo no las tiene todas con ella”.

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