Ortega miente y niega realidad

Redacción Central
Diciembre 04, 2018 01:14 PM

El dictador Daniel Ortega aseguró, en su discurso de la clausura del XVI Congreso de la Unión Nacional de Estudiantes de Nicaragua (UNEN), que durante las protestas desarrolladas durante el mandato de Violeta Barrios de Chamorro (1990) no hubo intento de derrocar el gobierno, y que más bien, el Ejército se involucró en las protestas para replegarlas.

Ortega hizo esta referencia bajo el contexto de las protestas, iniciadas el pasado 18 de abril -donde se registra más de 300 muertos según la CIDH, y más de 500 de acuerdo a la ANPDH-  en el cual culpó a los obispos de esta masacre y criticó a su hermano Humberto Ortega (General del Ejército de los noventa), calificándolo de ser “un peón de la oligarquía y el imperialismo”.

“Ellos (gobierno de Violeta Chamorro) no titubearon en llamar al Ejército y lanzar al Ejército en contra de los que protestaban, no les bastaba la Policía, sino que lanzaron al Ejército a que disparara contra los trabajadores que defendían empresas que le habían sido entregadas por el Estado revolucionario y ahí murieron trabajadores defendiendo centros de abastecimiento, allá en el departamento de Estelí, y ¿quién era el jefe del Ejército que violó los principios? El jefe del Ejército era el general Ortega”, expresó el dictador.

Pero como era de esperarse, Ortega miente.  Así lo compartió el coronel en retiro Hugo Torres, al reaccionar sobre el discurso del dictador,  en su afán de justificar su represión y masacre con su policía y fuerzas paramilitares.

De acuerdo a Torres, la única vez que el gobierno de Violeta Barrios ordenó al Ejército a actuar, fue para desarticular un grupo rearmado encabezado por Pedrito el hondureño, en Estelí, que sembró el terror en esa ciudad.

“No fue que el Ejercito atacó a civiles sino atacó a grupos armados, así como lo debió haber hecho con los grupos paramilitares que aparecieron en abril”, refutó Torres.

Ortega mintió 2 veces porque en las asonadas de Managua el Ejército no mató a manifestantes, mientras un paramilitar mató al subcomandante (PN) Saúl Alvarez. Después, en 1993 el EPS sí combatió a los rearmados de Pedrito El Hondureño en Estelí y hubo muertos. Hablará el Ejército? https://t.co/SL3CVEvqvs — Carlos F Chamorro (@cefeche) 4 de diciembre de 2018

En declaraciones de Antonio Lacayo en febrero de 2016 a Amcham, el exministro de la presidencia de Violeta Barrios, dejó al descubierto la negociación que sostuvo con Daniel Ortega y Sergio Ramírez, para que cesaran las protestas y dejaran gobernar a Barrios.

El régimen sandinista, a cargo de Daniel Ortega, se encargaban de realizar tranques, protestas y huelgas en ese entonces. “La policía estaba desbordada. La policía sabía que eran elementos no afines al sandinismo sino órdenes de Ortega… René Vargas, director de la policía, sabía que no podía hacer absolutamente nada”, explicó en ese momento Lacayo.

Ortega señaló, este lunes, al gobierno de Violeta Barrios de ocupar al Ejército para disipar las protestas, pero no mencionó que ese mismo Ejército no disparó ni ocasionó ni una muerte a como su actual gobierno ha asesinado a cientos de nicaragüenses.

Lacayo –durante esa entrevista con Amcham-explicó que, durante esas manifestaciones promovidas por el sandinismo, se reunió con Humberto para pedirle apoyo, no sin antes decirle que “antes de entrar en acción andá hablá con tu hermano (Daniel)”.

Por su parte, Mónica Baltodano, quien fue parte de las “asonadas” dirigidas por Daniel Ortega en los noventa, destacó que “doña Violeta nunca ordenó disparar a la gente que estaba en las barricadas. Y eso hay que decirlo, se buscó una solución por la vía del diálogo y la negociación en la cual participó Ortega”.

Aunque Ortega se opuso a la negociación con el gobierno de Violeta Chamorro, la posición de Antonio Lacayo, de entregarle el mando, llevó a recapacitar en su decisión. “Daniel Ortega sabía que no tenía ninguna posibilidad de gobernar este país”.

Actualmente, el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo tienen sumergida a Nicaragua en una de las peores represiones de las últimas décadas, que ha tenido como consecuencia miles de exiliados, economía en declive, cientos de muertos y presos políticos, sin embargo, no muestra ninguna voluntad de reinstalar el diálogo para encontrar una salida pacífica a la crisis.

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